12/07/24

Batacazo ‘british’: Tras 14 años en el «limbo», los votantes ponen a un laborista en el 10° de Downing Street

Carlos III confirma a Keir Starmer, ganador de las elecciones de Reino Unido, como nuevo primer ministro de ese país en sustitución de Rishi Sunak, que dimitió horas después de enterarse de la aplastante derrota. Tras 14 años (con el Brexit en medio) los laboristas vuelven al poder.
Keir Starmer en Downing Street, tras la victoria de los laboristas en las elecciones de Reino Unido. (AFP)

No hubo sorpresas en el Reino Unido. Los laboristas obtuvieron una victoria histórica en las elecciones generales, logrando una mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, hasta muy por encima de los conservadores. El triunfo, previsto por las encuestas durante meses, pone fin a 14 años de gobiernos ‘tories’ en medio de un gran desprestigio para esa fuerza política.

Para contextualizar la caída de los laboristas, el periódico The Guardian (tendencia izquierdista), mostró en una serie de pódcast titulado ‘Los 14 años que rompieron Reino Unido’, la debacle de los conservadores desde su regreso al poder en 2010 de la mano de David Cameron.

El hilo conductor es el temerario cambio de mensaje en los políticos tories, por el que, en un momento de crisis, pasaron de su habitual «un estado pequeño, pero una sociedad grande» en el que los ciudadanos de Reino Unido y sus políticos remarían a una en pos de salir del agujero del déficit, no necesariamente a expensas de un gran sector público (después de todo, son conservadores), a un mensaje vengativo y excluyente, del agravio hacia el que «vive de los subsidios», hacia el pobre que disfruta del sistema de salud, hacia el europeo que llega y puede obtener un trabajo sin más cortapisas que las del local.

Algo se rompió ahí, dicen.

«Si el electorado del país decide castigar al gobierno tory, no solo vencerlos en unas elecciones, sino más bien borrarlos del mapa, creo que se verá como un repudio masivo del corazón del mensaje ideológico [de los tories]: que el gobierno debe ser más pequeño, hacer menos, incluso si otra gente que no es como tú sufre. Ese mensaje quizá sea repudiado», explica allí uno analista del Guardian.

Rishi Sunak y Boris Johnson, las caras detrás del fracaso del partido conservador tras 14 años.

Si, los votantes británicos castigaron al partido conservador. Y los laboristas, liderados por Keir Starmer, consiguieron una aplastante victoria en los comicios del 4 de julio. Ahora, el Partido Laborista va camino a hacerse con 412 de los 650 asientos en juego, escaño arriba – escaño abajo. Los conservadores, por su parte, quedaron con 121, en una de sus peores derrotas históricas. La victoria de los Laboristas es incontestable: son casi los mismos escaños que con su mejor resultado con Tony Blair al frente.

Hay que remontarse a la Segunda Guerra Mundial para encontrar un batacazo similar en Gran Bretaña.

Pero, siguiendo el hilo de la pregunta que se hacía el pódcast de The Guardian, ¿significa eso que Reino Unido dio un giro a la izquierda, mientras sus vecinos en Francia y en el resto de Europa, lo hacen a la derecha o ultraderecha?

La victoria de los laboristas de Keir Starmer es amplia pero poco profunda. El sistema electoral británico, que sigue la regla el ganador se lo lleva todo, permite grandes mayorías y dificulta enormemente la entrada de nuevos partidos en el Parlamento. Una vez dividido el país en 650 circunscripciones o distritos electorales, el ganador en cada una de ellas —ya sea por un único voto— es el que se hace con el escaño. El resto de votos de la circunscripción quedan en nada.

El sistema dificulta los matices del verdadero sentir del país: partidos como los Liberal Demócratas lo sufrieron en sus carnes, durante muchos años terceros en porcentaje total de voto pero sin lograr hacerse con un número significativo de escaños. En este caso, el porcentaje de voto de los laboristas, 33,9%, es apenas 1,8 puntos porcentuales superior a 2019 (32,1%), cuando cosecharon una de sus peores derrotas históricas, con 202 escaños. Menos de un 2% del voto que se traduce este 2024 en más de 200 escaños. El porcentaje de voto, de hecho, menor que el que cosechó el laborista Jeremy Corbyn en 2017 (40%).

Más datos: el porcentaje de voto de esta victoria laborista es el más bajo que consigue una mayoría parlamentaria en Reino Unido.

