El Gran Reinicio.
El programa del liberalismo, por lo tanto, si se condensara en una sola palabra, tendría que decir: propiedad, es decir, propiedad privada en los medios de producción. … Todas las demás exigencias del liberalismo resultan de esta exigencia fundamental.” Mises – “Liberalismo”
El marxismo fue siempre un movimiento de carácter internacional. Y su objeto sintetizado en una frase: “abolir la propiedad privada”.
Este movimiento, que busca reemplazar al individuo por el colectivo, indica en su manifiesto un decálogo para alcanzar el gobierno de los trabajadores, remarcando este carácter global: “los trabajadores no tienen patria” y “los comunistas de todo el mundo apoyan cada movimiento revolucionario en contra del orden social y político existente de las cosas … Ellos declaran abiertamente que sus fines sólo pueden alcanzarse mediante el derrocamiento forzoso de todas las condiciones sociales existentes”.
¿Cuál es el decálogo que mencionan Marx y Engels?
- “Expropiación de la propiedad de la tierra y empleo de la renta de la tierra para los gastos del Estado.”
- “Fuertes impuestos progresivos.”
- “Supresión del derecho de herencia.”
- “Confiscación de la propiedad de todos los emigrantes y sediciosos.”
- “Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital estatal y monopolio exclusivo.”
- “Centralización del transporte en manos del Estado.”
- “Multiplicación de las fábricas nacionales, de los medios de producción, roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo.”
- “Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo.”
- “Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales; tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad.”
- “Educación pública y gratuita de todos los niños. Abolición del trabajo infantil fabril en su forma actual. Unificación de la educación con la producción material”
Por supuesto, el paso del tiempo y la inexorable conclusión de la superioridad material y moral del capitalismo, ha ido mutando este decálogo imaginado marxista hacia una línea Gramsciana, reemplazando la violencia de la revolución por la denominada “batalla cultural”, incidiendo lenta y paulatinamente en el paradigma de las democracias liberales, hacia el socialismo.
Cito al economista libertario Antony Mueller: “No todos los defensores del socialismo quieren una revolución inmediata y total, como implicaban Marx y Engels.
A diferencia de los comunistas, que quieren instalar la «dictadura del proletariado», son los «socialistas democráticos», que creen en un método gradual y que también creen que se puede mantener la libertad personal bajo el socialismo.
Sin embargo, aunque el objetivo declarado es diferente, los socialistas modernos planean usar los mismos instrumentos que los comunistas”.
El instrumento que usan los socialistas (sean de izquierda o de derecha) para abolir la propiedad privada es la planificación central. Todo, sea dinero, capital, crédito, trabajo y educación debe pasar por la decisión y control del órgano central. Y siguiendo con la lógica internacionalista, evidentemente debe existir un organismo central supra estatal que los regule (y gobierne) a todos.
Crisis como oportunidad
Siguiendo el dicho popular (curiosamente de origen chino) que toda crisis representa una oportunidad, al término de la Primera Guerra Mundial y tras la pandemia de la gripe española, surge la “Sociedad de las Naciones”, con el objetivo de arbitrar entre los Estados, para evitar futuros conflictos.
Tras el fracaso de este primer intento, al final de la Segunda Guerra Mundial y con las secuelas de la Gran Depresión aun haciendo estragos, nace la Organización de las Naciones Unidas y tras ella los siguientes organismos:
· Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
· Organización de Aviación Civil Internacional (OACI)
· Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA)
· Organización Internacional del Trabajo (OIT)
· Organización Marítima Internacional (OMI)
· Fondo Monetario Internacional (FMI)
· Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT)
· Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)
· Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI)
· Unión Postal Universal (UPU)
· Grupo del Banco Mundial
· Organización Mundial de la Salud (OMS)
· Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI)
· Organización Meteorológica Mundial (OMM)
· Organización Mundial del Turismo (OMT)
Llegado este momento, tengo que hacer hincapié en tres puntos:
1) Todas estas organizaciones están financiadas con los impuestos de los ciudadanos de sus Estados miembros –que son prácticamente todos los Estados del globo-
2) Muchas de las resoluciones y decisiones tomadas por estos organismos son consideradas de carácter vinculante –es decir OBLIGATORIO- por los Estados miembros.
