18/04/2025

Parte II | Lo urgente y el diseño del mejor país

En esta segunda entrega, Miguel Ángel Troitiño, Capitán de Navío de Infantería de la Marina (RE), diseña un Plan Integral para transformar a la Argentina en potencia mundial en cuarenta años, asegurando el bien común de los ciudadanos. Resalta los sobrados recursos naturales y el aceptable desarrollo científico-tecnológico en energía atómica del país y el provecho que se lo podría sacar al NOA y a la región del Cuyo. Una idea transformadora que vale la pena leer.

Ordenar el país y hacer real su crecimiento es una tarea urgente del presente. Pero, al mismo tiempo, deberíamos pensar en el destino de nuestro esfuerzo y el diseño de cómo lo alcanzaremos.

Días atrás participé de una conferencia en la que se trató la situación de Alemania a partir de los efectos provocados por la guerra en Ucrania que, sumado al cambio radical de las políticas económicas y de defensa de los Estados Unidos de Norteamérica -USA-, plantea un verdadero desafío para este país, al igual que para el resto de Europa Occidental y el mundo entero.

Alemania, en su evolución post segunda guerra mundial, alcanzó una calidad de vida de las mejores del mundo, asegurada por la alianza de defensa más importante: la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN, liderada por USA. Ese país se transformó en una potencia mundial económica, desarrollándose en el campo de la industria y la tecnología, siendo punta en innovación.

Todo ello, se construyó a partir de una matriz energética orientada a la no contaminación y el rechazo total del uso de la energía atómica, lo cual la hizo dependiente en casi un 70% de su sistema energético, del gas de Rusia. El supuesto de una paz europea segura se derrumbó abruptamente, dando lugar a una acelerada carrera de reconversión energética a la cual, a partir de la evolución geopolítica actual, se le suma la necesidad del desarrollo de su propia defensa.

Diferente a la experiencia alemana, alejada de sentir la amenaza de una guerra tan cercana y, al mismo tiempo, de la urgencia de abandonar su prácticamente total dependencia energética de otro país, encontramos a la Argentina poseedora de sobrados recursos naturales y un aceptable desarrollo científico-tecnológico en energía atómica, a lo que debemos agregar incipientes proyectos basados en energías renovables.

Es triste analizar el por qué no hemos podido lograr el desarrollo de Alemania, sin tener amenazas y contando con todos los recursos a mano. Nos deberíamos resistir a lamentarnos una vez más de lo que pudimos ser y no fuimos capaces. Sólo recordar la falta de idoneidad, las ambiciones y egoísmos personales y sectoriales, la porquería de una corrupción que, hasta hoy, nos tiene en jaque. Todo ello nos debería convencer que debemos cambiar.

Cómo es posible que, teniendo una de las reservas de petróleo y gas más importante del mundo hayamos perdido inclusive el autoabastecimiento, debiendo comprarle el gas y la electricidad a otros países e, inclusive, por ejemplo, lograr una deuda de U$S16.000 millones, producto de una gestión ineficiente, irresponsable e inmoral en la expropiación de YPF, que ha condicionado el presente y futuro de los argentinos.

Pero de nada sirve quedarnos en el lamento de lo que pudo ser. Caeríamos en la complicidad de justificarlo todo en los errores de otros, sin siquiera hacer el esfuerzo de distinguirnos de esa mediocridad y mirar positivamente a nuestros hijos, proponiéndoles animarnos a construir la Argentina que soñamos.

No podemos desconocer que el control de la explotación de los recursos naturales y el diseño energético del país es responsabilidad ineludible del Estado que, en su forma republicana, nos representa y por ello, debe defender los intereses de los argentinos.

Pensar que la inversión privada garantizará esa calidad de vida y el bien común es no entender el juego o, lo que es peor, desentenderse de la responsabilidad. Nos tiene que quedar claro que YPF junto con PAE, Pluspetrol, Vista, Pampa Energía, Chevron, Shell, Harbour Energy, Golan y CGC, a partir de diferentes alianzas, se encuentran explotando Vaca Muerta para extraer el gas y exportarlo como GNL, y así hacer negocios y ganar riqueza. Es su prioridad, es lógico y está bien.

