Crónicas desde el malecón: entrevista al periodista cubano Abraham Jimenez Enoa.
Sus textos en diversos medios internacionales dan cuenta de los problemas que sufre la sociedad cubana. Sus inicios en el periodismo, el Movimiento San Isidro y los cambios que desea para su país.
Decir que desde 1959 la Isla de Cuba está “bajo una dictadura socialista” puede no alcanzar para entender la realidad que se vive dentro de ella. Tampoco mencionar datos duros o cifras de la caída de su PBI. Pero leer Lo que queda de Celia Cruz en Cuba, una crónica acerca de cómo se recuerda en Cuba a esa diva de la salsa cubana, devenida en ícono del anticastrismo luego de su exilio en Miami, puede otorgar una dimensión más próxima, más concreta. Algo más vívido y claro que las cifras de exiliados o de balseros que no sobreviven a la huida de la isla. Hoy este texto puede leerse on-line en Gatopardo, una prestigiosa revista mexicana cuya lectura está actualmente prohibida en Cuba.
“Cuba es un país donde solo pueden hacer periodismo los medios y periodistas que están subordinados al Partido Comunista de Cuba. Imagínate lo surrealista que es eso…”
Es la tarde del 11 de diciembre del 2020, año que acaba de terminar. Converso con el autor. Como un arqueólogo que reconstruye una civilización antigua a partir de la punta de una flecha, él detecta pequeñas escenas, algo que un vecino le dice, una anécdota que recuerda y que trasluce algo de la realidad de su país. En todas esas cosas encuentra una forma de contar su aldea y ser universal. Mientras este texto se escribe, este escritor sigue allá en la isla: escribiendo, contando.
- ¿Dónde hiciste la carrera de periodismo?
- En la Universidad de La Habana. Me gradué de periodismo en el verano de 2012 en la Universidad de La Habana. – se oye desde mi teléfono celular. Yo estoy sentado en la cocina de mi casa, a 6822 kmts, escuchando una llamada de whatsapp que trae una voz absolutamente cubana. El nombre de esa voz es Abraham Jiemenez Enoa, que vive en Cuba, el país donde una Revolución Socialista que triunfó en 1960 fue borrando poco a poco la libertad de prensa. Abraham es un periodista reconocido internacionalmente, fundador El estornudo, una de las primeras revistas digitales de Cuba y la primera del país en compilar textos de lo que se llama “periodismo narrativo”: tomar elementos de la literatura para contar hechos reales. Género que cuenta con una larga tradición, especialmente en Latinoamérica. Operación Masacre, donde Rodolfo Walsh reconstruye lo que se conoce como “Los fusilamientos de José León Suárez”, es probablemente su más viejo antecedente.
Abraham me cuenta que comenzó a publicar a finales de 2012 sus primeros textos, en el medio cubano On Cuba. On Cuba es una revista sobre deportes, tema que Abraham define como “su gran pasión personal”. Nada había aún del observador de la vida cotidiana, de las circunstancias sociopolíticas del país, que luego llegaría a ser. Hoy los textos de Abraham pueden leerse en varios medios internacionales como Revista Anfibia, Gatopardo, BBC, Al-Jazeera, Univisión, Vice, y es corresponsal del diario Washington Post en Cuba. El pasado diciembre fue uno de los participantes internacionales del festival argentino de literatura de no-ficción Basado en Hechos Reales.
“Estuve publicando sobre deportes hasta casi 2016. Hasta que fundé El estornudo, con un grupo de colegas, realmente no empecé a interesarme, por un lado, por el periodismo narrativo, y por otro por abordar, digamos, más de lleno el tema fuera de la temática deportiva. Yo realmente no tengo ninguna pretensión a la hora de escribir. A mí lo que me seducen son realmente las historias. Ya sean historias personales mías, cosas que me han pasado, que se que pueden tener un impacto en el lector, que le pueden ser, digamos, llamativas. Sobre todo, fuera de Cuba, con eso sí juego. Hay muchos temas que yo publico que son temas para un público fuera de Cuba. O un público que realmente no conoce Cuba. O sí conoce Cuba, pero no conoce las verdaderas intríngulis del país”, cuenta.
Lo que más disfruta Abraham es que en sus textos el relato corra, y dice de sus escritos que “no tienen un vuelo demasiado alto”.
- No soy pretencioso con la forma al escribir. Uno: porque no creo que tenga esa condición. Y dos porque no me sale. No me sale. Digamos que no, no… No lo hago, no lo hago. Quizás porque no tenga esa capacidad.
