¿Qué es lo que irrita tanto a los profesores con el Chat GPT y la inteligencia artificial?

Chat GPT: ¿Y ahora qué hacemos?

El positivismo en el sistema educativo formal padece de una muy deficiente teoría del conocimiento, retroalimentada ahora por las analogías entre el hombre y la máquina. Supone que el aprendizaje consiste en copiar lo que un señor dice, repetirlo y sacarse 10.

Inútil es que me vengan con la pléyade de sistemas pedagógicos y la pléyade de heroicos profesores y maestros que no lo hacen así. El sistema está organizado así. La memoria sin comprensión –porque la inteligencia implica la memoria pero no al revés– sigue siendo la privilegiada a la hora de dar parciales y exámenes finales. La obsesión por la nota no solamente no ha disminuido, sino que se ha acrecentado por los altos promedios que las becas exigen… y no parece haber vuelta atrás.

Vuelvo a decir: por favor no me salgan con que en mi colegio no, que mi profesor no, que mi universidad no. A la hora de ponernos “exigentes” y de pedir las becas, la repetición exacta y el 10 son lo que vale. Seamos sinceros, ¿va?

Por supuesto, así las cosas, la copia es el pecado mortal, pese a que el sistema no advierte que el que se copia, se copia de su memoria. Como los imbéciles políticos que no pueden hablar sin un discurso escrito por otros y además transcripto en esa pantalla casi invisible, el “buen alumno”: el que repite sin hacer problemas y sin hacerse preguntas, se copia de una pantalla invisible que es su excelente memoria ¡y ese es el premiado! Los que no tienen tan buena memoria se copian de otras plataformas, pasa que esos sí son penados, porque en ese caso se descubre la memoria sin comprensión.

Siempre ha sido así. En la llamada pandemia fue aún peor: dos cámaras, y tres para que “no se copien”. Si se hubiera podido enviar un policía a cada domicilio, muchos colegas hubieran estado muy contentos.

La verdad no sé si alguna vez esto se podrá superar, porque las propuestas que se toman en serio, eliminar el sistema de notas, por ejemplo, no solo están prohibidas por los Estados, sino que además no sé qué demanda de mercado tendrían a la hora de competir con las becas basadas en notas.

Es el lado lamentable de la naturaleza humana llevado a la educación. Es lo mismo que el “buen empleado”, que repite lo que la empresa quiere; que el “buen soldado o policía”, que cumple las órdenes; que el “buen diputado”, que obedece al partido. A pesar de las denuncias de mis colegas sobre la banalidad del mal o la existencia inauténtica, así sigue siendo: el “bueno” es el que no hace problemas. 

El pensamiento crítico, ergo, la clave del progreso filosófico y científico, está fuera del sistema educativo formal. Claro que “a pesar” de ello, algunos profesores verdaderamente enseñan y algunos alumnos verdaderamente aprenden, porque el lado bueno de la fuerza ejerce su resistencia, pero es resistencia e insistencia, mas no existencia. Los educadores no existimos en el sistema, resistimos en la trinchera.

Claro, quedaba el ensayo escrito, con programas para descubrir si había plagio… y se acabó.

¿Y ahora? Ahora nada. Sencillamente, ahora es obvio que el rey está desnudo. Ahora es obvio que el sistema era un incentivo para la copia. El sistema quedó en carne viva, sin defensas. Antes se vestía de seda, aunque carne fuera. Ahora se acabó el vestido de seda. Ahora es visible la nada que hay detrás.

¿Qué hacemos entonces? Nada, solamente ver que el rey está desnudo y reflexionar. Esa es la buena noticia.

Publicado en Al Poniente

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