Como salida del guion de una serie coreana (el último descubrimiento de los streaming para atrapar audiencias occidentales), la «mala» de la historia resucita para darle vida y nuevas ínfulas al héroe. ¿De qué otra maneras podríamos leer el regreso del sábado de Cristina Kirchner?
Y si alguna duda quedaba, el título principal de Clarín de hoy la despeja. «Milei defiende su gestión y elige a Cristina como su rival«. Demasiada explícita toda la secuencia como para evitar pensar en que estamos frente a la presencia de una clásica jugada política. Donde ambos jugadores, justamente los únicos con capacidad para comunicarse directamente con sus respectivos electorado cautivos, se desafían en tiroteos dialécticos.
Cristina salió del clóset el día de la marcha por la educación pública y desde su balcón – imagen más que evidente- saludó a la marea estudiantil que iba rumbo a Plaza de Mayo. Todo estuvo calculado en esa estética comunicacional.
La pregunta que surge espontánea es ¿por qué tuvo que sobreactuar horas después con un discurso de barricada en los pagos de la camporista Mayra Mendoza? No alcanza con explicar que Cristina buscaba ordenar a la desorientada tropa kirchnerista, que ya no sabe si el gobernador Kicillof sigue o no siendo un jugador K. O si su hijo Máximo lo atacará (a Kicillof) como Irán a Israel.
La interna salvaje que atraviesa un peronismo sin mariscal explica sólo una parte de la reaparición pública de la ex vice de Alberto.
Como sea, el Gobierno se festejó el regreso a la arena política de la «enemiga designada«. La única con capacidad y volumen político para inyectarle al Presidente las dosis de adrenalina necesarias justo cuando la luna de miel para la administración Milei comienza a quedar en el recuerdo.
Y arranca un turbulento mayo. Con paro general de la CGT, tarifazos de luz, gas, peajes y combustibles, una casta atrincherada en el Congreso que pide retornos políticos para aprobar una deshilachada Ley Bases, y la sensación de que el humor social puede transmutar de positivo a negativo con cualquier excusa.
En ese contexto la frase de Cristina: » te puede haber votado el 60%, pero si después de eso la gente se caga de hambre y la echan del trabajo, ¿de qué te sirve?«, es un salvavidas para el Presidente Milei. Todo lo que ella diga le servirá a él para ganar capital político y sumarle intereses.
Y aunque todos sepamos que nada será para siempre, hoy Milei puede estar tranquilo. Si del otro lado del Rubicón está Cristina y la Cámpora, podrá cruzar el río al trote.