Le digo lo que pienso: que es una de sus mejores virtudes como escritor. La sencillez. Que no quiere decir que un texto sea bobo, sino accesible y directo, hecho con palabras que todos pueden usar, pero puestas en un orden que solo alguien que ama el arte de contar puede lograr. Con la frescura de quien no está buscando florituras en la oración, sino mirar, y decir lo que está mirando con esas primeras palabras que aparecen.
- Sí, sí – se ríe – Sí, puede ser.
Pareciera que sí: que es. Cualquiera puede entrar fácilmente en un texto como Tirarse al mar nunca ha sido garantía de libertad, donde Abraham cuenta en primera persona su propio intento de escapar en balsa de la isla, o No todos podemos quedarnos en casa, donde habla de los problemas del cubano de a pie para llevar la cuarentena por causa del covid-19. También hay crónicas llenas de suspenso y humor negro como El policía quiere helado, donde Abraham cuenta la decadencia de la sociedad cubana a partir de una anécdota pintoresca: un policía hambriento lo sigue para solicitarle que le compre un helado. Todas escritas de una forma transparente, amable, parecen cuentos: tienen diálogos, escenas, descripciones. Textos que pelean contra la superstición de la urgencia en periodismo. Textos que narran con los mejores recursos literarios (no “ficcionales”, literarios) hechos reales y verídicos.
Recientemente la organización internacional Reporteros Sin Fronteras ha puesto a Cuba en lugar 171 de su ranking mundial de libertad de prensa, entre Arabia Saudí (170) y Laos (172). Los datos se refieren al informe del año 2020. Cada año, esta organización pone al país caribeño en los peores puestos en lo que a libertad de expresión se refiere.
– ¿Cómo fue y cómo es hacer la carrera de periodismo, en un país que tiene justamente tantos problemas en relación a la libertad de expresión?
– En ese momento no tenía tanta conciencia crítica. Yo entré a la Universidad con la intención de ser comentarista deportivo. Y era muy mal estudiante: casi nunca iba a clase, iba solo a los exámenes para tener la puntuación, como que estaba ahí cumpliendo solamente y estaba por estar. Por salir, por formar parte de un grupo. Pero me la pasaba más con mi cabeza puesta en los juegos deportivos. Eso me hizo ser de los peores estudiantes de mi año y tal. Pero cuando llegó el periodismo, en la asignatura de Periodismo de Investigación, eso me cambió un poco la brújula del asunto. Sobre todo por las lecturas, por descubrir a estos autores que te mencionaba – me mencionó a grandes de la crónica periodística que lo influyeron: el ya mencionado Walsh, Martín Caparros, Truman Capote, y otros más – No tanto porque en las clases se dieran. Porque la carrera de periodismo, obviamente, en Cuba es una carrera fuertemente politizada. Una carrera que está cargada de un proselitismo casi prosaico. Lo otro es que sí te dan las herramienta, sí te dan todos los autores. El tema está en que una vez que tu sales a hacer periodismo, sobre todo estando en la carrera, que tienes que hacer prácticas laborales en cada uno de los semestres en los medios estatales del país, es cuando te das cuenta de la censura. Te das cuenta de la política editorial que rige Cuba. Cuba es un país donde solo pueden hacer periodismo los medios y periodistas que están subordinados al Partido Comunista de Cuba. Imagínate la política editorial de esos medios. Porque además es el único partido político autorizado a funcionar en el país. Es una cosa casi surrealista. Pero bueno, yo quería salir con mi título, e irme a narrar a la televisión o a la radio eventos deportivos. Eso nunca sucedió. Uno: porque me di cuenta que no era bueno haciéndolo. Y dos: porque me cautivó el periodismo narrativo.
- ¿Por qué decís que no eras bueno haciéndolo?
- En segundo año, que es cuando haces radio y televisión, en las prácticas laborales y tal me paré delante de una cámara. Y hablo como muy rápido, tengo una pésima dicción y le tengo un poco de pánico a la cámara, y no se me da bien. Hay un programa acá que se llama “La mesa redonda”, que es un programa muy detestado por la mayoría del pueblo, porque es como el programa del oficialismo aquí. A mí me mandaron ahí a hacer las prácticas. Me acuerdo que estuve como cerca de cuatro horas grabando una página solamente para que saliera en ese programa ¡Y lo hice tan desastrosamente! Estuve cuatro horas para grabar una página. Repitiendo, repitiendo, repitiendo. Y recuerdo que avisé a toda mi familia: “Voy a salir en televisión, voy a salir en televisión”. Y después, cuando salió el reporte salió con otra voz, lo editaron finalmente -. Y Abraham explota en una risa que se prolonga, logrando sin querer que pase lo mismo que pasa cuando escribe: que se sienta proximidad, accesibilidad.

