La conquista del Poder Judicial por el kirchnerismo (la blitzkrieg de Cristina)
Por Horacio M. Lynch
“Jibarizar al Poder Judicial está en el ADN del kirchnerismo” . El ex procurador Eduardo Sosa
En las puertas del Palacio de Justicia
En noviembre de 2020 se acelera el plan para apoderarse de la Justicia y de los controles institucionales del país por parte del sector K del Gobierno, con el aval expreso o implícito del resto de la coalición. Este sector está trabajando incansablemente desde antes de asumir, preparando esta guerra; avanza como una ofensiva total, en todos los frentes y al mismo tiempo. Blitzkrieg es el término popularizado durante la invasión nazi como una táctica militar de ataque que implica un bombardeo inicial, seguido del uso de fuerzas móviles golpenado con velocidad y sorpresa, con el objetivo principal de impedir que el atacado pueda articular una defensa coherente. Es lo que está ocurriendo.

Los fines parecen obvios, liberar a CFK de culpa y cargo. Pero ahora también van por el poder hegemónico y, muy especialmente, por la venganza.
La oposición republicana no parece estar a la altura de las circunstancias. Como error más grave, no se está viendo la magnitud de la ofensiva, como si tuviéramos los binoculares al revés.
Es cierto que desde el gobierno ensayan permanentemente maniobras de distracción como lo hacían ya con Macri, con acusaciones de lawfare, y amenazando a la Corte y a los jueces. Ahora ha sido la pandemia, luego el impuesto a la riqueza, el aborto, cualquier cosa sirve para que no haya reacciones al plan.
Todos quisieron controlar la Justicia, pero ahora más que nunca

El objetivo de controlar la Justicia no es nuevo: recordar a Menem con su Corte automática, el sobresueldo para los jueces federales que pagaba la SIDE y la política de los ‘carpetazos’. Pero los Kirchner en 2003 profundizaron el modelo, armando una Corte a su medida, supuestamente para la persecución de la represión (los DDHH dan impunidad); luego, en 2006, con el proyecto de CFK de modificar el Consejo de la Magistratura y años después, en 2013, con su ‘Plan de Reformas’ felizmente declarado parcialmente inconstitucional. Pero ahora los esfuerzos se redoblan por las gravísimas causas de CFK.
Comenzaron antes de asumir
Como dije, la guerra comenzó antes de asumir, con las acusaciones de lawfare, las causas de Pinamar/Dolores contra Stornelli y Santoro, las nuevas amenazas de CFK y de su abogada Peñafort a la Corte y a los jueces. Al asumir el gobierno, presionan al Presidente para ‘reformar la Justicia’, y promueven una nueva causa en Lomas de Zamora contra fiscales y periodistas. Toman la Procuración del Tesoro ( Zannini), la Oficina Anticorrupción (Crous) y la UIF, Unidad de Información Financiera. En el Ministerio de Justicia impusieron al Viceministro Mena, al Director de Testigos Protegidos, a la Directora del Sistema Carcelario y Grabois controla las Unidades de Ayuda Legal que son 206 en todo el país. También en la Inspección General de Justicia, que, durante la primera gestión de CFK, se encargó de ocultar a la justicia el entramado societario de la corrupción. Tomaron la AFIP y disolvieron los grupos especializados en corrupción.
En el Congreso coparon la Bicameral de seguimiento de la reforma penal y la Comisión de Justicia (Parrilli). La Dra. Peñafort, abogada de confianza de CFK, ahora dirige la asesoría Jurídica del Senado, y, continúa con esa responsabilidad, aunque ahora pagada por todos nosotros. Enseguida la Oficina Anticorrupción se retira como querellante. Se invoca la pandemia como excusa para liberar presos y disimular la salida de los amigos. Para algunos organismos tienen dos, tres o más acciones para coparlo, como se está sucediendo con la Procuración General de la Nación. Atacaron a jueces molestos, y consiguieron desplazarlos o correrlos al rincón. En las últimas semanas están redoblando los esfuerzos para hacer caer las declaraciones de los arrepentidos y para declarar inconstitucional ese régimen. Crearon una Comisión Consultiva (integrada por abogados de CFK, y con mayoría de Justicia Legítima) para asesorar al Presidente en temas claves como la Corte, el Consejo de la Magistratura y el Ministerio Público, que acaba de presentar su informe (en este caso, FORES creó una Comisión de verdaderos expertos que ha trabajado en paralelo para verificar sus conclusiones).

Horas dramáticas
Vivimos horas dramáticas, no tanto porque los efectos se verán ya, sino porque en estos momentos se están creando las condiciones para que, en pocos meses, exploten las consecuencias indeseadas para sobreseer a los corruptos y establecer un supercontrol que permitirá concretar las venganzas y el poder hegemónico.
También es dramática la falta de reacciones: las respuestas no son homogéneas, se analizan algunos aspectos separadamente, se actúa tardíamente, con sorpresa, sin anticiparse, sin profesionalismo. En lo poco que se está haciendo se incurre en dos errores: considerar los planteos de la ‘reforma’ como si fueran reales y analizar los temas separadamente.
Qué se puede hacer
Como siempre, Argentina es un caso único en el mundo ¡una reforma judicial planificada por los inculpados!
El primer esfuerzo debe estar orientado a aclarar el panorama, juntar a quienes coinciden con la gravedad de lo que está ocurriendo y organizar una estrategia en conjunto, una oposición inteligente. Hay que unir los esfuerzos y conseguir fondos para asistencia y secretaría. También una acción de esclarecimiento, y difusión: intentar explicar en todos los sectores posibles. Hay que facilitar labor de los medios, serviría un folleto simplificando las cosas, aclarar el tema con los políticos. Pensar dónde y a quién denunciar lo que está sucediendo, en embajadas y organismos internacionales.
También pensar qué cosas no conviene hacer como entrar en la jugada de ellos, discutir los tecnicismos y, como dije, no considerar a los temas separadamente, perdiendo la visión de conjunto.
Es cierto, no es lo mismo hacer todo esto desde el gobierno, y con ayuda oficial de todo tipo, que desde el llano. Pero es mejor hacer un esfuerzo excepcional ya, intentar detenerlo ahora, que movilizarse luego frente al hecho consumado.