Es increíble que una persona como Nicolás Maduro pueda ser presidente de un país, cualquiera, del universo. Desde sus charlas a través de los pájaros a sus mesiánicas arengas populares, el responsable de la debacle de Venezuela sigue sumando ideas insólitas.

Ahora, mandó a parir a las venezolanas. “Todas las mujeres a tener hijos. ¡todas!, Que crezca la patria”, ordenó ayer en un acto para hablar de parto humanizado y lactancia materna, dos programas más de la interminable lista de programas grandilocuentes de magros resultados. Ya su mentor ideológico -Hugo Chávez- premiaba a las mujeres que tenían más de cuatro hijos como si fuera una gran hazaña patriótica. Con bonos, lógico, el recurso más fácil y más ultrajante que tienen los gobiernos populistas para domesticar a su gente.
Pero Maduro siempre apuesta más. Y quiere que las redes sociales amplifiquen su mensaje. Y felicita a una mujer que estaba esperando su sexto hijo como un ejemplo a imitar. Y su mensaje se reproduce en las cadenas de televisión como una homilía de alguna secta que destruye la capacidad de pensar de un ser humano. Porque sus palabras no resisten el menor análisis, pero el mundo habla de ellas.
Justamente hoy, a siete años de la muerte del “padre” de la debacle venezolana Hugo Chávez. las palabras de Maduro suenan a burla para la mujer primero, para los venezolanos después y para el mundo civilizado también.

Parirás con dolor. Sí, la frase bíblica tiene un sentido demoledor en el país del que casi cinco millones de personas huyeron dejando a casi un millón de niños a cargo de abuelos o familiares. Migrantes que tuvieron que salir del país para ponerles un plato de comida en la mesa a los que quedaron. Frase irrefutable en el país de los embarazos precoces, donde las estadísticas reflejan que hay niñas de 9 años que ya han parido. Frase insultante para una nación que tiene la tasa de natalidad en el 2,4%, una de las más altas del mundo.
¡Así pues, a parir! El tema es la cantidad, sumar gente, amontonarla, contarla. No importa que después ese niño no coma o no pueda ir a la escuela porque no tienen zapatillas. Maduro quiere multiplicar por seis los platos vacíos en la mesa de cada hogar.
O dejar a seis niños más por hogar sin vacunas ni control médico. ¿Cómo hará esa madre-multiplicadora para estirar el precio de la harina de maíz que en el mercado (negro, porque en el “legal” no hay) cuesta 4.000 bolívares cuando tiene la suerte de ganar 18.000 (que es el salario mínimo).
Dificil alimentar seis bocas más cuando las que están muchas veces se duermen temprano para “evitar” la cena. Pero Maduro insiste, a parir que se acaba el mundo.
Y eso que el mundo, en la Venezuela que él dirige , ya está destruido.