Una charla con alguien que te cuenta cómo es su vida en su país. Simplemente.
Este año, por distintos motivos, la ya maltrecha economía cubana ha recibido golpes que a algunos recuerda la depresión de la década del 90’, conocida como “Período Especial”. Pero fue en las últimas semanas en las que Cuba fue sacudida por un hecho poco común: la primera gran protesta popular en mucho tiempo, dado que las mismas están prohibidas y son reprimidas por los oficiales de Seguridad del Estado. El Movimiento San Isidro puso en jaque al régimen. Se trató de un movimiento político y artístico compuesto por artistas contestatarios de las más diversas disciplinas. Los mismos ya se habían unido en protesta a finales del 2018, cuando el estado cubano intentó imponer el decreto 349 que recrudecía la censura en el arte. “Obviamente eso ha molestado mucho al Estado, que ha intentado dinamitar ese movimiento. Al punto que en varias ocasiones ha intentado apresar a varios de sus miembros. Hace un mes la última víctima fue un rapero que fue apresado también por formar parte del Movimiento San Isidro. Él mismo comenzó una campaña por su liberación. Esa campaña fue dando tumbos, al final terminaron varios del Movimiento San Isidro arrestados también, pero los liberaron”, explica. El rapero se llama Denny Solís.
El relato de Abraham sigue con la entrada de los manifestantes a la sede del Movimiento San Isidro, donde estuvieron más de una semana en huelga de hambre y de sed. “Eso generó la tensión del mundo entero y puso al estado cubano en jaque. El gobierno entró, los desalojó, allanó la vivienda, después que mucho antes intentara sabotear con ataques nocturnos, intentaron echarle un líquido tóxico a la cisterna de la sede, atacaron de noche, en fin. Después de muchos saltos allanaron aquel lugar, se los llevaron apresados, los devolvieron a su casa pero no a la sede. Después de eso y de mucha indignación popular, varios artistas, activistas de la sociedad civil, periodistas, gente en general, nos citamos en el Ministerio de Cultura, para pedirle a las instituciones cubanas que cesaran la violencia judicial, la censura, que nos permitieran la libertad de expresión, de arte. Y eso generó una gran protesta masiva, inédita en los sesenta años de dictadura cubana, que nunca se había dado. Se que mucha gente puede decir en el mundo entero, ‘bueno, pero qué más da, si miles de personas se reúnen y al final no pasa nada’; bueno eso nunca había pasado en Cuba porque justamente es ilegal que se puedan manifestar los cubanos. Para salir a la calle uno siempre tiene que pedirle permiso al gobierno. Claro, uno siempre se manifiesta en contra del gobierno entonces nunca te dan permiso. Y la mayoría de las veces que sucedió, han terminado a los golpes y tal. Pero esto es algo inédito. Terminamos en la madrugada y el Ministerio de Cultura cediendo a dialogar con los que nos dimos cita en ese lugar. Lo otro importante fue que de alguna manera ese día también se dieron escenas inéditas, cómo fueron que la policía rodeó aquel lugar, echaron gases pimienta. Yo jugaba un poco y decía: ‘bueno, al fin Cuba parece un país normal’. Uno está acostumbrado a ver todas estas imágenes a diario en Latinoamérica, de las marchas, de la represión con gases y tal. Pero aquí en Cuba eso nunca ocurre. Y entonces un poco fue como un viaje a la modernidad lo que ocurrió ese día. Hay mucha gente que vivió más de diez días sin poder salir de su casa porque estaba rodeado por la policía”, relata Abraham.

“La pandemia hundió a Cuba en un pantano que ya existía”
A pesar del fervor contestatario de la protesta, Abraham dice que ya está pasando la ebullición que esto generó. Las causas de esta merma son la represión estatal, arresto domiciliario de los miembros del Movimiento y su aislamiento e incomunicación. En la opinión del cronista, el decreto mediante el cual el gobierno ha oficializado recientemente un cambio de moneda fue una medida que juega a favor de disipar el tema de la protesta en las conversaciones cotidianas. “Eso va a generar un grave problema económico y va a generar una gran inflación. Como que la cabeza de la gente está yendo hacia ese lado”, opina.
- En una oportunidad dijiste que Cuba es un país cada vez más inviable.
