18/05/24

«La clave del éxito uruguayo es ser confiables y tener partidos políticos fuertes»

Fernando Paganini Pesce rompe el molde. Y como buen uruguayo hasta disfruta de ese rol disruptivo. Por su apostura y su discurso, parece un joven cuadro político de aquellos que la Argentina generaba por “toneladas” en las décadas del ´70 y la de los ´80. Lúcido, con argumentos sólidos y un profundo cariño y respeto por “la política”, se muestra en las antípodas de los planteos “anti sistema” o “anti política” que tanto prosperan hoy en nuestro país.

Licenciado en Estudios Internacionales en la Universidad ORT Uruguay, prosecretario adjunto de Relaciones y Vínculos Partidarios Internacionales del Partido Colorado, es además una de las caras – en calidad de partner- de la Fundación Friedrich Naumann en Argentina, Paraguay y ahora también, Uruguay.

«Uruguay, al ser un país pequeño, tiene que competir. Y al estar al lado de dos gigantes (por Brasil y la Argentina) tiene que buscar cómo diferenciarse»

Fernando Paganini Pesce

Para Paganini Pesce, la clave del éxito de la actual coalición de gobierno (de blancos y colorados) y en general del buen momento económico que atraviesa Uruguay, está en la previsibilidad a largo plazo y la seguridad jurídica que los distingue como un oasis en una América Latina siempre inestable. ¿Y de quién es el mérito? Para el joven cuadro colorado, la explicación radica en la fortaleza del consenso y el diálogo que distingue a las principales fuerzas políticas del país: desde la izquierda agrupada en el Frente Amplio, hasta el centro conservador y liberal que cobija a los dos grandes partidos tradicionales, los colorados y los blancos que hoy son cabeza de la coalición con la figura carismática de Alberto Lacalle Pou.

Visión Liberal: Si hoy llega a Montevideo un inversor extranjero, ¿con qué panorama económico se encuentra? ¿Cómo definirías el momento?

Paganini Pesce: El clima es más bien positivo. Estamos transitando la recuperación de la post pandemia, al tiempo que estamos atrayendo muchas inversiones del extranjero. Pero quizás el mayor indicio de que estamos creciendo, es que desde la oposición la crítica es que este crecimiento no está siendo equitativamente distribuido.

VL – ¿Y eso cuanto tiene de la verdad?

PP- Hay niveles de crecimiento muy interesantes y el desempleo está cayendo a los niveles de 2019, cuando el anterior gobierno se fue.

VL- Es cierto que 2019 fue un año con uno de los crecimientos más bajos después de la crisis de 2002.

PP – Si no me equivoco, el más bajo fue en 2015. Lo que hay que analizar, es que a partir de la última presidencia de Tabaré Vázquez se priorizó continuar subiendo el salario real de los trabajadores, lo cual fue beneficioso para los que tenían trabajo. Pero si pensamos en un contexto de estancamiento económico como el que tuvo Uruguay con el gobierno anterior, con muchas empresas que cerraron, esos trabajadores quedaron sin empleo y el desempleo aumentó.

En eso soy crítico del gobierno anterior ya que, claro, fueron 15 años ininterrumpidos de crecimiento de salario real, pero que en último tramo del Frente Amplio quedó como costo una pérdida del empleo. Ahora está pasando lo contrario: el gobierno busca que más persona queden empleadas, aunque en el corto plazo perdamos salario real porque eso, a la larga, puede recuperarse. Pero el costo de tener el 10% de la población desempleada a largo plazo puede ser muy malo.

VL – ¿A cuánto debería bajar el desempleo, en un contexto de crecimiento económico?

PP – Dado que hoy estamos cerca de un 8%, podría calcularse que, si al país sigue yéndole bien, podría ser aún menor. El tema es que no ocurran sucesos como la pandemia, que nos hizo repensar toda la estrategia del gobierno, desde la economía a la seguridad.

 VL – ¿Cuál es la clave para que Uruguay aparezca tan interesante para un inversor externo?

PP – Uruguay, al ser un país pequeño, tiene que competir. Y al estar al lado de dos gigantes (por Brasil y la Argentina) tiene que buscar cómo diferenciarse.

