El ex Presidente fue la muestra más transparente del populismo que le tocó atravesar al país durante 16 años. Un hombre que lideró a la Argentina bajo el lema “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”. Los seguros, la pandemia y, como no hay dos sin tres, la violencia de género que le propinó a su expareja, Fabiola Yáñez. Alberto Fernández, la cara más primitiva del kirchnerismo.

Desvergonzado, impudoroso, obsceno, básico, elemental podría ser sinónimo de lo que fue la presidencia de Alberto Fernández. El exmandatario llegó al máximo nivel del Poder Ejecutivo para ponerle fin al macrismo e impulsar nuevamente al kirchnerismo. Sin embargo, con los resultados a la vista, el sector que lidera Cristina Kirchner quiere huir de un pantano sin salida.
La misma “jefa”, cual tirana de un espacio, fue quien le dio la bendición y lo erigió para la presidencia. Totalmente desentendida, la dos veces presidente, aseguró que Alberto Fernández “no fue buen presidente” sin reparar que fue ella quien decidió la candidatura y lo acompañó en la fórmula. En el “mal gobierno”, por si no lo recuerda, fue vicepresidenta y manejó las cajas de la ANSES, PAMI y Aerolíneas Argentinas con sus subordinados.
La única diferencia entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner fue ni más ni menos que la “pulcritud”. La Justicia demoró varios años en dictaminar la culpabilidad de la exmandataria por generar una meticulosa red que la mantenía al margen de los desmanejos estatales. Finalmente, fue acusada de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública en 2022. En síntesis, la “jefa de la banda” hizo lo posible para no ser juzgada como sí lo habían sido Amado Boudou, Julio de Vido, Juan Pablo Schiavi, José López y Lázaro Báez.
El antónimo a Cristina Kirchner es Alberto Fernández y no justamente en la transparencia de su gestión, sino por las formas. El antecesor a Javier Milei llevó a cabo las mismas prácticas populistas que sus “padrinos políticos”. A pesar de ello no los pudo imitar en la elegancia para cometer todo tipo deshonestidades administrativas en el Estado.
Los altos niveles de aceptación que tuvo al principio de su gestión lo llevaron a una pedantería brutal. La pandemia, increíblemente, lo colocó en primer lugar -de forma indiscutida- en las encuestas. La sociedad, en la primera etapa, siguió los mandamientos del ex Presidente sin ningún tipo de cuestionamientos. Por el contrario, veían en él un líder comprometido con la salud nacional.
La altanería parecía surtirle efecto. El temor social llevó a tolerar un sinfín de abusos por parte del Gobierno nacional. Desde aceptar cadenas nacionales diarias con constantes restricciones a la libertad hasta no poder despedirse de familiares internados. Finalmente, lo que se había convertido en un aliado terminó siendo el peor de los enemigos para Alberto Fernández.

“La Fiesta de Olivos” fue la primera gran muestra de lo primitivo que eran los recaudos que tomaba el exmandatario para abusar de su poder. En medio de la crisis mundial, Alberto Fernández celebró el cumpleaños de Fabiola Yáñez con una numerosa cantidad de invitados. Lejos de mantenerlo en privado, se dio el lujo de tomarse una foto que finalmente terminó conociendo todo el país. Sin contar las visitas que había en la Quinta de Olivos como el personal que embellecía a la ex Primera Dama o el adiestrador de perros que en plena pandemia hacía de intermediador entre Dylan y sus hijos para que no se peleen.
La fotos y los videos fueron y son un rival irrefutable para Alberto Fernández. En esta ocasión, Fabiola fue quien apeló a las imágenes para demostrar que su expareja ejercía violencia física sobre ella. Con contusiones y hematomas en su cuerpo, la ex Primera Dama denunció formalmente que sufrió ataques durante su estadía en la Quinta de Olivos.
Si de videos se trata, en las últimas horas circuló una grabación que, insólitamente, el mismo Alberto Fernández fue quien filmó, donde se lo ve acompañado de Tamara Pettinato. Aunque no se conoce la fecha del momento, a ambos se los ve muy risueños y un tanto embriagados por el alcohol consumido en el despacho presidencial. La hija de Roberto fue una de las denunciadas penalmente por visitar Olivos durante la cuarentena.
Cuatro años de abuso de poder, donde tildó de “idiota” a un surfer por romper la cuarentena y lo amenazó con llevarlo detenido mientras hacía grandes celebraciones en la Residencia Presidencial. Eso fue Alberto Fernández, un Presidente que en un acto aseguró que “da vergüenza que en Argentina una mujer padezca violencia de género”, llamó a “denunciar a los violentos” y afirmó ser el responsable de “terminar con el patriarcado”. En fin, el populismo…