Los amarillos juegan al “all in” en la elección, ya nacionalizada, de la Ciudad de Buenos Aires. Por un lado, las mediciones que manejan en el macrismo ven la posición de su candidata porteña, Silvia Lospennato, mejor que hace un mes y no descartan un acuerdo con el radicalismo primero y Leandro Santoro, el favorito por estos días, después. El Presidente, por su parte, hace campaña explícita para Manuel Adorni. A veces parece tratarse de una elección entre Milei y Macri por el segundo puesto. En la Provincia, Pareja y Karina, que se están encargando del armado, ya se mostraron en reuniones con Montenegro, Santilli y Ritondo.
Franco Occhipinti para El Economista. “Si nos dividimos, nos van a matar”. Esta es una de las frases que se deslizó desde el entorno de Diego Santilli, uno de los principales interesados, junto a Cristian Ritondo, de llegar a un acuerdo con La Libertad Avanza en la Provincia de Buenos Aires.
Sería bueno saber si, los que hipotéticamente morirían, serían los dos partidos o solamente el PRO.
Los amarillos están jugando “all in” en la elección, ya nacionalizada, de la Ciudad de Buenos Aires. Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y otras personalidades nacionales del PRO recorren las calles porteñas como un candidato más de estas legislativas. Las mediciones que manejan en el macrismo ven la posición de su candidata porteña, Silvia Lospennato, mejor que hace un mes. El optimismo va más allá. Barajan un acercamiento a Leandro Santoro, que ya no es el líder indiscutido en las encuestas como hace un tiempo atrás.
Lo más seguro es que, tanto en el PRO como en La Libertad Avanza, son conscientes en cuanto a que las apariciones públicas de Mauricio Macri en la vía pública están surtiendo efecto.
El expresidente está poniendo todas sus fichas en las elecciones porteñas del 18 de mayo para terminar de definir su posible alianza con los libertarios en la provincia. Si logra dilatarlo lo suficiente, las elecciones provinciales quedarían supeditadas a las porteñas.
Centralismo porteño explícito para una provincia que nunca termina de definir una agenda 100% local.
Mauricio Macri propuso que se sumen los radicales, especialmente el grupo de Maximiliano Abad, a la alianza en constante e incierta construcción. Hay que preguntarse qué tan genuino es este pedido de Macri. ¿De verdad es el interés de fondo sumar a un sector del radicalismo, o es un pedido que, sabiendo de antemano una negativa libertaria, solo tiene como objeto dilatar la discusión hasta mayo? ¿O, por qué no, ambas opciones?
El presidente del PRO por un lado juega al consenso y por otro dispara. “A los dirigentes que tenían precio ya los compraron”, sentenció en un cónclave de dirigentes de la Quinta Sección en Mar del Plata. Muchos interpretaron esto como un golpe directo a Diego Valenzuela, recientemente incorporado a las Fuerzas del Cielo.
Pero sería más preciso entenderlo como un aviso para los que todavía basculan indecisos, los que tienen un pie en cada lado. Más que para Valenzuela, el mensaje pudo haber sido para Guillermo Montenegro, por ejemplo, que se encontraba en ese mismo lugar.
El intendente de Mar del Plata hace tiempo coquetea con los libertarios. Hace pocas semanas fue pública su reunión con Alejandro Carrancio, diputado provincial de LLA y con quien tuvo fuertes roces años atrás. En la foto publicada, Carrancio etiquetó además a Sebastián Pareja y Karina Milei. Pareja y Milei que se están encargando del armado en la provincia y ya se mostraron en reuniones con Montenegro, Santilli y Ritondo.
Estos dos últimos también se suman al grupo que se mueven entre un espacio y otro. Y a su vez tienen sus fichas en la Ciudad. Rocío Figueroa, por ejemplo, es un alfil ritondista en la lista porteña del PRO, mientras su referente visita la Casa Rosada. Se suman otros intendentes del PRO al ir y venir constante, como Jaime Méndez de San Miguel o Ramón Lanús, de San Isidro.
En fin, la afirmación de Macri parece haber sido para ordenar la tropa propia, mientras se resguarda en intendentes como Soledad Martínez, de Vicente López. Junto a otros del interior provincial conforma el grupo de los más reacios a una alianza o, por lo menos, los que más condiciones pondrían.
De no darse una alianza, podría imaginarse una fuerte “municipalización” y “nacionalización” de las elecciones provinciales al mismo tiempo. ¿Cómo funcionaría esto? Por un lado, la escasez de figuras en ambos partidos podría poner a intendentes como cabezas de lista en candidaturas testimoniales, para así darle más competitividad a sus listas. Listas que al jugar en una elección desdoblada no tienen un candidato nacional que “arrastre” votos. Aparte, por estas características, los intendentes van a tener más peso en decidir quienes disputen las bancas en la Legislatura provincial.
Por otro lado, hay que mirar lo que está pasando en la Ciudad de Buenos Aires. El Presidente Javier Milei se muestra en un spot electoral afirmando “Adorni es mi voz en la Ciudad”. Macri, sin candidatura, recorre la Ciudad con Lospennato, cabeza de lista, acompañándolo. No al revés. A veces parece tratarse de una elección entre Milei y Macri. No sería extraño ver replicarse esto mismo en la provincia si no se firma una alianza.
Milei también golpea y tiende la mano al mismo tiempo. Este jueves por la mañana, en el programa de Antonio Laje, chicaneó a Macri con la “compra” de intendentes, pero luego comentó: “Puede ser que un grupo minúsculo del PRO no quiera el acuerdo, pero marcha muy fuerte, y no tengo ninguna duda de que entre (José Luis) Espert, (Cristian) Ritondo y (Diego) Santilli se van a poner de acuerdo para armar una estructura supercompetitiva para arrebatarle la provincia al soviético, comunista, bolchevique”.
Nadie quiere ser el responsable de que se pierda la posibilidad de una alianza, pero todo sigue tenso. Si se rompe, el responsable lo va a pagar con creces. Mientras tanto, todo indica que las elecciones porteñas definirán con cuanto poder efectivo de negociación cuenta cada parte. O por lo menos darán una idea más concreta, que elecciones mucho más locales, como la pasada en Santa Fe, no pueden asegurar.
El más jugado parece ser el PRO. De no realizar una relativa buena elección (y decimos relativa, porque el primer puesto parece estar perdido ya) en su histórico bastión, poco parece quedar para hacer en provincia. ¿No le conviene acordar antes en provincia, cediendo lo que haya que ceder? ¿O se puede aferrar al optimismo de las proyecciones y las restantes (pocas) semanas de campaña?