3) Ninguno de los funcionarios de estos organismos ha sido elegido democráticamente por los ciudadanos de los Estados miembros, es decir sus contribuyentes.
Como fuimos testigos en 2020, las recomendaciones que planteaba la OMS y su comité de expertos son consideradas sagradas y Argentina el mejor alumno de la clase.
Ya sabemos cómo está resultando esto.
EL MANTRA MODERNO: CAMBIO CLIMÁTICO E IGUALDAD.
La izquierda se reinventa continuamente. Ante la abrumadora evidencia del estrepitoso fracaso marxismo, los intelectuales de izquierda vieron la necesidad de reemplazar la “lucha de clases” por la “lucha de los oprimidos” y en ese contexto, promovieron el conflicto más colectivo de todos: el calentamiento global, rebautizado en los últimos años como cambio climático.
Cargado de predicciones apocalípticas que nunca se cumplen, que requieren una urgente e inmediata solución desde la intervención pública y una mayor carga impositiva, esta farsa logró captar la atención de millones de personas y revitalizar los espacios de poder socialistas.
Voy a señalar un listado de predicciones fallidas:
- 1967: “Hambruna terrible para 1975”
- 1969: “Todos desaparecerán en una nube de vapor azul para 1989”
- 1970: “Edad de hielo en el año 2000”
- 1970: “América sufrirá racionamiento de agua en 1974 y racionamiento de alimentos en 1980”
- 1974: El agujero de ozono es un “gran peligro para la vida”
- 1980: “La lluvia ácida mata la vida en los lagos”
- 1988: Las Maldivas estarán bajo el agua en 30 años
- 1989: La subida del nivel del mar “destruirá” a la mayoría de países en el año 2000
- 2000: “Los niños no sabrán qué es la nieve”
- 2004: Gran Bretaña tendrá clima siberiano para 2020
- 2008: El Ártico se quedará sin hielo para 2018
- 2009: El Ártico se quedará sin hielo para 2014
- 2013: El Ártico se quedará sin hielo para 2015
- 2014: Tan sólo restan 500 días antes del “caos climático”
En general, para justificar este delirio exhiben un gráfico que abarca los últimos 100 años y muestra una variación de +1, -1 grados. Si se observan gráficos OFICIALES que abarcan miles e inclusive millones de años, se encuentran épocas de muchísima más temperatura que la actual, donde no existían los aviones, los desodorantes y en algunos casos, ni el hombre mismo.
Simplemente, expertos o celebridades del buenismo progre, ofrecen “verdades reveladas” a una ciudadanía con escaso poder de pensamiento crítico y lo hacen señalando directamente que el mundo estaría mejor con una población reducida.
Cómo implicó el “Club de Roma” en su informe de 1972, “la contaminación, el calentamiento global, la escasez de agua y las hambrunas son ejemplos –y responsabilidad- de la propia humanidad”, la que ENTONCES debe reducirse para mantener estas amenazas bajo control”.
Un problema global, requiere una solución global es el nuevo eslogan para justificar el globalismo, es decir, el gobierno central universal y entonces…llegó el bichito invisible.
2020- El virus y la ingeniería social.
El 31 de diciembre de 2019, China informó a la OMS la aparición en Wuhan de un nuevo virus que causaba neumonías atípicas.
El 8 de marzo la OMS hace un pedido de apoyo al G20 por USD 8000 millones.
El 11 de marzo, “preocupados ante la inacción de los Estados parte” la OMS declara la pandemia y la recomendación de “restricciones a la circulación” – confinamientos-
El resto es historia conocida. Pese a las comparaciones con la “gripe española” y demás alarmismos, han sido por mucho más dañinas las demenciales y liberticidas políticas de confinamiento que la propia enfermedad, condenando a –según estima el Banco Mundial-a más de 100 millones de personas a la pobreza.