Y el principal aspecto que salimos a vender en comercio exterior es la seguridad jurídica. Somos un país fuerte, con estado de derecho, normas confiables que se aplican, y mucha transparencia.

No niego que quizás haya escándalos por acá y por allá, pero son los menos. Las reglas de juego en Uruguay son transparentes y claras y eso al inversor le atrae porque le permite pensar en el largo plazo. Y un dato que contribuye mucho a esa seguridad jurídica es que somos un país que tiene, en muchos temas, consenso en la clase política. Desde la izquierda más recalcitrante hasta la derecha más conservadora. Nadie está con ánimos de refundar el país o derribar la Constitución actual. De acá a treinta años las bases del país lo más probable es que sigan siendo las mismas. porque actores de distintos sectores de la sociedad tienen interés en que esto siga así.

VL- Esa previsibilidad de Uruguay los distingue en AL. Hace 5 años, el país más previsible parecía Chile, y de golpe, después de la crisis monumental que tuvo el último gobierno de Piñera, se derrumbó y pasó a un gobierno de izquierda.

PP – En Chile, creo que lo que más preocupados tenía a los capitales no es tanto el gobierno actual, que es de una izquierda moderada, si no el posible cambio de la Constitución (fantasma que quedó disipado por el voto en contra de cambiar la Constitución del pasado domingo 4) que podría sacudir las bases de lo que fue el crecimiento de Chile en las últimas décadas. Incluso hay en este momento inversores chilenos que apuntan a Uruguay como Plan B. Hemos recibido muchas consultas de chilenos para invertir en nuestro país.

VL – Obviamente hay muchos argentinos que ya radicaron sus empresas en Uruguay.

PP – El fenómeno de empresas argentina (y empresarios particulares) que ya se establecieron en Uruguay es muy importante. Vino Globant, vino Mercado Libre. Ahora tenemos a Galperín viviendo en nuestro país. Y hablo de empresas muy poderosas, de las llamadas Unicornios. En Colonia se está tratando de generar un centro de servicios e innovación y eso queda muy cerca de Buenos Aires, está muy estratégicamente ubicado y permite llevar trabajo al interior del Uruguay.

VL – O sea, ¿la radicación de empresas argentinas le permite a Uruguay descentralizar?

PP – Tanto o más que en el resto de Latinoamérica, Uruguay tiene el gran problema de la centralización.

En Montevideo están concentrados todos los servicios, sobre todo la educación superior, y los mejores centros de salud.

Y creo que en los últimos años se ha ido dando, gracias a las inversiones argentinas y la radicación de argentinos, una mayor descentralización en el sur del país, hacia Colonia y mucho más hacia Punta del Este y Maldonado.

VL – ¿Dónde está la diferencia para que Uruguay no dé saltos tan violentos, en términos políticos, como Brasil que pasará, casi con seguridad, de Bolsonaro a Lula, o la Argentina que pasó de Macri al peronismo?

PP – Los partidos políticos uruguayos tienen dos particularidades que los caracterizan. Por un lado, una base social muy fuerte. La gente se “metió” en ellos. En los siglos anteriores ese notable involucramiento fue un problema, ya que por ejemplo, en el siglo XIX hubo una guerra civil tras otra entre blancos y colorados. Pero ese apasionamiento, a la larga, generó que mucha gente sintiera arraigo hacia la política. Y así la gente del pueblo se involucró con sus partidos y los hizo suyos.

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Eso no sucedió en Brasil, por ejemplo, y si bien las elites siempre estuvieron bien informadas sobre cuestiones políticas, las clases populares quizás nunca lograron calibran tanto los matices y votaban cambios muy dramáticos en función de sus necesidades de momento, sea la inseguridad o la pobreza.

En Uruguay, al tener la política más cercana a través de los partidos tradicionales (Colorado y Blanco o la izquierda), hemos podido arraigar y así apostar más a ciertas instituciones duraderas. Al mismo tiempo, esas instituciones son sumamente diversas. El mejor ejemplo es el Frente Amplio, un partido de izquierda, con una definición muy clara. pero dentro de esa izquierda está la izquierda más progresista o moderna, comunistas, y socialistas. ¿Qué quiero decir? Que, con tantos matices, la persona que emerge como líder tiene que formar una coalición, y aunar opiniones distintas.

