16/10/2025

Pensando el sistema hídrico: lo urgente y el diseño del mejor país

Ordenar el país y hacer real su crecimiento es una tarea urgente del presente. Pero, al mismo tiempo, deberíamos pensar en el destino de nuestro esfuerzo y el diseño de cómo lo alcanzaremos. El Capitán de Navío de Infantería de Marina (RE), Miguel Angel Troitiño, escribe sobre los desafíos y proyectos a tener en cuenta para mejorar el abandonado sistema hídrico de Argentina.

Inundación en Bahía Blanca.

Nadie puede negar la compleja situación por la que atraviesa Argentina y, quienes gobiernan la República, son responsables de desatar el nudo gordiano que nos tiene atrapados desde hace décadas. Y si a esto le sumamos el iniciado proceso eleccionario del presente año, con la carga de acciones superficiales y desestabilizadoras de unos y otros, para descalificar al rival, más que para demostrar méritos propios e ideas, la inmediatez se termina concentrando en muchas cosas superficiales.

Hay que reconocer el esfuerzo por ordenar el cambalache económico que nos viene desde larga data. Y en esto, a un Gobierno que da pelea, manteniéndose firme al momento de optimizar nuestra macroeconomía. Sin embargo, aún seguimos postergando las grandes decisiones esenciales para la construcción de una Potencia o, al menos, del mejor país que podamos darnos. La reciente catástrofe hídrica sufrida en Bahía Blanca, deja al descubierto el abandono de proyectos que, inconclusos, generan que los efectos de acciones extraordinarias de la naturaleza se potencien, causando una verdadera tragedia. 

Uno podría limitarse a interpretar este suceso como un hecho puntual. Pero cuando analizamos el país como un todo, desde el punto de vista hídrico, nos encontramos con situaciones diversas, pero que muestran un rasgo común: la ausencia de desarrollo del hombre.

Y entonces, podemos ver la sequía y desertificación de Chaco, parte de Formosa y Salta, en donde es crítica la improductividad de la tierra y la postergación permanente de la gente que la habita. Pero además, como contrapartida, las inundaciones cíclicas, la sedimentación y constante cambio de curso del Bermejo, uno de los principales afluentes de la Hidrovía Paraná-Paraguay, haciendo imposible su aprovechamiento para el desarrollo y puesta en valor de la zona de influencia o para su navegación,que extendería la comunicación fluvial hasta la mismísima Salta, economizando así el transporte.

Ya pocos se acuerdan de la inundación de la ciudad de Santa Fe, en el 2003, qué dejó 158 víctimas. Seguramente su población lo tiene muy presente y sigue preocupada, ya que las obras para solucionar definitivamente la amenaza del río Salado hoy sólo se constituyen en un anillo defensivo, en vez de obras hídricas que aseguren un control activo del flujo de agua. Créanme cuando les digo que, de todo esto, existen importantes y serios proyectos realizados por expertos respecto de la problemática hídrica del país.

Uno de esos proyectos se llama “Cero agua dulce al mar”, desarrollo liderado por el Ingeniero Aníbal Colombo quien diseñó una solución hídrica para ampliar la frontera agropecuaria y los bosques nativos, recuperando 70 millones de hectáreas áridas en el noreste y sur argentino, logrando además atenuar las inundaciones. La idea general implica la retención máxima del excedente de agua dulce que se escurre al mar mediante una densa red de económicas represas de llanura de tierra, tanto en el NEA como en Chubut y Santa Cruz. Con ello se lograrían efectos tales como la retención de agua dulce para riego, alimentación de napas,conservación de humedad en suelos y la disminución drástica de los efectos y pérdidas por las anuales inundaciones de Chaco, Formosa y Bajos Submeridionales. Con esta implementación, se solucionaría además la problemática de la región de Santa Fe central y la ciudad de Santa Fe.

Santa Fe bajo agua, en 2003.

Y si a esto se le suma la realización de otro proyecto vinculado al control de las inundaciones provocadas por el sistema endorreico de la laguna La Picasa, basado en la construcción de un canal navegable (existen varias opciones que incluyen hasta un acueducto), para controlar los excesos hídricos producidos por el sistema Río Quinto, Río Salado y la laguna La Picasa y, al mismo tiempo, ser otra vía de comunicación fluvial conectada a la Hidrovía, potenciaría sustancialmente el desarrollo de las regiones mencionadas.

Por respeto al lector, no me extenderé en otros proyectos de igual valor pensados para optimizar, por ejemplo a la región pampeana, entre los que se encuentra el control del escurrimiento hacia Bahía Blanca.

En realidad, inundaciones y sequías constituyen dos problemas que requieren una misma solución. Excesos hídricos son seguidos por largos meses de falta de agua. Los deshielos arrasan y frecuentemente inundan extensas zonas, dando lugar a épocas de calor o vientos y, con ellos, la sequía. En los momentos de máximo caudal de agua dulce, todo circula y se pierde en el mar, causando frecuentes desastres a su paso, siendo además, motivo de una notable erosión hídrica. 

Y sólo estoy hablando de diseñar, desarrollar y controlar el sistema hídrico. Pero, el diseño de un país debe ser pensado de manera integral, por lo que la respuesta hídrica también debería contemplar, por ejemplo, un serio desarrollo de la Hidrovía, principal vía de comunicación para el comercio exterior del país.

Fíjense el alcance del concepto de desarrollo integral, que la solución hídrica contribuiría a facilitar y abaratar el transporte de los recursos naturales desde la cordillera al mar, para su exportación.

Son muchos los proyectos que se acumulan en el tiempo, esperando decisiones que deben darse en el nivel Estratégico Nacional: a los mencionados,podemos agregar aquellos vinculados al desarrollo de valor sobre áreas de interés tales como Recursos Naturales, Energía, Ciencia-Tecnología, Educación y la defensa de nuestros intereses soberanos, entre otros. 

En este punto, para ayudarme a arribar al mensaje que deseo transmitirles, me permito traerles algunos pensamientos del filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955) quien, en 1939, encontrándose en Argentina, da una conferencia titulada “Meditación del pueblo joven”, en donde pronuncia la célebre frase “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas!”. Con ella nos llama a dejarnos de cuestiones personales y nos alerta del “brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas…”. Él llama “las cosas” a las verdaderas cuestiones importantes que nunca consisten en las perspectivas subjetivas y cambiantes de los protagonistas de la historia.

Ortega y Gasset también expresaba que “sólo es posible avanzar cuando se mira lejos. Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande”. Y vuelvo a nuestro presente: aceptando la realidad llena de urgencias, muchas de ellas banales, existen instituciones de gran valía y prestigio (Universidades, ThinkTanks, Foros especializados) que, convocadas por las instituciones de la República o autoconvocadas, podrían trabajar en “las cosas”, o sea, las verdaderas cuestiones importantes para el país: su diseño y proyección deseada de futuro.

El resultado de su trabajo, transformado en ley por el Honorable Congreso de la Nación Argentina, podría ayudar a definir un camino general de mediano y largo plazo, siendo tutor y guía de las políticas que definan las administraciones que les toquen gobernar.

El tiempo sigue corriendo inexorable para todos. Es fundamental que empecemos a trabajar en la construcción de un país mejor. ¡Argentinos, a las cosas!

Compartir:

Más publicaciones