05/05/24

“Lo que están haciendo el Kremlin y Putin es llevar al mundo, otra vez, al siglo XIX”

Hace exactamente un año, Vladimir Putin ordenó a sus tropas atacar Ucrania, iniciando una guerra de invasión que el mundo no sufría desde la II Guerra Mundial. En estos doce meses, se multiplicaron los muertos (estiman que llegarían a los 45.000), los desplazados (14 millones) y 140.000 edificios destruidos, solo por contar los daños más relevantes. Un análisis geopolítico del Representante de Fundación Naumann en la región, Lars-André Richter da una perspectiva de lo que implica esta guerra. Vale la pena recrear la nota

La guerra entre Rusia y Ucrania convirtió al mundo en general y a Europa en particular en un inmenso colador por el que se filtran la economía, las ideologías, la política y la ética de Occidente y Oriente.  

Los miles de muertos sepultados por la ira del “oso ruso” en Ucrania corrió el eje geopolítico y desbalanceó al globo. Y mientras las ideologías hacen agua, se escucha el tronar de los extremistas: la dictadura asiática de King Jon-un en Corea del Norte, el príncipe Heinrich y los “reichsbürger” que quisieron tomar el Parlamento alemán en diciembre pasado, con una proclama ya amarillenta y arrugada de no querer reconocer la República Federal que emergió de la II Guerra Mundial.

MIRA LA ENTREVISTA COMPLETA

Esas “minas” que detonan en cualquier momento y en cualquier país siembran señales de miedo y alarma. En ese contexto, Visión Liberal convocó a Lars-André Richter, representante de Fundación Friedrich Naumann en Argentina y Paraguay para preguntarle qué le está pasando al mundo y a sus líderes. Dónde duelen los países cuando sangran sus ideas y los muros modernos, construidos con fanatismos mesiánicos, parecen oscurecer el futuro.

“Lo que están haciendo el Kremlin y Putin es una guerra clásica. Volvimos al siglo XIX o XX: es algo completamente inmoral, desde el punto de vista político y ético”, afirma.

Entrevistado por Luis Rosales y Daniel Olivera, Richter dejó definiciones urticantes sobre la guerra, la extrema derecha, el populismo de occidente y el totalitarismo de Oriente, la religión y la Iglesia que viene.

Como alemán, admite que los cancilleres Gerhard Schröder y Angela Merkel quedaron entrampados con Putin por los controvertidos gasoductos Nord Stream 1 y 2, el canal por donde llegaría gas de Rusia a Alemania por debajo del mar Báltico y que terminó siendo el arma más poderosa que manipula, hoy, Putin.

“La dependencia con el sector energético lleva muchos años y está claro que hay que diversificar el suministro”, explica Richter. El problema no es el gas, sino quién lo tiene, un enemigo de las democracias de Occidente: “Ahora se cuestiona si fue un error político el de Schröder primero y de Merkel después. Los alemanes ahora son críticos de este gasoducto, pero hay un cambio en la opinión pública, porque los precios de la energía son una preocupación para Alemania, tanto como la inflación.

El abrupto giro que sufrió Europa en febrero de 2022, dejó a Alemania en medio –literalmente- de la línea de fuego. Por esas vueltas irónicas de la historia, el mundo viajó hacia atrás en el tiempo, al dejar enfrentados nuevamente a Rusia y a Estados Unidos, esta vez a través de su “ahijado” geopolítico, la OTAN. Esas fuerzas titánicas que se encontraron en Ucrania hicieron tambalear también a Europa. Los viejos e innegables líderes, como Ángela Merkel, ya no están en el poder:

“Alemania tiene un canciller relativamente nuevo, hace poco más de un año (N.de la R: se refiere a Olaf Scholz, en el cargo desde el 8 de diciembre de 2021). Él es de Alemania del Norte: tranquilo, concentrado, de bajo perfil.

Sin Merkel, sin Gran Bretaña como miembro de la Unión Europea, sin la reina Isabel, ¿Quién es, entonces, el líder de Europa hoy? «Emmanuel Macron. Por su experiencia de cinco años en el gobierno y porque es una figura muy carismática, un auténtico líder».

«Desde mi punto de vista, el jefe de Gobierno y de Estado más importante de la Unión Europea es Macron».

Lars-André Richter

 “Pero dejemos Europa y vayamos a Asia. A la capital del museo socialista. Corea del Norte y China…¿se está complicando Asia, no?”, pregunta Visión Liberal.

LAR: Lógicamente, esto tiene que ver con China.

Richter recuerda, entonces que, en la península coreana, el último capítulo de la guerra fría fue el conflicto entre Corea del Norte y Corea del Sur.

