Hace 25 días, Visión Liberal, sufrió un duro golpe: de un “e-plumazo” se borraron todos sus contenidos e imágenes. Los editores tenían el permiso denegado y los lectores se encontraron con una leyenda de “página inexistente” donde día a día había palabras. Literalmente, nos robaron, cambiaron la cerradura y se fueron.
A medida que pasaron las horas y las pruebas técnicas, se le puso nombre a esa usurpación y el veredicto final llegó de boca del webmaster veinticuatro horas después: hackearon Visión Liberal.
De golpe, entendimos que conceptos como libertad, propiedad privada y seguridad se comprenden cabalmente cuando se pierden. La sensación fue exactamente la misma que surge cuando alguien llega a su casa y la encuentra revuelta por ladrones. El ultraje fue tal que un programador lo definió con este ejemplo: “Hagan de cuenta que Visión Liberal es un libro en una biblioteca y de un día para otro, ya no está más. No lo rompieron, ni rayaron, ni adulteraron: se lo llevaron”.
Una figura clara, desde lo real y desde lo metafórico, para comprender adónde estábamos parados. Cuatro años y cuatro meses de trabajo se hundieron, como el Titanic, en los mares de la web.
Hackear un sitio web, siempre, es peligroso. No importa qué difunda ni a qué dedique sus contenidos, mientras que alguien tome lo que no es suyo es un robo y un delito.
Pero hackear un medio de comunicación, “borrarlo” del mapa es un ataque medular a la sociedad en general y, en este caso, al mundo liberal en particular. No le roban a «alguien», le roban a «todos».
Visión Liberal, desde su nombre hasta la última coma que edita, es un diario de opinión que no esconde su definición ideológica. Es un sitio web que pregona, en la voz de noveles y consagrados autores, una filosofía de vida que trasciende la economía y la política y no necesita enmascarar sus intenciones.
Sin agravios ni descalificaciones, siembra palabras, buscando un camino nuevo que cada lector elige, sin coartadas tecnológicas, seguir. Sufrir un hackeo, en ese contexto, es obligarnos a lidiar una guerra que no es la nuestra.
Nuestro enemigo no está entre los piratas informáticos que convierten en spam la opinión de nuestros autores, o que monetiza tráfico ajeno porque es más fácil que generar los propios. No “jugamos” a ver quién grita más fuerte apelando al recurso del robo, de la censura, del ataque solapado que destruye sin argumentos. No usamos bot, ni troll ni ningún otro tipo de engaño informático.
Coherente con el pensamiento que propalamos desde hace 55 meses, se hizo la denuncia correspondiente y –mientras avanza la causa para identificar a/los responsable/s del ataque- el equipo se abocó a la tarea de reconstruir el diario.
Que hoy vuelve a estar online, con “cerraduras” más seguras, “blindados” los accesos y con “custodias” que impidan el paso de los maliciosos.
Ya vuelve a opinar Alberto Benegas Lynch, Natalia Motyl y Alberto Medina Mendez. Ya ilustran la historia y las palabras los excelentes trabajos de Alba Pérez Romero y ya propagan su trabajo Federico Fernández y tantos, tantos otros. Que en este tiempo se unieron solidariamente a que Visión Liberal recupere la mayor cantidad de contenidos. Que demostraron que la batalla cultural no se detiene y que la información es como el agua: siempre encuentra por dónde seguir su curso.
Gracias a los que hicieron y hacen que este diario no sucumba a los ataques informáticos de ninguna índole. Que apoyan el trabajo de los medios “chicos” que en realidad, no son tan chicos: cuando no están, son menos voces que llevan las palabras del cambio que Argentina necesita.
Gracias a los que “bancan” Visión Liberal desde todos los recursos posibles, pero sobre todo, económicos.
Y gracias a cada uno de los que hacen clic en las notas, único y real reaseguro para fortalecer la palabra libertad, una palabra que no se pronuncia: se respira, se expande y se fortalece día a día.
Hemos tenido algunas bajas, pero la batalla continúa.