En el NOA y Cuyo, el avance febril de proyectos para la explotación del litio empieza a concretar su exportación, posicionando a nuestro país como 4to. exportador mundial. Son diez los proyectos en desarrollo (de Francia, China, USA, Corea, Australia y nuestro país), dos de los cuales ( Salar de Olaroz, en Jujuy -empresa Allkem de Australia- y Fénix, en Catamarca -empresa Livent de USA-) ya se encuentran en operación comercial, exportando carbonato de litio al mundo por el Puerto de Rosario (hidrovía), luego de 1580 km en camión, por carreteras deterioradas. Todos ellos operando a pleno nos colocarían como el segundo productor mundial en aproximadamente 15 años.

La explotación del cobre (mineral fundamental para la transición energética y la electrificación), más rezagada, muestra ser incipiente aunque con expectativas de gran crecimiento, siendo 5 los proyectos más importantes en desarrollo: Josemaría, en San Juan -empresas Lundin Mining Corp. y BHP Group Corp de Canadá y Australia, respectivamente; Mara, en Catamarca y El Pachón, en San Juan -empresa Glencore, anglosuiza con sede en Suiza; Los Azules, en San Juan -empresa Mc Ewen Mining de USA; Taca Taca, en Salta -empresa First Quantum de Canadá).

Estamos hablando de desarrollos enormes, que involucran capital, infraestructura, mano de obra, servicios y proveedores de bienes que, operando a pleno, nos podría convertir en un gran proveedor al mundo de recursos naturales.

Pero es el Estado Argentino quien debe asegurar los intereses del país. Para ello, es muy importante saber qué se quiere. Es aquí donde no se puede fallar. Mientras el privado se entusiasma enfrascado en sus “pingües negocios”, las Instituciones de la República deberían asegurar la continuidad que garantice el progreso, más allá del interés por ganar las elecciones cada 2 y 4 años.

El Gobierno Nacional, con la difusión al mundo como destino estratégico para inversiones en minería, en especial litio y cobre, incluyendo el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones -RIGI-, ha dado un paso trascendental estableciendo beneficios impositivos, aduaneros, cambiarios y un marco de estabilidad por 30 años para seducir y lograr la necesaria inversión. Pero, con ello, la responsabilidad no se agota.

La complejidad requiere control y el diseño y ejecución de un Plan Integral para transformar a la Argentina en Potencia Mundial en 40 años, respetando nuestros valores constitucionales y asegurando el bien común de los ciudadanos.

En definitiva, implica diseñar y desarrollar Políticas de Estado que contengan todo lo que se haga en el país. La integralidad del Plan que las incluya es esencial para dar robustez al diseño y potenciar el logro: La explotación de un recurso natural, por ejemplo, nos debería llevar a plantearnos: ¿Cómo defino la matriz energética de la Argentina y aseguro su distribución y autosostenimiento? ¿Quién controla e incentiva el desarrollo de las vías de comunicación terrestre, fluvial y marítima para sacar lo que produce el país? ¿En dónde y qué características deben tener los puertos que conecten con las vías marítimas y hacia el mundo? ¿Qué valor agregado (baterías de litio, derivados del petróleo, del cobre, etc) nos interesa desarrollar para ganar mercados en el mundo? ¿Preveo un Plan de distribución demográfico, aprovechando estos desarrollos y para desconcentrar y poblar el país? ¿Qué tipo de profesionales universitarios y técnicos debemos incentivar? ¿Qué y cómo defiendo lo que definamos de valor estratégico?, etc..

Ese Plan Integral debería estar concebido a partir de Áreas de Interés para el país (una de las cuales tendría que ser la vinculada a los Recursos Naturales), pero también otras vinculadas, por ejemplo, a la Ciencia y Tecnología, al Conocimiento, a la Calidad de Vida, a la Soberanía Nacional, etc..

Y con estas, a partir de definir los Lineamientos Estratégicos correspondientes, es decir, las directrices que nos conducen a la visión de futuro deseado, establecer los Objetivos Estratégicos Nacionales a alcanzar que, en el caso que les propongo en este artículo podría ser: transformarnos en “Líderes Energéticos Mundiales”.

Si queremos ser Potencia Mundial, se necesita pensar, planificar y hacer en grande. Los discursos, que son importantes, solo presentan la idea y activan el interés. El resto lo hace la acción y se plasma en hechos.

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