La marcha en defensa de la universidad pública: utilización política e hipocresía en su máxima expresión

En el día de ayer (martes) multitudes se congregaron en los distintos centros del país para marchar en defensa de la universidad pública y en contra de los recortes presupuestarios dirigidos a estas instituciones. Se pudo observar como la movilización fue otra jugada política por parte de los sectores más rancios de la oposición, quienes buscan acelerar la salida del gobierno de Javier Milei.

La presencia de banderas y canticos implorando un golpe de Estado en contra de Javier Milei fue de lo más visto. En la marcha, hicieron acto de presencia los mismos que se encargaron de destruir y embrutecer a la sociedad argentina a lo largo de estas últimas décadas: Sergio Massa, Malena Galmarini, Axel Kicillof, Cristina Kirchner, La Cámpora, la CGT, el Polo Obrero, como también dirigentes radicales.

Los hechos distan mucho de esta movilización cargada de hipocresía y odio contra un gobierno elegido democráticamente. El presidente Javier Milei, desde el inicio de su gestión, fue muy claro marcando la defensa de la educación pública, pero no de los tongos y curros que allí se fueron creando a lo largo de estás décadas. Todo lleva a pensar que el verdadero problema de los que encabezaron esta movilización es el temor que tienen de ser auditados, para que la población que día a día paga sus impuestos sepa de manera transparente de qué manera se gasta el dinero en las universidades públicas.

¿Quién realmente cree que las universidades públicas corren peligro? ¿Cuál fue el sentido de la marcha? ¿Fue justificado? Para responder estas preguntas, es necesario acudir a los datos.

El verdadero recorte presupuestario y destrucción de la educación publica de la mano del kirchnerismo

Solo algunos días antes de la marcha, el ministerio de Capital Humano informó haber llegado a un acuerdo con el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), otorgando un incremento de fondos de un 70% en marzo y otro de igual proporción en mayo, derribando de esta manera los mitos del congelamiento presupuestario. Según se detalla en el comunicado del ministerio, “de acuerdo a lo previsto por el Gobierno Nacional se dispuso un aumento del 70% en marzo llevando la asignación por gastos de funcionamiento a $10.075.851.995 mensuales para las Universidades Nacionales y otro 70% en el mes de mayo alcanzando los $14.224.732.213 mensuales, totalizando un 140% de aumento sobre la asignación base de $5.926.971.777 mensuales. Además, se dispuso una partida extraordinaria para atender las necesidades de los hospitales universitarios de $14.403.479.661″.

El Consejo Interuniversitario Nacional aceptó el aumento presupuestario, pero ratificaron la marcha y el reclamo. Resulta llamativo el absoluto silencio en el que permanecieron durante el gobierno de Alberto Fernández, quien durante la cuarentena eterna a la que nos sometió, mantuvo durante meses las escuelas y universidades publicas cerradas, con un soporte a la virtualidad paupérrimo, lo que dejo a miles de alumnos sin clases.

El flamante ex ministro de Economía, Sergio Massa, quien será recordado por su estrepitoso fracaso en la lucha contra la inflación, se encargó de recortar por 50 mil millones de pesos el presupuesto destinado a la educación en el año 2022. El mismo ministro que ayer estuvo en la marcha, con total hipocresía.

En el año 2018, durante la presidencia de Mauricio Macri, la UBA alcanzó el puesto 73 a nivel mundial. Sin embargo, bajo la presidencia de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en 2023, la UBA sufrió un retroceso significativo hasta el puesto 95, reflejando un preocupante declive. Es imperativo analizar también el manejo presupuestario de la UBA en los últimos años.

Bajo la administración de Mauricio Macri, la universidad contó con un presupuesto considerablemente superior a la de la última gestión kirchnerista, alcanzando los 889 millones de dólares en 2018 y en 2023, tan solo 294 millones de dólares (Fuente: Transferencias a universidades nacionales). Claramente, Macri no quedó exento de críticas y boicots por parte de quienes lideraron esta marcha.

Todo indica que la verdadera raíz del problema fue pasada por alto. Después de más de una década de gobiernos kirchneristas, la educación argentina se encuentra en un estado calamitoso, con la mayoría de los estudiantes sin alcanzar niveles básicos en matemáticas y lectura, escuelas y universidades publicas en estados deplorables, algunas convirtiéndose hasta en un riesgo para la integridad del alumno.

La ultima auditoria a la que se sometió la UBA fue en el año 2018, solo abarcando a la facultad de Psicología, según la resolución 187 de la Auditoria General de la Nación.

La transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales para mejorar cualquier institución, incluida la UBA. La falta de auditorías recientes deja al presupuesto de la universidad en una situación de opacidad que solo beneficia a aquellos que lo controlan, permitiendo negociados y corrupción.

Es sorprendente que, durante este periodo de ajustes severos, no se haya visto ni una sola marcha similar a la de ayer. ¿Dónde estaban aquellos que ahora claman por la universidad pública cuando realmente se necesitaba su voz?

La hipocresía de la oposición no tiene límites y su desesperación por mantener sus privilegios no cesa, sin embargo, no logran comprender que, con estas acciones, solo fortalecen más al gobierno de Milei.

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