16/10/2025

El Estado obeso que engulle la riqueza y reduce a migajas el libre mercado

Intervencionismo: el fracaso económico de los países.

“Una sociedad que priorice la igualdad por sobre la libertad no obtendrá ninguna de las dos cosas. Una sociedad que priorice la libertad por sobre la igualdad obtendrá un alto grado de ambas". Milton Friedman.

No es ninguna coincidencia que los países con mayor libertad económica, sin trabas burocráticas innecesarias, impuestos asfixiantes desalentadores, políticas tributarias que fomenten oligopolios, ni vulneraciones arbitrarias a derecho a la propiedad privada; sean aquellos que poseen los índices más altos de riqueza y calidad de vida digna, mientras que aquellos que priorizan un intervencionismo dictatorial en las libertades individuales de sus ciudadanos, destaquen precisamente por todo lo contrario.

El intervencionismo característico de los grupos populistas, que tachan de todo lo malo al capitalismo y condenan de inmorales a quienes han podido salir de la pobreza puede ser muy atractivo para atraer masas, dividir estas masas en colectivos y posteriormente, transformar estos colectivos en votos.

No obstante, de ser un discurso llamativo que genera expectativas en los votantes, pasándolo a la realidad, consiste en la creación de una casta burocrática insostenible, basada en las teorías marxistas que tanto han fallado en la historia de la humanidad. Procura que todo medio de producción sea en pequeña, mediana o a gran escala supeditado a un Estado insostenible que desea abarcarlo todo. Que lejos de competir en libre mercado es el mayor destructor de este.

Mientras tanto a su vez, vive (o mejor dicho sobrevive), a costa de que tan bien les vaya a los contribuyentes del sector privado, que se ven gravemente boicoteados por este mismo Estado obeso, camuflado bajo ideales utópicos de redistribuir la riqueza, que, al posesionarse al poder, no hacen más que distribuir por igual la pobreza y la miseria.

Así, como una vez fue necesario separar por completo la moral individual de la injerencia estatal; hoy en día nos encontramos en el momento histórico de propulsar una separación de la economía de la ineficiente injerencia estatal.

Que el sector privado sea el protagonista de los grandes pasos de la humanidad moderna y el Estado, lejos de ser un inconveniente; dentro de unos límites bien establecidos, sea un apoyo, un respaldo, un estimulante del éxito de las personas. Después de todo, el desarrollo de nuestros países no es creado por burócratas, académicos o legisladores desde sus oficinas, sino que se debe en su totalidad, a las personas comunes, de a pie, que día a día se levantan con el ánimo de perseguir sus fines, sus sueños y sus metas, en completa libertad.



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