La distancia entre Buenos Aires y Montevideo (si se pudiera trazar una línea recta que una a ambas ciudades) es de 204Km. Pero la distancia política se mide en años luz. Uruguay está en las antípodas ideológicas e institucionales y los resultados, para ambos países, están a la vista.
Hace dos semanas hubo elecciones en Uruguay. Dos millones seiscientos mil electores renovaron los gobiernos de diecinueve departamentos para los próximos cinco años, con intendentes, juntas departamentales, 125 alcaldes y 500 concejales.
El politólogo Pedro Permanyer Barragué fue el invitado a la edición de octubre de la Cátedra Naumann UCEMA. Él explicó por qué Uruguay es un país sin grietas y el rol vital e insustituible de los partidos políticos en esa conducta cívica.

Coordinada por el Dr. Lars-André Richter, representante de la Fundación Naumann en Argentina y Paraguay y por Juan Manuel Agüero, coordinador de proyectos de la misma entidad, Permanyer Barragué expuso durante casi una hora sobre los principales atributos de la política uruguaya.
Permanyer tiene background para sustentar sus tesis políticas: es licenciado en Ciencia Política, tiene un Máster en Estudios Políticos, es docente de la Universidad de la República del Uruguay (UDELAR) y director general de Desarrollo Social en la intendencia de Tacuarembó. Todo eso junto y a la vez.
“Empapado” en política, el uruguayo no dudó en decir que en su país hay un nivel “más alto de libertad” que en otros países de América Latina. Y responsabiliza por esa dosis extra de libertad a la democracia basada en un sistema de partidos políticos muy fuertes.
Explicó Permanyer que son “organizaciones con niveles de institucionalización, historia, sistemas electorales propios que le dan vigencia y visibilidad. Además, tienen trayectoria y legitimidad porque son actores reconocidos como representantes de la voluntad ciudadana”.
Parece una utopía: los partidos políticos son respetados y valorizados. Y en ese “feed back” está la respuesta. Explica el politólogo que dos de los partidos políticos más antiguos del mundo están en su tierra: el partido Nacional y el Colorado. “Prácticamente están desde la creación del Estado uruguayo”, grafica.

Vivir en un país donde los partidos políticos tengan más de 200 años y sigan vigentes, respetados y considerados baluarte de la democracia es la clave para entender por qué no tienen la maldita grieta.
“Los partidos políticos son actores relevantes y fundamentales de la sociedad. Son medios de canalización de las demandas y las cuestiones sociales que vinculan al Estado con los ciudadanos”.
No existe eso en América Latina y menos en la Argentina, donde las llamadas “organizaciones sociales” o los sindicatos desafían a los partidos políticos. Horadan, separan, agrietan y finalmente derrumba la ya precaria legitimidad de los partidos políticos argentinos (o lo que queda de ellos).
Partidocracia de consenso definen los politólogos uruguayos a ese dato de la democracia, destacando el papel protagónico e indiscutible que tienen los partidos políticos.

“El uruguayo está vinculado al liberalismo moral, kantiano. Ese dice que dice que ningún hombre puede interferir en la concepción de la felicidad del otro”. Pedro Permanyer
De hecho, Permanyer lo grafica con un dato de la actualidad: “Actualmente, el gobierno es de coalición encabezado por el partido Nacional. Ahi participan los dos participan los dos partidos fundacionales y una serie de partidos nuevos que tiene como principal socio al Cabildo Abierto, un partido de derecha donde su actual líder es el ex general del Ejército uruguayo”.
“Esa coalición funciona bien, busca equilibrios”, agrega. “La sociedad uruguaya, en términos ideológicos sería calificada como social demócrata. Está vinculada al liberalismo y sobre todo, al liberalismo moral: la libertad en términos kantianos: ningún hombre puede interferir en la concepción de felicidad”.
Otra utopía para Argentina. Permanyer aclara que el liberalismo está presente en la concepción moral y política, pero aún no tanto en lo económico. Aunque, agrega, desde los ’60 “hubo una tendencia a una mayor libertad económica. El sistema político uruguayo la competencia ha sido centrípeta, tiende al centro“.
Nuestro sistema electoral contempla un regimen de doble voto simultáneo. Dentro de los partidos tengo fracciones enfrentadas y compiten por el mismo partido. El partido Nacional siempre tuvo dos fracciones fuertes: una vinculada a la derecha liberal y otra a la socialdemocracia. Al Frente Amplio le pasó lo mismo: tienen al partido comunista y a sectores demócratas y liberales.
Esa “ensalada” ideológica, en Uruguay dio resultado. ¿Por qué? Básicamente porque tiende al consenso. Y además porque existen mecanismos institucionales que permiten a los gobiernos tener garantías que les permita ejercer su gestión.
La lección de la Cátedra UCEMA de octubre dejó algunas reflexiones más en el transcurso de la disertación de Permanyer. Y también el sabor amargo de entender qué lejos y qué inalcanzable está Uruguay para la Argentina.