Las primera vuelta de las elecciones legislativas en Francia ha dejado un escenario en el que la ultraderecha puede conseguir mayoría o la Asamblea Nacional quedará dividida

🔴 El partido de Le Pen, Agrupación Nacional, está en su mejor momento tras haber sido el más votado en las elecciones al Parlamento Europeo en Francia, logrando el 31,5%.
— Visión Liberal (@vision_liberal) July 1, 2024
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Si hay una palabra que describe el estado de ánimo de Marine Le Pen es euforia. Lo está desde que este domingo su partido Agrupación Nacional ha conseguido una victoria rotunda en la primera vuelta de las elecciones legislativas. Todavía le queda camino por recorrer, específicamente, el sprint final hasta la segunda vuelta del 7 de julio. Ese día, los franceses decidirán si desean una representación política de la extrema derecha de Le Pen, que ha obtenido el 33,15% de los votos, o del Nuevo Frente Popular, la coalición de partidos de izquierda que ha conseguido el 27,99%, según los resultados provisionales publicados por el Ministerio del Interior.
El Partido Renacimiento del presidente Emmanuel Macron y su alianza Ensemble ha quedado en tercer lugar (con el 20,83% de los votos) y con pocas posibilidades de que se giren las tornas y consiga una mayoría en la Asamblea Nacional francesa. Después de la segunda vuelta de las legislativas, se presentan dos escenarios. En el primero, Agrupación Nacional consigue una mayoría aplastante que obliga a Macron a nombrar a un nuevo primer ministro. En este caso, sería Jordan Bardella, la mano de derecha de Le Pen. Este giro cambiará radicalmente la política tanto interior como exterior de Francia y puede fomentar un enfrentamiento con las políticas de Macron.

En el otro escenario, la jornada electoral del domingo que viene acabará sin una mayoría clara y el país podría sumirse en un estancamiento que puede agitar todavía más la situación política. Después de una votación legislativa que se considera histórica por el auge de la ultraderecha, el presidente ha advertido que los franceses no pueden entregar las llaves del país a Agrupación Nacional.
“Todo en su programa, sus valores, su historia, los convierte en una amenaza inaceptable contra la cual tenemos que luchar”, dijo. A una semana de los comicios legislativos definitivos, estas son las claves de la primera vuelta de las legislativas que han puesto patas arriba el futuro político de Francia.
El búmeran de Macron
Emmanuel Macron ha sido tajante sobre el peligro de que la extrema derecha gobierne la república. Aunque algunos le han señalado precisamente por acelerar su ascenso político. Después de la victoria de Agrupación Nacional en las elecciones al Parlamento Europeo, el presidente francés estaba convencido de que era su deber democrático poner a prueba a los votantes y convocar elecciones legislativas anticipadas. La primera vuelta de estos comicios ha sido un duro revés para el mandatario, que ha quedado relegado en un tercer lugar. Pero el partido ultraderechista no es el único que está detrás de la debacle de Macron.

La coalición de partidos de izquierda Nuevo Frente Popular, que incluye desde los socialistas moderados hasta la extrema izquierda llamada Francia Insumisa, se ha convertido en los segundos más votados. Las proyecciones apuntan a que el fuerte apoyo de los jóvenes ha sido clave para este ascenso que ha dejado a Macron con pocas opciones de conseguir una mayoría parlamentaria. Desde que empezó la campaña por las legislativas, el presidente ha agitado el miedo entre los votantes ante un hipotético gobierno de ultraderecha. Pero, en lugar de apostar por su Partido Renacimiento, una gran parte de los franceses ha votado a la coalición de izquierda.
La conquista de la ultraderecha
No a Bruselas y al Euro. Sí a Francia. Anti europeos, anti inmigrantes, neopopulistas y con el presidente ruso Vladimir Putin como amigo y financista. El Frente Nacional aceptó tener una crisis de identidad para desdiabolizar a Marine Le Pen, la hija de Jean Marie, el antisemita y militar de Argelia. Hoy la rubia Marina, un metro ochenta embutido generalmente en trajes negros, botas y un cigarrillo en la mano, ganó estas elecciones legislativas. Su público es distinto al que apoyó a su padre, Jean Marie Le Pen: los “losers” de la sociedad, los antieuropeos, los obreros desencantados, los desempleados, la clase media empobrecida, “los olvidados de la República” apoyan a Marine.
La abogada bretona Marine ha cometido un parricidio. Liquidar al padre y fundador del Frente Nacional tras designarlo presidente honorario de su partido, para poder conquistar a un electorado que la veía contaminada con el antesimitismo y la xenofobia de su papá.
La mutación del FN fue puesta en marcha por ella, con la ayuda de Florian Philippot, un egresado de la ENA. Ellos han querido reidentificar su movimiento con la tradición gaullista, soberanista independiente, lejos de la OTAN, la ONU, y la Unión Europea. Un referéndum para salir de Europa, abandonar el euro, una defensa de la Europa de las Naciones desde el Atlántico hasta los Urales. Un país donde la soberanía sería vana en una Francia transformada por los efectos del islam. Por eso siempre propuso suspender las visas de todos los no europeos que quieren visitar a sus familias en Europa.
Cuando Le Pen tomó las riendas de su padre como líder del partido en 2011, intentó cambiar el nombre del Frente Nacional por algo más convencional, llegando incluso a expulsar a su padre en 2013 del partido político que fundó después de que repitiera su afirmación de que las cámaras de gas de los nazis no habían sido más que un detalle de la historia.