Sin embargo, un relato comenzó a cobrar fuerza: Esta crisis representa una oportunidad única para cambiar el capitalismo, para refundar el sistema y así diseñar –desde la mente de los expertos mundiales -una sociedad más justa, igualitaria, resiliente y sustentable.
La pandemia como una oportunidad para “Resetear nuestro sistema”. Un gran reinicio.
The great reset.
El comité de expertos de los organismos multilaterales resolvió que la pandemia, el calentamiento global y la actividad del hombre eran eventos relacionados entre sí y que requerían una intervención coordinada e inmediata, global, única, planificada por ellos mismos. Toda la humanidad pasó a estar dirigida de hecho por el gobierno de los científicos. La dictadura de los tecnócratas.
Como han afirmado el pasado 29 de octubre: La actividad humana genera el cambio climático que a su vez causa las pandemias que están por venir.
Cito ““No hay un gran misterio: las pandemias están completamente provocadas por las actividades humanas”. Y esas actividades son las mismas que causan la crisis climática y la extinción masiva de especies: la “explotación insostenible” del planeta, según ha revelado este jueves un análisis del Panel Intergubernamental de la ONU sobre biodiversidad, el IPBES.” Y agregan “¿por qué “el crecimiento exponencial del consumo y el comercio” ha llevado a la aparición de enfermedades infecciosas? “Porque interrumpe las interacciones naturales entre la vida salvaje y los microbios, incrementa el contacto entre esos animales silvestres, el ganado, los humanos y los patógenos lo que ha llevado a casi todas las pandemias”
La conclusión es evidente. El problema es el capitalismo. Este sistema ha traído un bienestar inusitado a la humanidad, lo que ha llevado a un desmedido aumento de la tasa de natalidad, con su respectivo aumento en el consumo, producción y utilización de energías contaminantes. Asimismo, este notable crecimiento de la riqueza ha envilecido a las personas, por lo que hace falta un cambio moral.
Aboliendo –o en términos más aceptables para el público, reseteando- el capitalismo, se solucionarían todos los problemas, la gente comenzaría a ser buena y solidaria y así el desarrollo volvería a ser sustentable, el ser humano bueno y nuestra casa común a salvo.
El plan para llevar adelante todo esto ha sido titulado “The great reset” o “El gran reinicio”.
La cabeza visible del programa es Klaus Schwab, economista alemán, fundador del Foro Económico Mundial en 1971.
Como escribía Klaus Schawb en diciembre de 2019:
¿Qué tipo de capitalismo queremos? Esta sea tal vez la pregunta que defina nuestra era. Una pregunta a la que hemos de responder correctamente si queremos que nuestro sistema económico sea sostenible para las generaciones futuras.
Existen tres modelos: el primero es el «capitalismo de accionistas», que considera que el principal objetivo de las empresas es la obtención de beneficios y ha sido el modelo predominante en innumerables sociedades occidentales.
El segundo es el «capitalismo de Estado», un modelo que confía en el Estado para que marque la dirección de la economía y ha adquirido gran importancia en los mercados emergentes.
Sin embargo, yo me inclinaría por el «stakeholder capitalism», el capitalismo de las partes interesadas, un modelo al que me referí por primera vez hace medio siglo. En este modelo las empresas son administradoras de la sociedad, y representa la respuesta más acertada a los desafíos sociales y ambientales de nuestros días.
En 2020, Klaus, que de más está aclarar que es una de las personas más influyentes del mundo, publicó el libro “COVID19: The great reset”, la hoja de ruta para, a través de la ingeniería social, cambiar el paradigma social.
En palabras de Klaus Schwab:
Para obtener un mejor resultado, el mundo debe actuar conjuntamente y con rapidez en la renovación de todos los aspectos de nuestras sociedades y economías, desde la educación hasta los contratos sociales y las condiciones laborales. Deben participar todos los países, desde los Estados Unidos hasta China, y deben transformarse todos los sectores, desde el gas y el petróleo hasta el de la tecnología. Dicho de otro modo: nos hace falta un “Gran Reinicio” del capitalismo.
