¿Le daría a alguien sin inteligencia ni voluntad propia, a alguien que no tiene aptitudes acreditadas, el manejo de sus finanzas y posesiones? Cedería voluntariamente la potestad de disponer de sus bienes a manos de alguien que puede dilapidarlos sin temor a pagar una condena por eso? Claramente, la única respuesta racional es “no”.

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El programa esta destinado a realizar un estudio multidisciplinario de la propiedad. Desde su visión como institución espontánea a partir de los criterios praxeológicos desarrollados por la Escuela Austríaca, hasta su evolución en la ciencia política, el derecho y la economía. Finalmente, se hará el ejercicio de buscar una concepción integradora de la propiedad, desde la concepción de una ciencia social que abarque a todos estos aspectos y permita una mejor comprensión de esta facultad humana y a la vez institución social.
Sin embargo, eso es lo que sucede cuando le damos al Estado la facultad de disponer de lo que se llama “propiedad pública”. “Cuando se habla de propiedad pública se habla de derechos de propiedad -en el sentido económico del término- que son ejercidos por personas que se adjudican el poder de tomar decisiones como funcionarios del gobierno“.
La aclaración es del jurista Ricardo Rojas, quien acaba de lanzar su libro “La Propiedad”, donde llega al corazón de uno de los valores “sagrados” de la vida en comunidad. “Junto con la vida y la libertad, la propiedad es considerado uno de los tres valores fundamentales que han sido reconocidos y protegidos por las Declaraciones de Derechos y por los sistemas jurídicos.
Inseparables uno de los otros, vida, libertad y propiedad conforman la trilogía que da certezas y progresos al hombre. “No hay forma de restringir la propiedad sin atentar contra la vida y la libertad”, aclara el autor de libro a Visión Liberal.
“Sin propiedad no existirían incentivos para producir bienes o capturar valores, serían imposibles los contratos, los proyectos a largo plazo, la exigibilidad de las promesas, los precios, la moneda y, en definitiva, cualquier transacción entre personas. Es la base de la división del trabajo y la cooperación social. Sin el reconocimiento de la propiedad, no hubiésemos salido de las cavernas”.
Tan esencial e importante es el valor de la propiedad que es imposible deslindar responsabilidad sobre cualquier tipo de grupos: “La propiedad sólo puede ser gozada y ejercida por personas, los grupos no tienen propiedad (sólo existen derechos individuales de condominio, o acciones, pero son derechos correspondientes a individuos, sobre una cuotaparte o porción de una sociedad). El Estado, esa entelequia difusa y descomprometida con las libertades individuales no puede, según esa definición, tutelar la propiedad privada.
“Desde el punto de vista jurídico se crea la inexistente ficción del Estado para darle una continuidad legal a los actos de los distintos funcionarios del gobierno, y se pretende que la propiedad ejercida por ellos, en realidad es propiedad pública o propiedad estatal. Es importante tener esto en claro, pues cuando un funcionario de alto rango toma decisiones que involucran el ejercicio de la propiedad, se pretende que lo hace en nombre del Estado, pero es la persona de carne y hueso la que tiene el poder discrecional de tomar las decisiones que involucran el ejercicio del derecho de propiedad“. La aclaración es un grito de alarma que Rojas enfatiza con vehemencia.
MIO, MIO, MIO
Hablando con propiedad, ¿qué es la “propiedad”? Como la vida y la libertad, es un concepto tan vasto y amplio que ocupa todos los aspectos de la vida.
“El concepto de “propiedad” incluye todas las decisiones de ejercicio de acción por parte de los individuos. Incluye, en primer lugar, la propiedad de cada persona sobre sí mismo, sobre su cuerpo, sobre su voluntad y decisiones, sobre sus acciones, sus valores y propósito. En segundo lugar es la propiedad de aquellos bienes, muebles e inmuebles, que posee en su patrimonio y de los cuales dispone en tanto no sean disputados por otras personas.“
Tanta complejidad la transforma en un derecho “sagrado”. Rojas es claro cuando señala que el derecho de propiedad incluye al menos otros tres derechos:
- Poseer y disponer de los bienes
- producir los bienes
- comerciarlos
Pero, ¿cómo? ¿Es lo mismo el derecho de propiedad -que debe ser protegido- y el derecho económico -que es regulado por el Estado? Responde Rojas: “Yendo un paso más allá, algunas convenciones internacionales han restringido la protección de la propiedad a aquella que es indispensable para que el individuo pueda llevar adelante una vida digna. Es decir, sólo merecería reconocimiento y protección la propiedad sobre determinados bienes, restringida a lo necesario para sobrevivir, mientras que todo lo demás no merecería protección y podría ser regulado, o incluso estaría a disposición de intereses superiores de la sociedad expresados a través de los funcionarios del gobierno. De este modo, la propiedad ha sido limitada casi hasta su desaparición“.
Esa visión tan heterogénea, integradora y abarcativa es la que desgrana con precisión el autor en “La propiedad. Una visión multidisciplinaria e integradora”
No solo es un abordaje teórico: su interacción con la política, el derecho y la economía le aporta también una visión praxeológica al concepto de propiedad.
“La visión política y jurídica muestran el interés por la protección de la propiedad como derecho individual que se despertó especialmente en el siglo XVIII, y su declive a partir del siglo XX: los derechos de propiedad fueron anulados por la propensión política a la reglamentación y planificación económica, y por una tendencia a la redistribución basada, fundamentalmente, en la invocación de derechos colectivos que sólo pueden ser satisfechos a través de la violación de la propiedad de unos en beneficio de otros.
“La Economía –aun en su versión neoclásica-, muestra una visión dinámica de la propiedad, distinta de la elaborada por el derecho, que se interesa fundamentalmente por las facultades efectivas de actuación que tienen las personas con independencia a los títulos jurídicos que ostenten.
Todo ello me permitió concluir que cada uno de estos aspectos muestran visiones parcializadas de la propiedad, que además se efectúan desde bases metodológicas distintas, y muchas veces contradictorias.
Concluye Rojas que el libro le dejó cuatro afirmaciones contundentes:
1) la propiedad es indispensable para la vida humana; 2) debería ser estudiada en el contexto de una única ciencia social; 3) fortalece el orden de la sociedad; y 4) la negación de la propiedad individual conduce al autoritarismo y reafirma la pobreza.