27/04/24

La protesta de Greenpeace o el arte de cortar las piernas para luego vender las muletas

Greenpeace: ecologismo hipócrita con olor a gas

El pasado 30 de diciembre, el ejecutivo aprobó la explotación petrolera offshore en el Mar Argentino –resolución 436/2021–. La medida acarreó, días posteriores, campañas mediáticas en redes sociales y movilizaciones en las principales ciudades de la costa bonaerense en calidad de rechazar la decisión del gobierno nacional respecto a la explotación petrolífera. Desde voces ambientalistas ‘independientes’ hasta partidos políticos, todas se hicieron presentes en el denominado ‘Atlanticazo’.

¿Dónde comenzó todo?

Tras la medida adoptada por el gobierno nacional, Greenpeace Argentina realizó su descargo e inició una campaña mediática en contra de susodicha medida. Dicha campaña, desembocaría días más tardes en la renombrada movilización en alrededor de diez localidades costeras del país. Para la organización ecologista ‘no hay manera de llevar a cabo la exploración y explotación petrolera offshore sin que genere impactos irreversibles para los ecosistemas marinos […] si hay petroleras, sabemos que habrá derrames’.

¿Es acertado el punto de Greenpeace? ¿Existe algún interés oculto?

Según el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas –IAPG–, no se han generado incidentes ambientales significativos en los casi 90 años de exploración y explotación hidrocarburifera en el lecho marino. De hecho, el 17% del gas producido en el país proviene de 36 pozos en el mar, la mayoría emplazados en la Cuenca Austral, por lo que la experiencia Argentina aún no ha presenciado incidentes relacionados con la explotación offshore, hecho que Greenpeace pretende ocultar.

La matriz energética de Argentina entre 2020 y 2021, según el IAPG y Ember, se encontró compuesta por alrededor de un 70% de combustibles fósiles, especialmente de gas natural. ¿Por qué es importante saber esto? Pues sencillamente porque allí radica un negociado que Greenpeace podría pretender ocultar: la venta de gas natural.


Gráfico 1: Matriz energética de Argentina 2020 (Ember Global Electricity Review 2021)

¿Qué sucedió en Alemania?

En 1999, Greenpeace fundó una sociedad corporativa bajo el nombre de Greenpeace Planet Energy con el objetivo de comercializar energía eléctrica obtenida a partir de fuentes renovables. Tras el accidente de Fukushima, Angela Merkel –entonces Canciller de Alemania– enarboló a partir de 2011 la bandera de un movimiento crítico del uso de la energía nuclear que se originó alrededor de la década de 1980 tras los acontecimientos de Chernóbil. Dicha postura, implicó el cierre definitivo y progresivo de las centrales nucleares en toda Alemania.

La iniciativa alemana de deslindarse de la energía nuclear llevó al país a una mayor dependencia de fuentes no renovables, en su mayoría gas ruso y carbón. La oportunidad no fue desaprovechada, y Greenpeace Planet Energy puso manos a la obra.





Grafico 2: Matriz energética de Alemania 2020 – 2021 (Deutsche Welle en base a la Oficina Federal de Estadística de Alemania)

En 2011, Greenpeace Planet Energy empezó a comercializar gas natural, producto al que denominó ‘proWindGas’. El mismo se trataría, inicialmente, de gas natural pero iría poco a poco sustituyéndose por otros gases –hidrógeno verde y biogás–. De este modo, se influiría, supuestamente, en la transición energética de los consumidores de gas.

No obstante, en los casi diez años de venta de este producto, la mezcla vendida por Greenpeace Planet Energy se mantuvo compuesta en un 99 % de gas natural y apenas un 1 % de hidrogeno o ‘gas eólico’. Para ser exactos, en diciembre de 2020 proWindGas consistía en un 99,33% de gas natural. Para marzo de 2021, la cifra no descendió del 91,99%.


Tabla 1: Composición del proWindGas en 2020 (Greenpeace Planet Energy)

¿Hipocresía?


Para la sociedad corporativa, la venta momentánea de gas natural constituye un mal necesario para encaminarse en la transición a las energías renovables.

Greenpeace sabe bien lo que hace. Es contradictorio el hecho de que una ONG –mediante su ala corporativa– venda gas natural desde hace casi 10 años y luego reclame a gobiernos nacionales la prohibición de la explotación de yacimientos de recursos convencionales como los hidrocarburos. ¿Realmente les interesa el medioambiente o simplemente es un medio para lucrar para sí mismos? El negocio de Greenpeace Planet Energy radicaría sencillamente en cortarles las piernas a sus clientes y venderles las muletas. ¿Serán las campañas prohibicionistas en nuestro territorio parte de un negocio mayor por parte de allegados a Greenpeace? Las suposiciones quedan en cada uno.

Compartir:

Más publicaciones

Compartir:

Más publicaciones