14/06/2025

León XIV, el Papa que no quiere ser un “Principito”, seguirá el legado de Francisco

Robert Francis Prevost fue elegido el jueves por 133 cardenales como el Papa número 267 para dirigir a los 1400 millones de católicos del mundo. Es el primero en ser procedente de Estados Unidos y eligió el nombre de León XIV. De 69 años, nació en Chicago y trabajó dos décadas en Perú, donde se convirtió en obispo y ciudadano naturalizado, y luego ascendió hasta dirigir la orden religiosa internacional de la que es parte. Hasta la muerte de su predecesor ocupó uno de los cargos más influyentes del Vaticano: dirigir la oficina que selecciona y gestiona a los obispos de todo el mundo.

Miembro de la Orden de San Agustín, comparte con Francisco su compromiso con los pobres y migrantes, y con su compromiso de reunirse con las personas en donde se encuentren. El año pasado declaró al sitio web oficial de noticias del Vaticano que “el obispo no debe ser un principito sentado en su reino”.

Fray León fue el compañero mas fiel y leal de San Francisco de Asis. Ese fue el primer “Leon”. Y, parece, era muy leal a Francisco, que eligió su nombre por Asis. Es un mensaje también de su gestión, donde parece que seguirá la línea de su “maestro”, así como Fray León siguió hasta la muerte a San Francisco de Asis.

Significativamente, presidió una de las reformas más revolucionarias que hizo Francisco, cuando añadió a tres mujeres al bloque de votación que decide qué nominaciones de obispos se envían al Papa. En 2025, Francisco nuevamente mostró su estima al nombrar a Prevost al rango más alto de cardenales.

El ahora ex cardenal Prevost ciertamente ha recuperado un estilo más cortesano, el suyo es un lenguaje formal (no refinado) que en algunos puntos destila doctrina, pero la continuidad con Bergoglio es clara desde el principio, desde aquellas primeras palabras pronunciadas con profunda emoción: “La paz esté con todos vosotros”. 

Paz, aceptación y diálogo. Éste es el “programa” de León XIV, que reitera varias veces la necesidad y urgencia de crear puentes a través del diálogo, también en perfecto estilo franciscano. Un Papa estadounidense que quiere construir puentes, mientras el presidente de su país natal, Donald Trump, levanta muros. Una contraparte casi grotesca, pero significativa, que de algún modo logra explicar no sólo la atención, sino también la ardiente esperanza con que el mundo esperaba al nuevo Papa.

Pero la elección de Leone XIV como Papa ha generado reacciones mixtas. Steve Bannon, ex estratega de campaña de Donald Trump, había previsto la elección del cardenal Prevost y hace pocos días lanzaba una advertencia. En una entrevista con el presentador británico Piers Morgan, identificó a Prevost como un “caballo oscuro”.

Es cierto que los cardenales tuvieron que decidir si elegir a un Papa que siguiera el camino de apertura e inclusión de Francisco o elegir a un pontífice que forjara uno diferente. Durante sus 12 años de pontificado, Francisco hizo declaraciones históricas que alentaron a los progresistas, como permitir la bendición de uniones entre personas del mismo sexo y alzar la voz en favor de los migrantes.

Pero las divisiones típicas entre progresistas y conservadores no se corresponden tan nítidamente con las batallas ideológicas dentro del Vaticano y de la Iglesia en general. Existen debates complejos sobre el papel de las mujeres y de los católicos LGBTQ en la Iglesia, sobre si debe permitirse casarse a los sacerdotes, sobre la responsabilidad por los abusos sexuales del clero y sobre otras cuestiones divisivas.

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