Soberanía bajo asedio: crisis de la embajada mexicana en Ecuador

El pasado 5 de abril se concretó la violación por parte de fuerzas de seguridad ecuatorianas de la Embajada de México en Quito, Ecuador. La periodista Joanna Gabriela Guerra Ledon analiza las graves consecuencia del acto de agresión diplomática más grave de las últimas décadas.

AMLO, presidente mexicano, publicó en los últimos días imágenes inéditas de la intervención de las fuerzas policiales ecuatorianas en la Embajada de México en Quito. (X)

Comenzamos con un acto que no solo es condenable desde la óptica de la legalidad internacional, sino que también desafía los principios fundamentales de soberanía y no intervención: la incursión ordenada por el presidente Daniel Noboa de Ecuador a la embajada de México en Quito. Este episodio ha desencadenado un serio cuestionamiento global respecto a la violación del derecho internacional y la integridad de las sedes diplomáticas, que deben ser respetadas como territorio soberano del estado extranjero.

Según las convenciones internacionales, como la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, el recinto de una embajada es inviolable y cualquier incursión se considera un acto de violencia, así que legalmente, esta agresión es indefendible, incluso puedo afirmar que Adam Smith podría haber visto este acto no solo como una transgresión legal, sino también como un fracaso en adherir a las reglas morales que sustentan cualquier sociedad civilizada y ordenada.

En respuesta, el presidente de México, decidió cortar relaciones diplomáticas con Ecuador, lo que es un poco hipócrita, ya que, aunque AMLO ha expresado abiertamente el axioma de Juárez respecto a la no intervención: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, en otros contextos, donde podría decirse, que México ha sido el agresor, nuestro presidente ha mostrado una tendencia a la flexibilidad con estos principios cuando ha sido políticamente conveniente, o que simplemente alguno de sus amigos de izquierda es agredido, no olvidemos las tensiones diplomáticas que tenemos con el Perú, donde ahora, se necesita visa para visitar, medida que también impuso México a los nacionales de aquel país.

Desde un punto de vista liberal, podemos decir que la soberanía y el principio de no agresión son principios del Liberalismo clásico, que apoyan la coexistencia pacífica entre los Estados, sin embargo, la dualidad en la conducta del presidente mexicano refleja la inconsistencia y el arbitrio en la aplicación de los principios de libertad, que Hayek señaló subrayando la importancia de la coherencia en las políticas para el mantenimiento de una sociedad libre y justa; así también la crisis provocada por la invasión a la embajada es un reflejo de cómo las acciones gubernamentales, cuando están divorciadas de los principios legales y morales, pueden resultar en consecuencias negativas para las relaciones internacionales.

El apoyo de varios gobiernos de la región muestran el consenso regional en favor de la adherencia a las normas internacionales y muestra la solidaridad en contra de actos que desafían estos acuerdos, lo que es esencial a pesar de las diferencias políticas o económicas, existe una base común de respeto hacia las leyes y tratados internacionales.

En un plano más amplio, este incidente nos invita a reflexionar sobre la importancia de la diplomacia y el respeto mutuo como pilares fundamentales para la paz y la cooperación internacional. En un mundo cada vez más interconectado, los principios expuestos por filósofos como Locke, que enfatizan la paz derivada del respeto a las leyes y los derechos, son más pertinentes que nunca.

Autoridades ecuatorianas trasladan al exvicepresidente Jorge Glas hacia una cárcel, tras irrumpir en la Embajada de México en Ecuador. (EFE)

El desafío ahora es asegurar que estos principios no se apliquen selectivamente, sino como una norma constante que guíe todas las acciones internacionales. La violación de la embajada mexicana en Quito no solo es un punto de inflexión para México y Ecuador, sino una muestra de la polarización global y un llamado para priorizar el respeto, la legalidad y la soberanía de cada nación.

Recién ahí podemos empezar honrando la vida, la libertad y la propiedad de los otros individuos.

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