04/07/24

No se trata de aceptar mandatos ni de rechazarlos: la clave es ejercer la propia voluntad

Autocontrol: la práctica de amar la propia voluntad

Es frecuente que desde la infancia, nos enfrentemos a una falsa dicotomía: la disciplina impuesta de manera arbitraria por una autoridad o la rebeldía sin causa. Desde niños, nuestros padres y maestras en la escuela nos decían: “es por tu bien”, “obedece”, “pórtate bien”. Aquí se nos plantea un dilema engañoso que nos persigue hasta que somos adultos: todo lo que sea disciplina es autoritarismo y todo lo que sea rebeldía y cuestionamiento es una falta de respeto.

Esta falacia consiste en dejar de lado la tercera opción: el uso de la propia mente para dar forma al propio carácter a lo largo de la vida, usando la mente de manera individual, sin aceptar preceptos “porque sí” y tampoco rechazarlos “porque sí”. Tanto la obediencia como el cuestionamiento tienen que ser resultado del juicio independiente de cada individuo en la situación determinada en la que se nos presenta esta dicotomía.

El autocontrol es justamente el resultado de esto. Adquirir hábitos productivos y saludables es un proceso arduo que trae resultados muy provechosos en el largo plazo para una persona, pero estos hábitos deben moldearse mediante un dominio consciente de la realidad, y este dominio requiere un trabajo intelectual paulatino y persistente.

Si nos resignamos a aceptar mandatos sin cuestionarlos nunca, estamos fallando en nuestro intento de ser independientes y productivos.

Por otro lado, si cada día sucumbimos solo a los deseos y placeres de corto plazo, ignorando toda disciplina, los resultados de largo plazo en cuanto al mejoramiento de nuestra calidad de vida serán nulos.

Para evitar caer en estos dos escenarios, es necesario ver a cada persona como un ser dotado de voluntad. Esta voluntad está en el decidir pensar por nosotros mismos o no, cada día de nuestras vidas. Es notorio cómo un pequeño giro de timón en un momento determinado puede significar una gran diferencia una vez que el nuevo hábito se ha perpetuado. Desde empezar a ir al gimnasio para desarrollar masa muscular, cambiar hacia una dieta más saludable, limpiar la casa más seguido o dedicarle cuatro horas semanales al estudio de un idioma, todos los hábitos productivos y saludables provienen de la independencia de pensamiento, saber que tenemos el control, entender las causas del bienestar y del malestar y las consecuencias de los hábitos nocivos y los hábitos saludables.

La mente humana es capaz de gobernar la vida y la realidad de manera totalmente autónoma sin requerir obediencia ciega y a la vez sin evadir los hechos groseramente profiriendo pretextos como “de algo hay que morir”, cuando nos recomiendan dejar de fumar.

La posibilidad de prolongar y mejorar nuestra vida está en nuestras manos a todo momento. Nuestra mente es capaz de dominar la realidad, y esto requiere esfuerzo propio, no obediencia a una autoridad externa. Pero para poder dominar la realidad es necesario optar por obedecerla y nunca evadirla. 

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