24/05/2025

Dylan, Thor y esa manía ¿inocente? de comunicar el poder en las redes a través de las mascotas

Los perros del poder

La propuesta de adoptar a Dylan, la presentación en sociedad de Thor (que ya tiene su propia cuenta en X), el perro de la Casa Rosada, los cuatro mastines que son los “hijos de cuatro patas” del presidente Milei y esa afición del poder por humanizar las mascotas, ¿es sensibilidad pura? La historia del Boyero de Berna que mordisqueó a Biden y otras mascotas del poder en las redes.

El presidente irlandés Michael D. Higgins ( del nacionalista e histórico partido Sinn Féin, cuya traducción literal es “Nosotros mismos”) demostró que se puede ser “simpático, gracioso y popular” sin perder la investidura. En 2021, “Misneach”, uno de los dos perros Boyero de Berna que viven con él en la residencia oficial, comenzó a mordisquear sus manos mientras le hacían una entrevista. El presidente hablaba de un actor popular, Tom Hikey, que recientemente había fallecido.

Ocurrió en febrero del 2024. El presidente irlandés (una especie de Pepe Mujica celta), sin perder el aplomo ni la seriedad que exigía el momento, comenzó a acariciar la cabeza de su mascota, quien recibió la muestra de cariño moviendo juguetonamente la cola.

Ese video pasó a la posteridad por esos segundos de juego entre la mascota y su “humano”; y no por las condolencias del presidente al actor en cuestión, que era el motivo central por el que fue entrevistado.
Pero claramente fue comunicación de gobierno. Simbólica, metafórica y sensiblemente, se dieron mensajes claros que el público irlandés recepcionó. 

El mismo perro fue el que pasó a la posteridad y se llevó las luces de la fama cuando se negó enfáticamente a “saludar” a Joe Biden. En efecto, en una visita protocolar a Irlanda, el presidente de Estados Unidos se deshizo en ademanes para llamar la atención de “Misneach” pero el perro no dejó de ladrar y retroceder ante su convocatoria. 

El diario The Mirror Uk tituló armó una nota afirmando que el “cachorro hizo todo lo posible para alterar las relaciones entre Estados Unidos y el presidente”. Humoradas aparte, el mundo entero vio el video y las imágenes con el desplante que el “puppy” le hizo al presidente y, como legitimación de poder,  Biden no salió favorecido.

Esa afición de los gobiernos por exhibir a sus mascotas en las redes es otra forma de comunicar el poder. Puede ser un “tip” de campaña -es simpático y noble defender a los animales, en estos tiempos de “perrijos” y “gatijos”. 

Pero también es un gesto de autoridad, una forma de exponer la sensibilidad y la familiaridad de los actos cotidianos; imprescindibles para la narrativa.

Lo hizo el expresidente argentino Alberto Fernández, quien creó una cuenta especial en Instagram con el nombre de su perro Dylan, el collie “nac & pop” más famoso. 

También “Balcarce”, el “hijo de cuatro patas” del ex presidente Mauricio Macri tuvo su instante de fama cuando posó para las redes sentado en el sillón presidencial allá por los comienzos de su gestión en 2016.

Y obvio Javier Milei, quien hizo ultra famosos a sus mastines de nombres liberales por lo menos los primeros cuatro (Murray, Milton, Robert, Lucas y Conan II), y los pasó a la posteridad cuando subió una foto para sus cinco millones y medio de seguidores de sus perros y él mismo elaborada con Inteligencia Artificial. 

Los perros del poder también tuvieron su instante de fama en Estados Unidos:

Barack Obama sacó fotos con su mascota Bo en múltiples actos protocolares, Buddy -el labrador de Clinton- solía correr a su lado en los bucólicos jardines de la Casa Blanca y Barney, el perro de George W. Bush murió “en servicio” y tuvo su requiem en Facebook. Sin grieta política, las mascotas de dos ex presidentes demócratas y uno republicano, tuvieron sus momentos de gloria mediática.

Estas fotos y estos simpáticos posteos no son pueriles. Sutilmente “humanizan” el poder, lo bajan al territorio de los ciudadanos, empatizan con sus mismas emociones.
Es un recurso viejo como la política misma, pero que en las redes encontró un canal poderosísimo de expresión.

El mejor ejemplo del poder de las mascotas es el número 10/11 de Downing Street, el lugar donde residen los primeros ministros del Reino Unido. En 2023, el primer ministro británico Rishi Sunak, arrasó en las redes sociales al alertar sobre la llegada a la casa de Nova, una perrita de tan sólo ocho semanas. La pequeña labradora de color rojo “inglés” (una variedad que tiene un color más oscuro e inusual que el habitual crema claro) se convirtió en el tipo de mascota preferida por los “tories” británicos. 

Y si nos remontamos a el vínculo comunicacional que tenía Sir Winston Churchill – el más famoso premier británico de los últimos cien años- con las mascotas, es imposible obviar las imágenes hacie el mundo libre que proyectaba Churchill con su bulldog “Dodo” durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque es bueno aclarar que “Dodo” pudo ser el más “guerrero” de sus perros, pero su corazón siempre estuvo del lado de Rufus, su pequeño caniche que lo acompañó de manera inseparable en su batalla contra la Alemania de Adolf Hitler. 

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