11/09/2025

Ocuparse por lo propio y preocuparse por lo público es vital para preservar la libertad cuando la democracia tambalea

Preservemos nuestra libertad real en tiempos de crisis económica y democrática

En ocasiones, la democracia y la libertad parecen ser incompatibles, se juegan intereses maximalistas o radicalizados en pos de la libertad o igualdad ante la crisis inmersiva en la que nos encontramos. 

Esta dicotomía surge al cuestionar si la búsqueda de una mayor igualdad puede socavar el funcionamiento liberal de una sociedad. Desde los planteamientos clásicos hasta la actualidad se tiene claro que el gobierno de la voluntad de las mayorías puede coartar la libertad de los individuos debido a los abusos de la Tiranía de la Mayoría y el Monopolio de las Botas.

Decisiones incoherentes o insensatas pueden surgir cuando una mayoría decide por otra o cuando la minoría intensa decide por mayorías. Juan González Calderón, jurista argentino, señaló la falacia en la ecuación mayoritaria: 50% + 1% =100% y 50% – 1% = 0%. 

Lo cierto es que una ecuación debe resolver las decisiones políticas para no tener incertidumbre temporal en la toma de decisiones públicas. Cual es la mejor regla de decisión es siempre la principal regla en discusión en una ley o en un nuevo contrato social.

Por esto, la enraizada creencia en la capacidad de planificar y controlar los sistemas complejos de la sociedad mediante la intervención del gobierno en la vida cotidiana de los ciudadanos, a la que Hayek se refiere como fatal arrogancia, se deriva de esta falacia cuantitativa. De este modo, libertad e igualdad, la vida democrática en definitiva, podría desnaturalizarse si no hubiera un régimen de equilibrios y contrapesos.

De las Bases a la Sociedad Abierta y sus Enemigos

Si tuviéramos que buscar y comparar a dos pensadores como Alberdi y Popper es posible encontrar similitudes en sus obras más destacadas sin perjuicio de sus épocas, lugares de vida e intereses vitales. Pero ambos coinciden en que la democracia es el mejor sistema para defender los derechos fundamentales de las personas. Popper ve el derecho como un proceso de evolución continua, mientras que Alberdi sostenía que el derecho natural era la base del orden jurídico y que las leyes positivas debían estar en consonancia con él para ser legítimas y justas.

Alberdi en sus “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina” y Popper en su “La Sociedad Abierta y sus Enemigos” concluyen de modo semejante: la democracia es el mejor sistema pero no es perfecta. Alberdi, como liberal clásico, defiende el sistema de pesos y contrapesos para proteger los derechos fundamentales. Karl Popper sostiene, con su perspectiva más contemporánea, que la democracia está constantemente en riesgo debido a la manipulación política por diversos medios y mayores riesgos inherentes a la sociedad compleja en que vivimos. 

Derribando mitos en relación a la democracia 

Para clarificar entonces: la democracia no iguala per se ní es sólo una cuenta, implica mucho esfuerzo y razonabilidad en cada acto individual. Por eso, se acreciente el riesgo presente cuando vemos a muchos defensores de la democracia a secas que sostienen que es justo quitarle al que más tiene para darle al que menos posee tal como señaló Hayek en su ensayo titulado “El Atavismo de la Justicia Social”. Es una visión sesgada y que compromete los derechos individuales reconocidos en la normativa constitucional vigente.

La idea de la redistribución como vértice de la democracia viene atada a visiones tribales o artificiales que no dan cuenta del avance institucional y tecnológico que permitió el único efecto multiplicador real en bienes y servicios conocido a la fecha y que fueron explicitados en su debido tiempo por Adam Smith y Joseph Schumpeter.

En conclusión, los ciudadanos deben estar siempre vigilantes para defender sus derechos y propiedad frente al poder gubernamental y para ello deben ocuparse de lo propio y preocuparse de lo público ejerciendo sus derechos políticos en su resguardo, como bien expresó Benjamin Constant, y posteriormente lo haría en la con una famosa frase Thomas Jefferson: “El precio de la libertad es su eterna vigilancia”.

La pérdida de libertades individuales en países como Turquía, Venezuela o Ucrania muestra que descuidarla o peor aún, que nos la arrebaten, es el comienzo de un fin de la modernidad cívica y plural preanunciada. La democracia, de carácter liberal y republicana, es el mejor régimen para defender activamente que la libertad y la redistribución no sean objeto de la manipulación de relativas y momentáneas mayorías y actos arbitrarios que atenten contra los propios creadores: los individuos concretos y sus diversos intereses y estilos de vida.

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