El espejismo del sistema, avivado por el indudable descalabro tory (una caída de 20 puntos porcentuales en votos totales) no se traduce en un espíritu laborista que arrasa el país. La derrota fue contra los conservadores, y no precisamente por rechazar su agenda o medidas específicas, sino por su incompetencia. Apenas un 10% de los británicos consideran a los tories como un partido competente (frente al 40% en 2017) y menos de un 15% lo consideran «capaz de gobernar» (frente al más de 50% en 2017), según una encuesta de Ipsos y YouGov recogida por el Financial Times.

«Los conservadores no perdieron estas elecciones porque fueran demasiado de derecha en algunos temas o demasiado de izquierda en otros. Perdieron porque los votantes de todas las tendencias los juzgaron incompetentes y deshonestos», repasa John Burn-Murdoch, jefe de datos en el diario británico.

Es decir, lo que entendió el electorado británico es que la respuesta tory a las crisis que sufre el país (crisis de 2007-8, problemas con el déficit, otros derivados del Brexit) no funcionó, y ahora solo se puede probar la Laborista. Keir Starmer es el primero que lo sabe: su campaña desde que fue nombrado líder del partido tras la expulsión de Jeremy Corbyn apenas presentó líneas ideológicas, sino que se centró en lo mucho que cambio el partido, «un nuevo Labour», alejándolo de las tesis más izquierdistas del liderazgo anterior, modernizándose y encontrándose en el centro.

Una mujer lleva folletos electorales del partido Reform UK de Nigel Farage. (AP)

Cuando esos problemas, algunos de los cuales, como la expulsión del sistema de numerosas familias británicas hacia la pobreza y la exclusión, tienen raíces ya muy profundas en la etapa de austeridad que son difíciles de revertir, y otros, como el miedo a la migración, va más allá de los datos y tiene poca opción de «solución» realista, como se encontraron los tories con su plan de enviar inmigrantes a Ruanda o un hotel-prisión flotante en el canal de la Mancha, ¿permanecerán con los laboristas?

El dato más importante y que muestra un pequeño giro a la derecha en Reino Unido se dio por el partido Reform UK. Éste, es encabezado por el líder antieuropeo, luego pro Brexit duro y siempre populista radical de Nigel Farage, quien entró por fin en el Parlamento británico, con al menos 4 escaños.

No parece mucho. Pero en porcentaje de voto se convirtió en tercera fuerza (por encima de los Liberal Demócratas), con 14,3% de los votos, 12 puntos porcentuales más que en las anteriores elecciones.

Con los conservadores lamiéndose las heridas, la irrupción de Reform radicalizará el mensaje hacia la derecha. Es probable que Starmer se vea también forzado a adaptarse: Reform quedó segundo en muchas circunscripciones donde ganaron los laboristas.

Aunque precisamente esa división entre la derecha tory —que consiguió el éxito de no verse aniquilada por completo, como algunos pronosticaban— y la derecha populista de Reform podría facilitar nuevos gobiernos laboristas en los próximos años.

También Farage se enfrenta al reto de crear partido, ahora que cuenta con escaños, algo en el que el político, que creó, eliminó, y volvió a crear varias formaciones demostró no ser especialmente hábil. 

Starmer lleva apenas horas como primer ministro electo. En casi todos los perfiles que se publican sobre él se destaca ese toque de desconocido: solo él conoce qué es exactamente el starmerismo. Pero tiene cuatro años para desarrollarlos y, quizá ya sí, convencer a los británicos.

En su primer discurso, recordó que los ciudadanos dieron a su partido en las urnas «un mandato claro» que emplearán para «proporcionar cambio y restaurar el servicio y el respeto a la política».

«A partir de ahora, tienen un Gobierno despojado de doctrina, guiado solamente por la determinación de servir sus intereses, y desafiar tranquilamente a quienes descartaron nuestro país», aseguró.

Fue una comparecencia exultante, en contraste con la solemnidad que marcó la declaración previa hecha por Sunak, quien pidió disculpas a los británicos por el hundimiento de su partido.

Reino Unido tuvo en apenas dos años cuatro primeros ministros: los conservadores Boris Johnson, Liz Truss (quien duró tan solo 44 días en el poder y tuvo que dimitir tras crear el caos financiero con un radical plan fiscal), Rishi Sunak y ahora el laborista Keir Starmer.

Se espera que en los próximos días el nuevo primer ministro designe al gabinete con el que dirigirá el país por cinco años. En esa selección, se verá que tinte toma su gobierno: si de centro, o de derecha.

.Con información de El Confidencial.

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