19/10/2025

Lo único que puede terminar con el autoritarismo es la libertad individual

En 2019, Ricardo Manuel Rojas y Andrea Rondón García, escribieron “La supresión de la propiedad como crimen de lesa humanidad. El caso Venezuela”. Es un libro que refleja, con foco en la Venezuela chavista, el daño irreparable que provoca la sistemática violación y supresión de los derechos de propiedad producida por gobiernos colectivistas.

Una postal de muerte, hambre y destrucción que se asemeja a la devastación que los nazis provocaron en Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Ricardo Rojas, en esta columna escrita para Visión Liberal, une los conceptos de ese libro, los 75 años de la rendición nazi y el recuerdo de Hayek. Tres tópicos que conducen al mismo lugar: el rescate de los valores individuales, la libertad y la justicia como los valores supremos que el hombre, sea cual fuere el peso de la historia, deben reivindicar.

¿Por qué fue posible que exista el nazismo?

– Creo que se pueden mencionar tres fuentes que permiten explicar por qué se llegó a crear un aparato de poder y violencia tan brutal como el régimen nazi: 1) en primer lugar hubo una base intelectual, que comenzó a desarrollarse desde finales del siglo XVIII, que dio lugar al idealismo y el romanticismo como expresiones filosóficas encabezadas en alemania por autores como Kant, Fichte, Schelling y Hegel.

Esta corriente de pensamiento sembró las bases para producir dos efectos: la desconfianza de la razón individual para enfrentar problemas propios, y su reemplazo por una visión de razón universal, pero que no se desarrollaba en todas las razas por igual, sino que permitía que cada uno pudiera ponerle el condimento necesario para exaltar su propia nacionalidad (de ahí la apelación a la raza aria como raza superior, que fue uno de los elementos fundamentales del nazismo).

De ese modo, la Alemania de principios de siglo XX estaba muy preparada para admitir la llegada de un régimen político basado en el colectivismo nacional, y que despreciara al individuo y a los demás colectivos. 

Eso hizo que muchos intelectuales y filósofos, como Heidegger en Alemania, pero también otros en Estados Unidos e Inglaterra, vieran con buenos ojos el experimento alemán en los primeros tiempos (entre muchos otros trabajos, rescato para entender los fundamentos filosóficos del nazismo el libro de Leonard Peikoff, The Ominous Parallels).

Ello permitió que el nazismo surgiera como una forma de visión colectivista, basada en la nacionalidad y las tradiciones, con un pensamiento alemán y la necesidad de un director. El propio tribunal superior alemán pudo decir en algunas sentencias: “No somos objetivos, somos alemanes”. Los individuos quedan neutralizados frente a un interés superior que es la nación.

En busca del ser nacional

Otra fuente que explica el fenómeno es el análisis de los años previos al surgimiento del nazismo. Alemania fue devastada por la Primera Guerra mundial, que además de la gran pérdida en vidas y bienes supuso una alta dosis de humillación nacional. A ello se sucedieron políticos corruptos o ineptos, hiperinflación y un retroceso cada vez mayor de Alemania frente a sus vecinos. En este ámbito, la llegada de alguien que invocara ese “ser nacional” latente fue una chispa que detonó el fervor patriótico del cual el nazismo se nutrió.

Finalmente, todo esto llevó al resultado final por la presencia de un hombre con las características de personalidad disociada, psicopática y fuertemente empática para el hombre común y las masas, que llevó a los ciudadanos a entregarse de pies y manos a esta nueva versión del resurgimiento alemán.

¿Por qué no se terminó el autoritarismo en el 45

El 8 de mayo de 1945 se produjo la rendición de Alemania, y ese mismo día Friedrich A. von Hayek cumplía 46 años. La referencia es válida porque Hayek fue uno de los pensadores que explicó con claridad las causas que llevaron a la creación de ese régimen totalitario, y alertó sobre los riesgos que se venían con uno de los aliados que contribuyeron decididamente a terminarla, la Unión Soviética.

https://visionliberal.com.ar/3645-2/

En plena guerra -1944- Hayek publicó Camino de Servidumbre, un libro que dedicó “a los socialistas de todos los partidos”. En este libro explicó de manera contundente y demoledora los peligros para las libertades individuales, que encierra la idea de la planificación estatal de la sociedad en todos sus aspectos.