Una hoja de ruta a la que pronto se sumarían el Príncipe Carlos de Inglaterra, Jorge Bergoglio AKA papa francisco y una serie de presidentes como Justin Trudeau, Pedro Sánchez, Lula da Silva y Alberto Fernández, entre otros campeones de los confinamientos.
En palabras de Rothbard “la manera de dañar al capitalismo es atacar la extensión del mercado y la división de trabajo”. Justamente los puntos que resultaron agredidos directamente por las medidas de confinamiento.
EL RESETEO PRE PANDEMIA
El programa no es nuevo. Desde Marx a los socialistas del siglo XXI, la idea fue siempre la misma. La pandemia fue la excusa perfecta para acelerar el plan para terminar de una buena vez, con el sistema capitalista y las libertades individuales. Desde mucho antes de 2020 se insistía en el mismo relato de reformular el capitalismo:
Como decía Klaus Schawb en ¿Qué tipo de capitalismo queremos? En 2019.
Existen tres modelos: el primero es el «capitalismo de accionistas», que considera que el principal objetivo de las empresas es la obtención de beneficios y ha sido el modelo predominante en innumerables sociedades occidentales.
El segundo es el «capitalismo de Estado», un modelo que confía en el Estado para que marque la dirección de la economía y ha adquirido gran importancia en los mercados emergentes.
Sin embargo, yo me inclinaría por el «stakeholder capitalism», el capitalismo de las partes interesadas, un modelo al que me referí por primera vez hace medio siglo. En este modelo las empresas son administradoras de la sociedad, y representa la respuesta más acertada a los desafíos sociales y ambientales de nuestros días.
“el «stakeholder capitalism» empieza a imponerse a un ritmo acelerado. Es la culminación de un largo proceso. Yo describí este concepto por primera vez en 1971 y creé el Foro Económico Mundial con el fin de ayudar a las empresas y a los dirigentes políticos a aplicarlo.”
EL GRAN RESETEO ECONÓMICO.
En términos económicos el gran reseteo consiste en eliminar las restricciones que impone la teoría monetaria de Milton Friedman al gasto público y su financiamiento vía banca central –algo tan conocido por nosotros los argentinos-, para dar paso a la aplicación de la Teoría Monetaria Moderna.
Una teoría que elimina cualquier límite a la creación de nuevo dinero y al impulso del gasto público. Keynesianismo siglo XXI, ni más ni menos.
Cito el artículo del WEF: Redefinir el multilateralismo y el capitalismo financiero:
Pero esta forma de capitalismo limitado y regulado pronto pasó a ser blanco de ataques, especialmente de parte de los economistas de la escuela de Chicago que abrazaban una agenda de libre mercado favorable al capitalismo financiero. Empresas y educadores por igual abrazaron la nueva ortodoxia, que para los años 1970 había llegado a dominar los escalones más altos de la economía global. Uno de sus pilares centrales –la gobernanza corporativa basada exclusivamente en una “maximización del valor para los accionistas”- se convirtió en una hipótesis incuestionada.
Sin duda, este multilateralismo impulsado por el poder introdujo un largo período de relativa estabilidad global, y las prescripciones de políticas de la escuela de Chicago ayudaron a crear las condiciones para la expansión de imperios financieros y el surgimiento de nuevas clases medias, sacando a decenas de millones de personas de la pobreza. Algunos individuos y familias disfrutaron de niveles inconmensurables de nueva riqueza.
Ahora bien, eso no significa que el acuerdo fuera ciento por ciento eficiente para la sociedad en general. A lo largo de la historia, varios sistemas de explotación han construido imperios y amasado grandes fortunas de la mano de un desempeño atroz en términos de bienestar y capital social (confianza, cohesión comunitaria, capacidad para la acción colectiva). Su colapso representó un progreso moral, porque dio lugar a una nueva era en la cual los derechos humanos y la prosperidad compartida podían prevalecer.
El sistema de reserva fraccionaria, banca central y dinero fiat está colapsado. Las élites financieras y burocráticas lo saben. El sistema basado en deuda, gasto público y crédito barato está llegando a su fin.