Y lo mismo ocurre en los dos partidos tradicionales. Los colorados y los blancos tuvieron todas las facciones ideológicas habidas y por haber en su historia. El Partido Nacional, que es el que hoy encabeza la coalición de gobierno con Lacalle Pou, se asocia al conservadurismo, al liberalismo económico, pero si revisamos en su historia hubo facciones de todo tipo: figuras como Carlos Quijano que tuvieron una clara alineación con los principios de la izquierda latinoamericana. Y eso, en el fondo, es lo que obligó a sus líderes a buscar consensos y acuerdos. Así, en Uruguay hay progresistas en los partidos tradicionales, y hay conservadores dentro de la izquierda.

VL- En la Argentina parece primar más la cuestión “movimientista” en la que los liderazgos son exageradamente personalistas. ¿Cómo definirías al Partido Colorado?

PP – Los colorados somos un partido de centro, de raíces liberales que vienen de 1830 con un fuerte arraigo a las ideas de la Ilustración que han marcado a la civilización occidental. Y al mismo tiempo el partido supo conjugar ese origen con la realidad de cada época. Es un partido muy pragmático que siempre supo navegar los dilemas para buscar la mejor solución posible. Es cierto que ese pragmatismo hizo que una parte de su base electoral la perdiera en la crisis de 2002. Una crisis que obligó al gobierno (N de R: el presidente era Jorge Batlle) a tomar medidas impopulares para pagar la deuda.

VL – ¿Cómo se analiza esa decisión dos décadas después?

 

PP – Creo que hoy el país está mucho mejor gracias a que esa crisis fue bien administrada. Pero para la gente que sufrió esa época y vio la pobreza y vio que al mando estaba el Partido Colorado, se quedó con un sinsabor. Pero, a mi juicio, fue muy importante no haber priorizado el rédito político por encima de lo que era bueno para el país.

VL – El Partido Colorado de Uruguay y la derecha francesa parecen compartir ser una referencia en el centro del tablero político y al mismo tiempo ser partidos tradicionales.

PP –  Todos apostamos a ser el partido emergente que ocupe el centro de la escena. Es cierto que tenemos el problema de la regeneración de cuadros. Hay una generación de grandes figuras en el partido que también hacen que la vara esté muy alta. En otros partidos más nuevos es más fácil, pero en el Partido Colorado hay muchísimas figuras que ya vienen con gran tradición.

VL – Dejemos por un rato la vida de los partidos y vayamos a los problemas puntuales. ¿Qué tan grave es la crisis de seguridad?

P P- (Silencio) era grave, ciertamente, en 2019. Poco antes de la pandemia el país estaba cada vez peor y desde el gobierno de entonces tampoco había una discusión frontal sobre ciertos temas. Por ejemplo, fortalecer el rol de la policía, que es algo que se hizo en este gobierno desde el principio.

Para que nos demos una idea, en la última etapa del Frente Amplio en el gobierno, la tasa de homicidios en Uruguay duplicaba a la de la Argentina, en términos proporcionales a la población de los dos países. Eran números alarmantes. Pero a partir de 2020 y 2021, hubo una disminución importante en casi todos los delitos, sobre todo homicidios, rapiñas y hurtos.

Lamentablemente éste año están creciendo los guarismos de vuelta y eso es preocupante. No esta tan clara la causa de por qué sucede ahora este aumento.

VL – Uruguay tiene una larga tradición en ser un país líder en América Latina en los derechos y libertades civiles y de todo tipo. ¿En qué estado está el tema hoy, con la actual coalición gobernante?