Era válido tanto para la Alemania nazi, como para la Unión Soviética que ese momento formaba parte de los aliados, el fascismo o incluso parte de la intelectualidad británica y norteamericana que se habían dejado seducir con la idea de un estado planificador organizando la vida de las personas.

Es bueno recordar que parte de las ideas de este libro bien pudieron ser gestadas en sus debates previos con Keynes y otros economistas respecto de la posibilidad del cálculo económico en el socialismo y los problemas de la intervención estatal en la economía.

El problema es que el mundo detestó a los dictadores grotescos como Hitler y Mussolini, y luego a otros dictadores sanguinarios como Stalin o Mao, pero en el fondo aceptó versiones edulcoradas del mismo principio colectivista que les dio nacimiento, bajo la premisa de que las ideas de fondo no eran malas, sino que lo malo fue el modo autoritario de su implementación.

El propio Hayek alertó sobre esta plácida aceptación del colectivismo, y por ello intentó en su libro Los Fundamentos de la Libertad volver a reunir las bases del liberalismo clásico, y en términos prácticos juntó a la intelectualidad liberal de su tiempo para crear la Mont Pelerin Society. También desde su lugar y a su modo, personalidades como Ayn Rand hicieron un enorme esfuerzo por mostrar al mundo que la base filosófica de estos sistemas criminales sanguinarios era el colectivismo, y que el regreso al individualismo era la única manera de ponerle fin.

Es interesante observar cómo la intelectualidad norteamericana y británica se rindió ante el experimento soviético. Autores como Hayek, Orwell y Ayn Rand explicaron las peripecias que debieron sortear para poder publicar libros que criticaban al comunismo tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, debido a que ello no era políticamente correcto en los años 30 y 40.

Avanzan las ideas colectivistas

Las ideas colectivistas continuaron avanzando, desgraciadamente, hasta el día de hoy, precisamente porque las bases colectivistas en la filosofía social no sólo se han mantenido desde el siglo XIX, sino que han crecido y se ramificaron para abarcar todo el espectro posible de adeptos. Por ello, no obstante que el socialismo falla tanto en sus explicaciones teóricas como en sus aplicaciones prácticas, una y otra vez se reinventa con nuevas explicaciones y aplicaciones. La culpa siempre se echa a malos implementadores o causas externas, no a malas ideas; y desgraciadamente el liberalismo no ha logrado romper con esa supremacía filosófica del colectivismo.

¿El mundo corre riesgos de sufrir nuevos autoritarismos?

Vivimos en un mundo cada vez más poblado, más interconectado, más tecnificado. Las relaciones interpersonales, y las formas de organización y administración ya resultan cada vez menos prescindibles. Ello lleva a dos posibles visiones futuras del mundo: 1) un mundo liberal, basado en instituciones originadas en acuerdos voluntarios que permitan potenciar la creación de riqueza y bienestar, eliminando fronteras y convirtiendo al mundo en un orden espontáneo; 2) la creación de un gobierno mundial, con una asamblea o administración centralizada, que monopolice las decisiones y la planificación global.

Todo parece indicar que vamos a la segunda forma de organización. Vemos en estos días que incluso organismos internacionales no políticos, como la OMS, termina estableciendo reglas que se vuelven obligatorias en casi todo el mundo sino objeciones. El problema grave con ello es que, hasta hoy, el surgimiento de dictaduras colectivistas regionales al menos permitía que la gente se moviera hacia otros ámbitos de mayor libertad. Un mundo con un gobierno centralizado impedirá esto, como bien lo mostró Henry Hazlitt en su novela El tiempo volverá atrás.

En este contexto, resulta fundamental luchar por la libertad individual, explicar el proceso de intercambio social a partir del individualismo metodológico y la praxeología, para fortalecer las bases filosóficas que permitan que el futuro sea la primera opción. Es una crucial lucha, hoy más dramática que nunca antes.

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