- Sí. La pandemia ha venido a hundir a Cuba en un pantano que ya existía. Justamente por la crisis económica en Venezuela, todo lo que Cuba recibía de ella ya no lo puede recibir, por todas las medidas que Donald Trump tomó en su mandato hacia Cuba. Y además ahora con la baja de turismo por la crisis sanitaria estamos viviendo un momento de miseria y de pobreza que nunca lo había vivido. Es una locura poner un plato de comida a diario en la mesa. Uno va a las tiendas y en las tiendas y mercados los productos básicos están racionalizados, no es que puedes comprar lo que tú quieras. Y tienes que hacer además de eso siete, ocho horas de fila para comprar. La gente madruga, duerme afuera de las tiendas, hay un desabastecimiento tremendo. Es un país en el que es casi imposible tener la sonrisa en la cara.

Abraham considera que en los inicios de la Revolución hubo logros: campañas de alfabetización y vacunación sobre todo. Pero dice que “ya todo eso no existe, ya todo eso es historia”, y que quien no vive en Cuba no sabe el derrumbe moral y material al que han sido sometidos los sectores de Salud y Educación. “Cada vez están más depauperados. Incluso la salud, que es el segundo renglón económico del país por como Cuba intercambia servicios médicos y vende al mundo la imagen de la solidaridad y el altruismo médicos. En los hospitales muchas veces hay muy malos tratos, la mayoría de las veces no hay medicina a pesar de que es gratuito”, dice él.
- ¿Cuáles pensás que deberían ser los cambios a llevar a cabo en Cuba?
- Tiene que haber un cambio de sistema político. El que está ahora no funciona para nada. Hay una total desconexión entre lo que vive el ciudadano de a pie y lo que piensa el gobierno de su país. Yo pienso que lo primero que tiene que haber es un gobierno que pueda darle primero las libertades fundamentales a este país. Que son la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad artística, la libertad de movimiento. Básicamente que le otorgue esa capacidad de decisión y ese componente de ciudadanía que no tiene esta sociedad. Y por otra parte tiene que haber una reconfiguración del entramado económico cubano. La estructura que está hoy, que es totalmente centralista y asovietizada, tiene que desaparecer por completo. Tiene que haber una preponderancia de la propiedad privada, porque no hay manera de que este país salga adelante teniendo el Estado la capacidad de decisión de todo el país. Tienen que darle capacidad de funcionamiento a entidades personales y privadas. Que la gente crezca, las pymes, la propiedad mediana en todo el país. Y que así empiece a florecer un país que ahora mismo es un desierto económico. Yo estoy totalmente de acuerdo con que haya salud gratuita y pública, eso yo obviamente no lo tocaría. Yo creo que son de las cosas que llegaron para quedarse. Yo sobretodo reformaría la parte política y social. Que haya elecciones libres. Que se acabe el unipartidismo cubano. Y sobretodo una reforma económica.
Desde 2016, por decisión del Ministerio del Interior (MININT), Abraham tiene prohibido salir de Cuba hasta el año 2021. Desde entonces, Abraham ha presentado varias solicitudes para salir del país por razones profesionales, y todas le han sido denegadas, cosa que cuenta en su crónica El Snowden cubano no existe. Este año supuestamente esa condena se terminaría, pero le han hecho saber que si sigue escribiendo no lo van a dejar salir.
- Yo lo único que tengo claro es que voy a seguir haciendo mi trabajo. Y que ocurra lo que vaya a ocurrir.
- ¿O sea, vas a seguir escribiendo aun cuando pueda llegar a significar no salir? – le pregunto.
- No me queda alternativa. Sí cada vez más estoy cruzando el hartazgo, estoy cruzando el hastío por este gobierno. Pero también hay una parte de todo eso que, suena a masoquismo, me seduce. Por querer saber el desenlace final de esto, si es que lo tiene. Porque bueno, mucha gente se ha quedado esperando y nunca ha llegado. Pero no se… algo me hace pensar, por una cuestión lógica, y biológica valga la redundancia: las generación histórica de este país, Fidel que se murió, Raúl Castro, ya tiene cerca de noventa años. Como mucho les quedará un lustro más de vida. Yo sí creo que cuando esas personas mueran, y los que tengan el poder sean personas de cincuenta, sesenta años, que no tengan ese amor o ese romanticismo por la gesta histórica que ocurrió acá, sí se van a dar reformas. Y es lo que yo pienso que va a pasar dentro de poco. Va a suceder una suerte de perestroika, y eso es lo que va a generar el propio derrumbe del sistema cubano.