Federico Chaves Correa de la Universidad Laval (Francia) escribe en la siguiente columna sobre la paradoja de Milei: un Presidente que juega a ser democrático pero que adopta conductas autoritarias. Además, explica que “como en otras democracias contemporáneas gobernadas por líderes de extrema derecha, el riesgo radica en la tensión entre la “forma autoritaria de hacer las cosas” y las instituciones democráticas”.

Artículo publicado en LeConversatión. El presidente argentino Javier Milei había prometido cambios radicales antes de llegar al poder. Después de poco más de un año en el cargo, hay varias señales de relativa mejora en la economía. Los salarios están empezando a alcanzar la inflación. Este nivel ha caído desde un máximo del 25,5% en diciembre de 2023 al 2,7% en diciembre de 2024. El déficit presupuestario se ha reducido y la actividad económica se ha recuperado. La tasa de pobreza, después de aumentar, ahora sería más baja que cuando la administración de Milei tomó el poder.
Gracias a sus éxitos, la imagen pública de Javier Milei sigue siendo muy positiva. De hecho, según las encuestas, conserva el apoyo de una parte considerable de la población, incluso teniendo en cuenta escándalos como la reciente promoción de la memecoin $LIBRA.
🔴 Con un juez sospechado de ser corrompible, como lo es Ariel Lijo, la Corte Suprema argentina se convertiría en un blanco fácil para quienes necesitan protección judicial para sus negocios ilícitos.
— Visión Liberal (@vision_liberal) February 26, 2025
💥 ¿Por qué motivo el mismo Gobierno que presentó un proyecto de ley… pic.twitter.com/RlCtvnGf9g
Este éxito económico ha estado acompañado de una estrecha relación con elementos y figuras de la extrema derecha, incluidos líderes como el estadounidense Donald Trump y el salvadoreño Nayib Bukele, controvertidos por sus tendencias autoritarias. Estas relaciones, señalan varios observadores, no están exentas de riesgos para la democracia. Candidato a doctorado en ciencias políticas en la Universidad Laval, mi investigación se centra en el autoritarismo, particularmente en Argentina con el nuevo gobierno de Javier Milei.
Una forma de hacer las cosas propia de las democracias modernas
Sorprendentemente, no hay consenso entre los investigadores sobre cómo definir y medir el autoritarismo. Muchos de los indicadores más utilizados, incluidos los datos de Varieties of Democracy, tienden a emplear una definición “negativa” del autoritarismo. Según este enfoque, el autoritarismo puede entenderse como la negación de la democracia, incluida la inexistencia de elecciones o libertades civiles limitadas.

Esta forma de definir el autoritarismo, si bien es relevante para calificar una amplia variedad de regímenes, ha sido criticada en los últimos años. Según Marlies Glasius, profesora de la Universidad de Ámsterdam, este enfoque “negativo” deja de lado varios ejemplos modernos de autoritarismo, incluido el retroceso democrático promovido por muchos líderes modernos con múltiples lealtades.
Por ejemplo, ¿es democrática la forma de gobernar de Donald Trump desde que llegó a la presidencia, como la explosión de decretos presidenciales, el despido masivo de empleados de agencias federales o esta frase publicada en su red social según la cual “quien salva a su país no quebranta ninguna ley”? Aún así fue elegido en elecciones libres y transparentes.
La postura de Glasius nos invita a ir más allá de las elecciones: ¿es el presidente (o el primer ministro) responsable de sus acciones? ¿El debate público se desarrolla en un ambiente de respeto mutuo? ¿Está despolitizada la burocracia? ¿Respeta las reglas democráticas del juego?
📈 Con el 20,8 por ciento de los votos, la @AfD ha duplicado su porcentaje de votos en comparación con las últimas elecciones federales en Alemania.
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‼️ Una cosa parece segura: si el próximo gobierno fracasa, la AfD amenaza con volverse aún más fuerte en las próximas elecciones.… pic.twitter.com/dyQeq12b6R
En otras palabras, más allá de las elecciones, y más allá del “saber hacer” más técnico, hay también una “manera de hacer las cosas”, propia de los regímenes democráticos. Esta “manera de hacer las cosas” va más allá de la formalidad institucional e incluye una amplia variedad de comportamientos y enfoques de los “asuntos públicos ” . Entre estas conductas podemos incluir el respeto a los demás y a las opiniones divergentes, así como el abandono de proyectos nihilistas y mesiánicos.
Cuando oímos hablar de “retroceso democrático”, generalmente son este tipo de comportamientos los que están en el centro de la tormenta. Los líderes autoritarios en las democracias consolidadas a menudo juegan a las apariencias. Las instituciones democráticas están siendo paulatinamente deconstruidas por la difusión de una “manera de hacer las cosas” contraria al espíritu de las democracias contemporáneas.
Javier Milei: ¿Líder autoritario o líder democrático?
Varios autores señalan el carácter paradójico de la relación de Javier Milei con la extrema derecha. Por un lado, Milei profesa una ideología anarcocapitalista que tiene varios elementos contrarios a los defendidos por la extrema derecha europea y norteamericana. Por otro lado, Milei se declara parte integral de la familia “de derecha”, posicionándose políticamente en la misma línea que líderes como Trump o Bukele.

Esta pertenencia conlleva posiblemente el riesgo, por emulación, de derivas autoritarias. El aprendizaje y la difusión de políticas son fenómenos ampliamente estudiados en la ciencia política.
En términos estrictamente formales, Milei ha jugado y sigue jugando el juego democrático. Su proyecto de ley más ambicioso, la Ley de Bases, fue aprobado después de varias rondas de negociaciones con la oposición. En este sentido, Milei se distingue de las prácticas de varios dirigentes de extrema derecha.
Su “manera de hacer las cosas” sigue siendo, sin embargo, muy próxima a esta última. Milei sigue acusando a sus oponentes de ser “socialistas”, mientras define el socialismo como “satánico” y “cancerígeno”. Sus diatribas contra la “casta” política son constantes. A estos dos elementos se suma una ferviente creencia en el destino de su misión y en la importancia de su presidencia, anunciando un supuesto retorno de la “gloria” argentina.
En otras palabras, a pesar de su ideología anarcocapitalista que lo sitúa en una posición muy alejada de la extrema derecha europea y estadounidense, Milei comparte con esta última una “manera de hacer” claramente autoritaria. Como en otras democracias contemporáneas gobernadas por líderes de extrema derecha, el riesgo radica en la tensión entre la “forma autoritaria de hacer las cosas” y las instituciones democráticas.