Marcelo Alejandro Duclos estudió periodismo en TEA y Ciencias Políticas y Economía en el ESEADE. Fue productor de programas de radio y se desempeñó como asesor de prensa del Congreso Nacional.
Hoy, es analista político y económico en el PanamPost y tiene dos obsesiones que lo definen: ser coleccionista y seguidor de la banda Queen, ya sin Freddie Mercury y ser un defensor del liberalismo a ultranza.

Desde su niñez, encarnó el ideario “manchesteriano”. Tanto que hoy, si existiera un control de “Liberalemia”, Duclos tendría altas dosis de liberalismo en sangre.
Confiesa que, desde que ganó Milei, vive un tiempo que siempre soñó y que nunca creyó poder vivir.
Editorial Hojas del Sur le dio la oportunidad de co-escribir el libro junto a Nicolás Márquez y prólogo de Agustín Laje: “La revolución que no vieron venir”, donde con una narración didáctica y ágil van pasando por las distintas etapas del actual presidente: el arquero de fútbol, el rockerstone, el economista austríaco, el showman, el bilardista, el outsider, el disruptivo, el anticomunista, el despeinado, el divulgador, el ideólogo y así, hasta llegar a ser el actual presidente de los argentinos.
A continuación, unos párrafos de su nuevo libro:
En la mayor parte del mundo, los mandatarios que aspiran al poder suelen enfrentar las contiendas electorales con consignas generales, muchas veces vagas.
A pesar del lugar que ocupen en el espectro ideológico o partidario que representen, los candidatos hacen referencia a los objetivos de su gestión (a los que casi nunca llegan) sin poner demasiado énfasis ni en el método ni en los medios para lograrlo.
Por lo tanto, las campañas a las que nos tienen acostumbrados, giran alrededor de promesas vinculadas a reducir la pobreza, mejorar los salarios, incrementar el nivel de empleo y otros fines deseables sin entrar en detalle acerca de los “cómo”.
El caso de Javier Milei es distinto. Desde sus primeras apariciones pública el economista, más allá del estilo que contribuyó a su popularidad, explicitó en su discurso cuáles eran los medios necesarios para sacar a la Argentina del pozo de la decadencia.
En un tiempo que podríamos llamar “récord” sin que nos tilden de exagerados, su crecimiento exponencial lo transformó en el referente indiscutido de las ideas liberales libertarias. Así se hizo famoso, así llegó al Congreso y así se convirtió en el presidente de la República Argentina.
Su única hoja de ruta es la aplicación de un plan liberal ortodoxo.
Nadie que lo conozca puede decir que Milei sea capaz de tentarse con un camino alternativo. Cualquier desvío de la plataforma propuesta además, lo desacreditaría irremediablemente.
Esta realidad es una ventaja y un corsé al mismo tiempo. Lo que tiene a favor es que el plan, simplemente, funciona. Es el correcto. Toda la historia reciente de la humanidad confirma que la economía de mercado, el Estado de Derecho, el respeto a la propiedad privada y la igualdad ante la ley son garantías de prosperidad.
Pero también está demostrado lo que sucede con la ruta contraria: los caminos alternativos de la planificación centralizada conducen al fracaso y al autoritarismo, tal cual advirtió el Premio Nobel de Economía Friedrich Hayek. No hay dirigismo económico sin pérdida de libertades individuales.