Dice Klaus Schawb:
Las consecuencias a largo plazo para el crecimiento económico, la deuda pública, el empleo y el bienestar humano serán graves. Según el Financial Times, la deuda pública mundial ya ha alcanzado su cota más alta en tiempos de paz.
Si no se abordan, estas crisis, sumadas al Covid-19, se intensificarán y harán que el mundo sea aún menos sostenible, menos equitativo y más frágil. Para evitar este escenario no bastará con medidas graduales y soluciones ad hoc. Debemos forjar unos cimientos completamente nuevos sobre los que sustentar nuestros sistemas económicos y sociales.
El planteo es el siguiente: los Estados nacionales se encuentran tan endeudados y esa deuda es tan insostenible que, ante una emergencia –como la pandemia-se encontraron atados de pies y manos para actuar. Por ello, debieron tomar aún más deuda, empeorando la situación.
En el otro extremo, las tasas de interés están en un nivel tan bajo – en algunos niveles en tipos negativos- que consideran que la nueva emisión de dinero queda esterilizada por estos bonos, no generando inflación.
Lo que no te cuentan, es que han llegado a un límite tal de endeudamiento que los bancos centrales corren el riesgo de ser insolventes. Que la deuda es tan grande, que deberían subir las cargas tributarias a niveles que generarían rebeliones fiscales masivas y por último, que los tipos de interés están manipulados, planificados por los mismos bancos centrales y en muchos casos, los bonos son de compra compulsiva por parte de los fondos de pensión. Es decir que el capital de millones de personas está en juego.
Por eso el reset. Apagar el sistema y volver a comenzar con un “jubileo de deuda pública”, para que el esquema Ponzi de banca central y reserva fraccionaria, vuelva a comenzar.
Dice Klaus Schabw:
En lugar de utilizar estos fondos, y las inversiones de entidades privadas y los fondos de pensiones, para arreglar las grietas del viejo sistema, deberíamos utilizarlos para crear un sistema nuevo que sea más resiliente, equitativo y sostenible a largo plazo. Esto se traduce, por ejemplo, en la creación de infraestructura urbana verde y en proponer incentivos para que las industrias mejoren su trayectoria de métricas medioambientales, sociales y de gobernanza.
Los más afectados son los países del tercer mundo. Por lo que en una primera instancia debemos condonar las deudas de estos países.
Pero los países más endeudados son los países del países del G20… que lógica tiene resetear el sistema económico sin borrar las deudas de los países más importantes?
“Una nueva normalidad – BUILD BACK BETTER”
Como escribía Marx, para llevar adelante el programa comunista, no solo hacía falta una revolución económica. Era necesario planificar y dar a luz un NUEVO HOMBRE.
Para el Gran Reinicio, ocurre lo mismo.
Cito del Artículo EL legado de la covid-19, así debemos enfrentarnos al gran reinicio:
En gran medida, acontecimientos tan diferentes como el aumento brusco y exagerado del desempleo (un riesgo económico), la ola mundial de disturbios sociales desatada por las protestas del Black Lives Matter (un problema social) y la creciente fractura entre China y los Estados Unidos (un riesgo geopolítico) no habrían tenido lugar sin la pandemia. Cuanto menos, se recrudecieron por ella.
En palabras de Klaus Schawb en su libro “COVID19: The Great RESET” : “Muchos nos preguntamos cuándo volverán las cosas a la normalidad. La respuesta corta es NUNCA. Nada volverá a tener jamás el sentido de la normalidad DEFECTUOSA que prevalecía antes de la crisis…”
Concentrado en el cuidado del medio ambiente y la “economía de partes interesadas”, el ser humano que surja después del covid –Schawb menciona que se debería hablar de antes del coronavirus y después del coronavirus, como una nueva era de la historia humana, será inclusivo, sustentable, solidario o no será.
Es evidente que existe una voluntad de construir una sociedad mejor y debemos aprovecharla para garantizar el Gran Reinicio que necesitamos con tanta urgencia. Harán falta unos Gobiernos más robustos y eficaces, aunque esto no implica un impulso ideológico hacia Gobiernos más grandes. Y se requerirá la colaboración entre los sectores público y privado en cada etapa del camino.
