18/10/2025

Crisis en Alemania: Scholz enfrentó la realidad tarde, despidió al ministro liberal, y teme por el ‘factor Trump’

El canciller alemán destituyó al ministro de Finanzas, Christian Lindner, por lo que quedó disuelta la coalición sobre la base del FDP y se anunciaron nuevas elecciones. En su discurso, Olaf Scholz se mostró decidido como muchos imaginan cuando están frente a un canciller. Pero debería haber reconocido la realidad antes.

“La política comienza mirando la realidad”. Estas fueron las palabras del canciller Olaf Scholz con las que insufló aliento sin vida a la moribunda coalición del SPD, los Verdes y el FDP en un discurso notable (y aparentemente bien preparado). En tiempos de incertidumbre global, apuntalados por la renovada victoria electoral de Donald Trump en EE.UU., muchos en Alemania asumieron que la continuidad y la estabilidad en la política eran de suma importancia. Pero evidentemente ocurre lo contrario.

La decisión de Scholz de destituir al Ministro Federal de Finanzas y acusar públicamente a su socio de coalición, el FDP, de abuso de confianza fue la prueba final de las profundas divisiones dentro del gobierno que ya no podían subsanarse.

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Al disolver la coalición del semáforo, el canciller demuestra un liderazgo que muchos han echado mucho de menos en los últimos meses. Scholz fue acusado con razón de vacilación y falta de asertividad, especialmente en vista de los desafíos que plantean la situación económica de Alemania, la crisis climática y las tensiones geopolíticas. 

Sin embargo, ahora que Scholz está enterrando a la coalición y abordando abiertamente la crisis del gobierno, se está posicionando como un canciller dispuesto a tomar decisiones impopulares para anteponer el bienestar del país. Hay un cálculo político detrás de esto, y eso está asociado con un inmenso riesgo de juego. Porque esta supuesta fuerza de liderazgo llega demasiado tarde después de semanas y meses de disputa. Y llega en un momento en el que los sectores políticos marginales son más fuertes que nunca.

Esto es particularmente absurdo en Sajonia y Turingia, donde el SPD obtuvo respectivamente el 7,3 y el 6,1 por ciento de los votos en las elecciones estatales. Incluso en este caso Scholz debería haberse centrado en la realidad. 

Depender de nuevas elecciones en el gobierno federal, en las que, según las encuestas de opinión actuales, es poco probable que incluso una gran coalición obtenga el 50 por ciento de los votos, no puede ser un resquicio de esperanza para el SPD.  

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Sin embargo: al pedir al líder de la oposición, Friedrich Merz, que se implique en importantes propuestas legislativas, Olaf Scholz ya está pasando al modo campaña electoral. Esta oferta a Merz es también una maniobra táctica para responsabilizar a la Unión. Presiona a la oposición para que adopte una postura y participe de manera constructiva o se exponga a acusaciones de negación. Y distrae la atención de los fracasos reales de la coalición del semáforo, cuyas disputas egocéntricas eclipsaron cualquier logro político.  

Lo que ahora importa es cómo recibirán esta decisión la población y los opositores políticos y qué consecuencias tendrá para el futuro panorama político de Alemania. Pero Scholz tiene razón en un punto: la política comienza mirando la realidad. También haría bien en mirar más de cerca.

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