Ese enfrentamiento, puramente ideológico, marcó una bisagra existencial en la relación entre el comunismo y el capitalismo. “En Corea del Norte la dictadura es brutal, quizás la más brutal de la época. Esto se debe a muchas razones pero tiene que ver, en parte, con el Confucionismo, la filosofía que tiene como eje la tradición y el orden, disciplina, jerarquía”.

Explica Richter que el enorme peso que aún conserva el comunismo marxista-leninista fundamenta lo que sucedió en Corea del Norte hace ya ocho décadas.

Frente a ese exacerbado concepto del orden y la disciplina, un “inconformista” Occidente aparece desprolijo y desinteresado por mantener férreos los valores de la democracia.

Para el académico, sin embargo, no es así:

El orden del occidente, del mundo del oeste, de las democracias es el Estado de Derecho, el sistema legal. Ese es el orden. A primera vista parece que el Oeste no conoce las estructuras, pero no es así. Es un orden más liberal y democrático”.

¿Adónde lleva esa apatía por la democracia, ese descontento hacia los valores de la República?

En países esenciales como EEUU el resultado es la simpatía de la gente hacia el populismo y el regionalismo. Como republicano y liberal no estoy muy feliz pero lo que pasa es que está bien si la gente busca una identidad religiosa o ética, por ejemplo. Pero la condición es que acepte, en esa libre elección, las reglas del estado de derecho”.

China quiere conquistar el oeste a través del megaproyecto de la nueva Ruta de la Seda

Como concepto geopolítico, Richter enfatiza que “el enemigo más grande de Estados Unidos es China y no Rusia. China quiere dominar económicamente y para eso está construyendo una infraestructura en Europa, África y América Latina (la llamada Ruta de la Seda). Esta es una estrategia peligrosa y problemática”.

“China trabaja en otras dimensiones temporales. Dicen claramente qué quieren y el horizonte para ellos es 2049 (Cuando se cumplan los cien años de la llegada al poder del Partido Comunista Chino con Mao Tse Tung).  En ese tiempo piensan incorporar a Taiwán y lo dicen con claridad”, concluye.

Sobre príncipes y fanáticos

Uno días antes de la entrevista realizada a Richter, fue arrestado en Alemania el príncipe Heinrich XIII de Reuss-Köstritz, quien lideraba un complot para derrocar al gobierno. En realidad, Heinrich XIII alimenta las teorías conspirativas de la ultraderecha y es un “enamorado” del pasado imperial, de la aristocracia que él mismo encarna.

 Para él, la república de Alemania es una corporación creada por los Aliados y como tal, no le reconoce ninguna soberanía. Los que lo siguen se hacen llamar Reichsbürger que significa “Ciudadanos del Reich”.

¿Un loco, un mesiánico o un exponente de un rebrote de nazismo?

Richter minimiza el poder de estos grupos: “Creo que nunca fueron muy peligrosos, A pesar que tienen armas por pertenecer a fuerzas militares, no representan un peligro porque en Alemania las instituciones funcionan”.

La institucionalidad y el Estado de Derecho terminan imponiéndose con el peso de la ley y estas células del pasado están aniquiladas antes de activarse.

Mas gravitante fue el peso de otro alemán: Benedicto XVI, el Papa emérito que lideró a la Iglesia entre el 2005 y 2013. Al momento de hacerse la entrevista, Joseph Ratzinger agonizaba en el Monasterio Mater Ecclesiaie.

“Como Papa no fue una figura muy popular, aunque tuvo una fuerte influencia en la congregación de la fe. Ratzinger y Juan Pablo II estuvieron en sintonía en cuanto a la reconciliación con la ortodoxia católica. Pero Juan Pablo II fue el pastor del pueblo y Ratzinger, como Papa, no fue tan carismático. En Alemania, Bergoglio es más popular que Ratzinger porque piensan que Francisco es más progresista, liberal y abierto”.

Finalmente, el viaje geopolítico que se detuvo en Ucrania, Rusia, Corea, China, Alemania y el Vaticano, culminó en América Latina.

El continente que sigue timoneando el barco de un populismo que cada vez hace más agua pero que, sin embargo, no detiene su marcha.

¿Cómo hace el viento del liberalismo para convertirse en un huracán que “barra” las ideas que mantienen estancadas a las naciones? ¿Deberían aliarse con fuerzas de la derecha para consolidar su fuerza política?

“Claramente no. Ese es un riesgo”, advierte, muy convencido, Lars-André Richter. “Tengo una perspectiva muy europea, pero veo un gran peligro en una alianza con los conservadores de la derecha. La historia probó que los liberales serían reabsorbidos por ellos”.

Explica, entonces, que en Alemania el partido liberal es muy pequeño y necesita partners para gobernar. “En América Latina y especialmente en Argentina tiene que buscar vínculos con otros partidos, otros grupos y otros movimientos democráticos”, argumenta.

Compartir:

Más publicaciones

Compartir:

Más publicaciones