VIAJA AL 50%. EL OTRO 50% TE LO PAGAN TUS VECINOS.
Es de público conocimiento que el 2020 ha sido un año catastrófico para la industria del turismo. Con el cierre de las fronteras internacionales (y hasta en algunos casos, también interjurisdiccionales, como en Argentina) el sector ha sido verdaderamente aniquilado. Potencias turísticas mundiales como Francia o España, con un alto componente de su PBI aportado por el rubro, están afrontando recesiones sustancialmente peores que otros países en los que éste presenta menor incidencia, como sería el caso de Irlanda o incluso de Alemania, por citar un par de ejemplos. Y por “turismo” entendemos todas las diversas industrias que van de la mano con los viajeros: transporte, hotelería, entretenimiento, gastronomía, seguros, alquileres de automóviles, y hasta todas las pequeñas y grandes industrias asociadas con el polifacético rubro del “souvenir”. Todos brutalmente castigados.

Ahora bien, como suele suceder, una importante masa de la población, enfrentada a tal crisis, opta por solicitar “medidas de alivio”, entendiendo por tales la concesión de subsidios o prebendas que teóricamente los favorecerán, eso sí, a costa de sus semejantes. Parecen concebir al Estado a modo de un Papá Noel de recursos ilimitados, cuando lo cierto es que si el Estado vive y funciona (una manera de decir …) o decide “subsidiar” a algunos, lo hará indefectiblemente a costa de todos. Cómo sintéticamente explicara Frédéric Bastiat “Todos quieren vivir a costa del estado. Olvidan que el estado vive a expensas de todos”
Y en consonancia con este pensamiento mágico e infantil, ¿qué ha optado por hacer la Argentina, campeona mundial de la mala praxis económica, con el fin de paliar la crisis del sector turístico? ¿Abrir las fronteras? No. ¿Bajar impuestos? Tampoco. Lo que ha elegido la Argentina es crear un ‘reintegro’ de hasta el 50% de gastos de viaje vinculados al turismo interno, a realizar durante el próximo año, hasta un máximo de 100.000 pesos.
Una familia con dos adultos y dos hijos ya mayores de edad podría, en este esquema, disfrutar de un maravilloso viaje por la República, abonando sus respectivos gastos por separado, en unos 800 000 pesos totales, de los cuales la mitad sería abonado por … el resto de nosotros. Y así pues, el IVA de la leche que compra la mamá en estado de pobreza para su nene en el Chaco irá a parar al subsidio de aquellos que proyectan un periplo cinco estrellas, “aprovechando la ocasión”.
Es inconcebible la miopía de quienes elaboran estas normas, cuya inmoralidad absoluta salta a la vista de modo inmediato. Una vez más, la injusticia en su máxima expresión.