Finalmente, en 2018 logró rebautizar a la fuerza fundada por su padre como Agrupación Nacional (Rassemblement national en francés, o RN), el nombre con el cual compite actualmente y bajo el cual obtuvo la victoria en las elecciones al Parlamento Europeo.
Marine Le Pen es madre de tres hijos. Se ha divorciado dos veces. Ella ha pedido con regularidad respeto a la privacidad de sus hijos, tratando de protegerlos de la atención de los medios. Su relación con su padre, sin embargo, ha sido objeto de mucho escrutinio por parte de los medios.
La explosión de una bomba en el apartamento de la familia en París, cuando Marine tenía 8 años, la hizo consciente de la notoriedad de su padre. Su talento para hablar en público la llevó a estudiar Derecho y luego, en 1998, fue asesora jurídica del partido de su padre. A medida que ascendió en sus filas -convirtiéndose en vicepresidenta, legisladora del Parlamento Europeo y luego parlamentaria en Francia– también trató de suavizar la imagen del partido. Esto provocó la tensión en la relación con su padre. Y no fue hasta que asumió como presidenta de la organización, en 2011, que fue capaz de remodelar el partido tanto como ella deseaba. Un año después, en 2012, compitió por primera vez por la presidencia de Francia, alcanzado el tercer lugar.
En su campaña presidencial contra Emmanuel Macron en 2017, cuando perdió en segunda vuelta contra el actual presidente, intentó posicionarse como un Donald Trump francés, afirmando representar a las olvidadas clases trabajadoras francesas que han sufrido a raíz de la globalización y el progreso tecnológico.

Pero su postura nacionalista económica (quiere dejar el euro y volver al franco, e impulsar la salida de la Unión Europea), sus puntos de vista sobre la inmigración (propone reducir los ingreso y el acceso de inmigrantes a servicios públicos), el euroescepticismo y sus posiciones sobre el islam en Francia (quiere que sea ilegal que las mujeres lleven velo en público) resultaron impopulares entre el electorado francés.
Le Pen aboga por el aislacionismo y el nacionalismo, y considera que los dos grandes males que aquejan a Francia son la corrección política liberal y el “multiculturalismo anglosajón”.
Durante mucho tiempo ha sido una admiradora vocal de Vladimir Putin, el hombre fuerte ruso que se ha convertido en un paria en Occidente debido a la decisión del Kremlin de atacar a su vecino, Ucrania. Le Pen lo visitó durante su primera campaña presidencial de 2017, pero esta vez se vio obligada a desechar un folleto con una foto de ella y Putin de ese viaje después de la invasión. Su anterior aversión a la OTAN (la plataforma de campaña de Le Pen en 2017 incluía sacar a Francia de la alianza) también podría ser un lastre.
Le Pen volvió a perder en segunda vuelta en las elecciones presidenciales de 2022 –su tercer intento de llegar al Palacio del Elíseo–, una vez más contra Macron, pero por una diferencia mucho menor que en 2017, por lo cual salió fortalecida.
El partido de Le Pen, Agrupación Nacional, está en su mejor momento tras haber sido el más votado en las elecciones al Parlamento Europeo en Francia, logrando el 31,5% de los votos con una lista liderada por Jordan Bardella.

Tal fue el impacto de este resultado que el presidente Macron disolvió el Parlamento francés y llamó a elecciones anticipadas en un intento de restaurar el apoyo a su presidencia. Se trata de una medida arriesgada, ya que si Agrupación Nacional se impone en esas elecciones Bardella se convertirá en primer ministro, un hito para esta fuerza política.
Bardella es, para muchos, el heredero político de Le Pen, descrito incluso como “perro de ataque” por sus mordaces apariciones televisivas. También es desde 2022 el actual presidente de Agrupación Nacional, elegido por la propia Le Pen.