La agenda del Gran Reinicio tendrá tres componentes principales. El primero orientará el mercado hacia resultados más justos. Para ello, los Gobiernos deberían mejorar la coordinación (por ejemplo, en materia de políticas tributarias, reglamentarias y fiscales), actualizar los acuerdos comerciales, y crear las condiciones de una “economía de las partes interesadas”. En un momento de reducción de las bases impositivas y crecimiento de la deuda pública, los Gobiernos tienen un poderoso incentivo para impulsar estas medidas.
El segundo componente de la agenda del Gran Reinicio garantizaría que las inversiones promuevan objetivos comunes, como la igualdad y la sostenibilidad. En este sentido, los programas de gasto a gran escala que están aplicando muchos Gobiernos representan una gran oportunidad para el progreso.
El nuevo eslogan que han elegido es BUILD BACK BETTER (reconstruyamos mejor) y para ello se deberá avanzar hacia la más grotesca y escandalosa ingeniería social, que insisto en el mismo punto, será virtualmente imposible escapar de esto.
Dice Klaus Schawb:
Debemos forjar unos cimientos completamente nuevos sobre los que sustentar nuestros sistemas económicos y sociales.
Para ello se requiere un nivel de cooperación y ambición sin precedentes, pero no es un sueño imposible. Es más, un aspecto positivo de la pandemia es que nos ha enseñado que podemos introducir cambios radicales en nuestro estilo de vida con gran rapidez. La crisis obligó, casi de forma instantánea, a empresas y particulares a abandonar prácticas que durante muchos años se habían considerado esenciales, desde el uso frecuente del transporte aéreo hasta el trabajo en la oficina.
Debería establecerse un parámetro que mida la «creación de valor compartido» que complementase a los parámetros métricos y permitiese mejorar los objetivos «ambientales, sociales y de gobernanza».
Cito del Artículo EL legado de la covid-19, así debemos enfrentarnos al gran reinicio:
La concurrencia y la gravedad de estos desequilibrios significan que ahora estamos en una coyuntura crítica donde el potencial de cambio es ilimitado y solo queda restringido por nuestra imaginación, para bien o para mal. Las sociedades podrían mostrar una tendencia hacia prácticas más igualitarias o lo contrario; orientarse hacia una mayor solidaridad o propiciar el individualismo; favorecer intereses minoritarios o atender las necesidades mayoritarias. Las economías, cuando se recuperen, podrían caracterizarse por una mayor inclusión y estar más en sintonía con el bien común mundial, o simplemente podrían seguir con las prácticas de siempre, algo que ahora se revela, en muchos sentidos, como un statu quo insostenible.
¿Habrá suficiente voluntad colectiva dirigida a aprovechar esta oportunidad sin precedentes para reinventar nuestro mundo, en una apuesta por hacerlo mejor y más resiliente, a medida que emerge al otro lado de esta crisis?
Esta es la pregunta fundamental de la que depende el éxito del Gran Reinicio. El ámbito del cambio requerido es inmenso y abarca desde la elaboración de un nuevo contrato social hasta la configuración de una mejor colaboración internacional.
CONCLUSIÓN.
“El socialismo es el intento de crear un nuevo orden social a voluntad. Sin embargo, uno no puede construir el «orden» según sus deseos. La realización volitiva de un sistema socioeconómico da como resultado el establecimiento de la sociedad como una única organización dominada por el Estado y, como tal, es necesariamente jerárquica y debe basarse en el mando y la obediencia en lugar de la libre asociación del pueblo como sucede en un orden espontáneo” Antony Mueller.
Cada vez estamos más cerca del objetivo planteado por Marx en su manifiesto. El gobierno mundial ya no es una utopía sino una triste realidad. Todo por lo que abogamos los liberales está en juego: Orden espontáneo, acción humana, libre competencia, igualdad ante la ley, propiedad privada, etc..
Hoy, más que nunca debemos entender que es lo que realmente está en juego.