
Desde las cloacas del poder “alguien” presionó el botón y toneladas de materia fecal rebalsaron la tubería y taparon hasta el cuello al ex presidente Alberto Fernández, el último (y más estruendoso) de los cadáveres políticos y sociales que nos viene dejando la democracia en los últimos cuarenta años.
Alberto Fernández no fue un buen presidente. Tampoco lo fueron Mauricio Macri o Fernando De La Rúa, sólo por mencionar a los que desempeñaron su mandato en lo que va del siglo XXI. Seguramente la lista sería más larga si extendiéramos la cronología.
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) August 9, 2024
Pero las imágenes que vimos…
Pero atención, el cuidado montaje del affaire Fabiola – con fotos, videos, docu-drama para streaming y libro incluido, todo editado en España – revela mucho profesionalismo y un tiempo de pre producción de varios meses.
Y abre la puerta a los demonios de la sospecha:
¿A qué eslabón en la cadena de poder responde ese “alguien” que presionó el botón y filtró los “anticipos” de la historia a un periodista de Clarín y luego determinó que sería Infobae (el diario digital más leído y creíble de la Argentina) el medio por el cual se mostrarían las fotos de Fabiola? ¿Quién decidió desde las sombras que la bomba mediática estallara anoche, jueves 8 de julio a las 21?
Por ahora sólo son incógnitas que se suman. Él o los ejecutores son plenamente conscientes que las fotos de Fabiola de los moretones en sus ojos y brazos, y los audios del/los chat donde ella le dice a Fernández que hacía “tres días” que no paraba de golpearla, no sólo sepultarían diez metros bajo tierra la ya derruida imagen pública del ex presidente. La otra imputada, de manera implícita, es Cristina Fernández de Kirchner, la responsable política de haber llevado a ser Presidente de la Argentina en 2019 a un machista golpeador, aprendiz de sexópata, misógino y psicópata.

La misma cabeza de la SIDE (Antonio Horacio ‘Jaime’ Stiusso) que hoy vuelve a manejar la inteligencia nacional era la que elaboraba los informes y carpetas de Alberto Fernández cuando fue jefe de gabinete de Néstor Kirchner, cuando fue “expulsado” de la Rosada kirchnerista por responder a Héctor Magnetto más que a los K, cuando fue el operador del armado político de Sergio Massa, y cuando se tomó el café de la reconciliación con CFK en mayo de 2019.
Alberto Fernández siempre fue el mismo manipulador, intrigante y acosador de mujeres. En 2003. En 2007. en 2013. En 2019. Y obviamente, el poder de sentirse el número uno potenció todas sus miserias y patologías.

Por eso a nadie extrañaría si una de las derivaciones de la denuncia de Fabiola salpicara a Cristina Kirchner. Parece casi imposible que la ex vicepresidenta – que también tiene su propio dispositivo de contrainteligencia -no haya escuchado de primera mano los relatos de las golpizas a que era sometida Yáñez. ¿Nunca le contó Fabiola a Cristina sobre el infierno a la que la era sometida en esa cárcel de cristal que fue para ella la residencia de Olivos? ¿Nunca tuvo Cristina en sus manos ningún informe sobre el desfile incesante – siempre de madrugada- de modelos, actrices de segunda línea, periodistas jóvenes y no tanto, por Olivos y el departamento de Puerto Madero que tan gentilmente le cedió Pepe Albistur a su compañero del alma?
En su catarsis autocrítica, Juan Grabois dice “siempre supimos quién era Alberto Fernández”. Y el mensaje sigue resonando como un río caudaloso.
Por ahora, Alberto Fernández será el catalizador donde se filtrarán todas las conductas “trash” de un peronismo que tiene la mandíbula más fracturada que Muhamad Alí contra Ken Norton en 1973. La saga de hombres violentos y promiscuos tiene personajes, como el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza y Martín Insaurralde, en la bandeja de entrada. Listos para ser remixados cuando la oportunidad política lo amerite.
Y para sumar puntos al descrédito generalizado, Luis D´Elía, si el inefable D´Elía, le sugiere encerrarse en el departamento de las orgías de Puerto Madero y pegarse “un corchazo”.
No, no es por ahí como se puede curar las heridas. Alberto que tanto se jactó de ser un hombre apegado a la ley (eso también quedó sepultado como sus supuestas adhesiones al feminismo o la parodia de haber creado el primer Ministerio de la Mujer, cuando a su mujer – o su pareja – la molía a palos por las noches) debe afrontar un juicio lo más justo posible, teniendo en cuenta que la causa la tiene un juez federal (Julián Ercolini) que lo odia por haber ventilado su viaje a Lago Escondido con fondos del Grupo Clarín, y purgar la sentencia en una cárcel común. Como le sucedió hace casi 40 años a Carlos Monzón.
Ayer anoche @alferdez me mandó estos mensajes obviamente no le contesté estaba muy caliente 🔥 pic.twitter.com/2E3dlHtNUn
— Luis D'Elia (@Luis_Delia) August 9, 2024
Y algo más. Por ahora la bomba le estalló en la cara y los días o las semanas demostrarán si las esquilas le llegan a CFK. Pero atención, un meta mensaje subyace en el fondo de ese río de materia fecal. Un mensaje que tiene como destinatarios a toda la clase política de la Argentina. Nadie, pero nadie, está a salvo de que se ventilen sus miserables conductas, si las tuvieran.
Nadie está a salvo a los “carpetazos” disciplinadores. Nadie.



