18/10/2025

¿Y si ponemos un salario mínimo de un millón de pesos para todos?

“Uno de los más grandes errores es juzgar a las políticas y programas por sus intenciones, en lugar de por sus resultados”.

Estas palabras fueron pronunciadas por Milton Friedman, máximo referente de la escuela monetarista, quien se ha explayado abundantemente en contra de los “buenismos” presentes en la sociedad y la economía de nuestro tiempo.

Tal vez uno de los “buenismos” más socialmente aceptados y al mismo tiempo más nocivos sea el salario mínimo, esto es, la norma por la que no se puede cobrar por un cierto trabajo una suma menor a la mínima estipulada por el gobierno. Esa cifra es por supuesto un número arbitrario elegido por el gobierno en función de parámetros puramente políticos, y que no guarda ni puede guardar ningún tipo de relación con los verdaderos principios económicos que rigen el mundo: el conocimiento disperso, el orden espontáneo, la subjetividad del valor y la ley de la oferta y la demanda.

El trabajo de una persona se rige por la oferta y la demanda. Nosotros, como individuos, ofrecemos en el mercado productos o servicios, que tienen para sus eventuales adquirentes, un cierto valor. Pretender estipularlo coactivamente significa ignorar principios tan elementales como los de la utilidad, la escasez, y sobre todo, las valoraciones subjetivas de los participantes en los intercambios voluntarios. 

Lo que importa destacar es que el salario solo puede determinarse de manera genuina en base a la productividad que el trabajo genera para el empleador. Y aquí se encuentra el meollo de la cuestión: cuando el salario mínimo se fija por encima de la productividad esperable del trabajador. Así pues, si se estipulara un salario mínimo de un millón de dólares, todos estaríamos desempleados, excepto tal vez Jeff Bezos o Elon Musk.

Ahora, como los salarios mínimos no suelen estipularse a tales niveles de delirio, las distorsiones que producen son tal vez menos acentuadas, pero no por ello dejan de producirse.

Y ¿a quiénes afectan en mayor medida? Pues a los menos productivos, como son, por ejemplo, los jóvenes, que al no tener experiencia suelen tener menor productividad, o a aquellos que no pudieron acceder a una educación y capacitación de calidad. Todos ellos tal vez estarían más que dispuestos a integrarse al mercado laboral por cifras menores al salario mínimo, pero ello está prohibido y hacerlo puede acarrear al empleador serios dolores de cabeza.

Lo único que produce el salario mínimo es dejar fuera del mercado a todas esas personas, que, de no existir esa barrera, tal vez estarían empleadas, con todo lo que eso implica en cuanto a supervivencia, estabilidad emocional, salud mental y posibilidades de desarrollo y de progreso.

Y lo único que realmente puede elevar los salarios reales, no son las normas gubernamentales sino los aumentos en la productividad. Al respecto nos ilumina Henry Hazlitt en “La economía en una lección”:

La mejor manera de elevar, por lo tanto, los salarios, es incrementando la productividad del trabajo. Tal finalidad puede alcanzarse acudiendo a distintos métodos: por una mayor acumulación de capital, es decir, mediante un aumento de las máquinas que ayudan al obrero en su tarea; por nuevos inventos y mejoras técnicas; por una dirección más eficaz por parte de los empresarios; por mayor aplicación y eficiencia por parte de los obreros; por una mejor formación y adiestramiento profesional. Cuanto más produce el individuo, tanto más acrecienta la riqueza de toda la comunidad. Cuanto más produce, tanto más valiosos son sus servicios para los consumidores y, por lo tanto, para los empresarios. Y cuanto mayor es su valor para el empresario, mejor le pagarán. Los salarios reales tienen su origen en la producción, no en los decretos y órdenes ministeriales.”

Si realmente nos importan aquellas personas que menos chances tuvieron de educarse o de ser más productivos, debemos aniquilar el salario mínimo e ir a un esquema de libre contratación. El salario mínimo es una máquina de crear desempleo. Solo hace falta observar el desempleo de España (donde para un salario mínimo aproximado de 1000 euros hay a la fecha un paro superior al 15%) versus el desempleo de Austria o de Dinamarca (países donde el salario mínimo no existe y el desempleo no supera el 6%).

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