28/04/24

Cuando la historia se reescribe en un pañuelo

Las pintadas de los pañuelos realizadas durante la marcha por el Día de la Memoria y la intervención que realizaron tres soldados, en la vereda de la Brigada en la calle San Martín casi Colón, del microcentro posadeño

Después de la marcha del 24M, un grupo de jóvenes pintaba escarapelas en las veredas del edificio del Comando ubicado en San Martín casi Colón, del centro de Posadas. En realidad, tapaban con la insignia celeste y blanca el clásico pañuelo blanco que habían impreso los militantes de DD.HH.

Casi en simultáneo, en la ciudad cordobesa de Marcos Juárez retiraron un monumento del clásico pañuelo blanco; una estatua en homenaje a las Madres y Abuelas que habían enclavado apenas 48 horas en la plaza de los Escritores de esa ciudad.

«Hay que unir, no dividir» fue el argumento que el coronel jefe de la Brigada de Monte XII esgrimió para justificar la «transformación» de pañuelos en escarapelas. «Nos pareció inapropiado y una provocación que pintaran la vereda con un símbolo que representa a la minoría».

En el caso de la estatua de Marcos Juarez, el argumento fue más burocrático: sostuvieron desde el Concejo Deliberante que no contaban con los permisos correspondientes para usufructuar así un espacio público.

Las reacciones a favor y en contra de estas decisiones se multiplicaron por las redes. Tanto Posadas como Marcos Juarez se hicieron eco de una disputa que es transversal a todo el país y que tiene que ver con la construcción, destrucción y deconstrucción de la historia.


El monumento más vandalizado en Buenos Aires ha sido el que se erigió en 1941 en memoria del general Julio Argentino Roca, ubicado en Diagonal Sur y Alsina. En el camino de manifestaciones con destino a la Plaza de Mayo o al Congreso, la estatua ecuestre de uno de los líderes de la generación del 80 fue grafiteada más de una vez.

Roca es una figura que todavía se sigue discutiendo como responsable del saqueo y las matanzas contra las poblaciones originarias durante la Campaña del Desierto o como uno de los mayores estadistas de la Argentina. “Andrea Giunta dijo que debe ser desgarrador ver el monumento a Roca con la perspectiva de un descendiente de pueblos originarios y quizás tenga razón, pero su trato con esas poblaciones fue muy distinto en su segunda presidencia. Al mismo tiempo, otros transeúntes lo pueden ver como el organizador del estado, con lo que destruir una estatua de Roca implicaría destruir una idea del estado argentino. Habría que hacer una suerte de contramonumento que entrara en conflicto con el que está ahora”, dice Burucúa.

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