PP – El gobierno desde el vamos hizo un compromiso con el país, que incluía proteger los avances hechos hasta el momento en materia de derechos de las minorías. La ley trans, la de matrimonio igualitario, la legalización de la marihuana, y del aborto. El gobierno fue muy claro en respetar esos derechos

Esta postura le permitió al gobierno de la coalición “limpiar” su imagen de ser excesivamente conservador, porque cuando el Frente Amplio aprobó esos derechos, en muchas ocasiones los partidos tradicionales votaron en contra y eso dañó nuestras posibilidades electorales en 2014, por ejemplo.

VL – ¿En qué punto está entonces hoy el tema derechos?

PP – De alguna manera la agenda de derechos que llevó adelante el Frente Amplio está hoy en un segundo plano y el gobierno busca llevar adelante una agenda de temas para el tipo de país que queremos y que podemos ser. Pero, por ejemplo, nuestro partido, el Colorado, desde el 2020, propuso un proyecto de ley para legalizar la eutanasia. O sea, el derecho a decidir cuándo poner fin a la vida ante una situación terminal. Y se está negociando con el Frente Amplio para tratar de sacar su aprobación de manera conjunta.

VL – -Es el modelo de país al que aspiramos, dijiste… Me definirías ¿cuál sería ese modelo y qué tipo de país les gustaría ser? ¿Suiza?, ¿Algún país nórdico?

PP – Las posiciones más a la derecha del Partido Colorado tiene una mirada más próxima a países como Nueva Zelanda o Irlanda. El ala más a la izquierda de mi partido apunta a los países nórdicos. Pero todos tenemos la convicción de que el estado no puede crecer y defender a los más débiles y defender políticas sociales, si no tiene una economía en la cual respaldarse. Esa economía la tenemos que hacer crecer lo más posible. Y si eso provoca que se genere desigualdad por la voluntad espontanea de los mercados, estamos dispuestos a hacerlo. Siempre y cuando los más débiles salgan favorecidos. Hasta el más socialista de los colorados se coloca dentro de la economía de mercado, la democracia, y la propiedad privada.

VL – Bajo esos parámetros, ¿los blancos también están alineados?

PP – Totalmente. Sin fisuras. Todos en la coalición pensamos así.

VL – ¿En que punto de apertura económica está hoy Uruguay?

PP – Ha dado señales de claras que quiere salir a buscar TLC con quien sea y donde sea. Obviamente, priorizamos a los mercados que sean de interés para el país en cuanto a complementariedad. Surgieron oportunidades interesantes en el gobierno de Donald  Trump con los Estados Unidos; pero ahora eso quedó stand by con Biden. Con China se avanzó bastante en las negociaciones. Obviamente que son tratativas confidenciales y sabremos más y mejor cuando haya una propuesta concreta.

VL – Estas negociaciones de Uruguay despertaron los celos en Brasil y la Argentina.

PP – Obvio, ese fue un gran tema, pero creo que nuestro gobierno dio señales claras de que no vamos a dejarnos intimidar por lo que piensan nuestros vecinos. Estamos dispuestos a fortalecer el Mercosur y a beneficiar la interacción económica si hay voluntad de las demás partes. Pero tampoco podemos privarnos del resto del crecimiento si eso no se da. Uruguay depende hoy en día, comercial y económicamente, de sus vecinos. Pero en el fondo Brasil y la Argentina son países que producen cosas parecidas a las nuestras y que al mismo tiempo tiene mucha volatilidad. No podemos confiar en que el mercado argentino o brasileño siempre crezca, y tampoco son países que estén a la vanguardia en la economía mundial. Nosotros somos muy conscientes que hay mercados muy prósperos y atractivos que están en Asia, y a los que tenemos que ir a buscar. No nos van a buscar ellos a nosotros, eso es seguro.

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VL – En la Argentina, la guerra Rusia-Ucrania abrió una ventana de interés en el rubro energía y agro alimentos ¿Cómo podría integrarse Uruguay a esta movida?

PP – Nuestro diferencial es siempre el mismo: somos un país confiable, alejado de los grandes conflictos del mundo y sustentable. Lógico en el sentido económico y social. Un país donde cualquier inversor puede proyectar negocios a treinta años. Hoy en día los mercados están buscando países que no los pongan en jaque si mañana ocurre algo. Los mercados buscan socios (países) confiables.

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