15/10/2025

LegalTech y los desafíos de la nueva era para la Libertad

La incorporación de la tecnología al derecho representa una nueva frontera en la accesibilidad y legitimidad de la justicia. Al combinar la lógica estructurada del código con la claridad moral de los principios jurídicos, LegalTech busca crear un sistema eficiente y justo: transparente en sus procesos, verificable en sus resultados y accesible para todos. El futuro del derecho reside en armonizar la eficiencia de la tecnología con el propósito moral de la justicia, garantizando que el derecho siga siendo una institución viva y dinámica al servicio de la humanidad. Un nuevo artículo de Ladies of Liberty (LOLA) de la mano de Melissa Torrez Mendiola.

I. Introducción. –

La historia de la humanidad comenzó a organizarse políticamente lo cual ha marcada una tensión persistente entre quienes ejercen el poder y quienes luchan por conservar su libertad. En esta constante pugna, el Derecho ha tenido un papel contradictorio: ya que ha sido, por un lado, un escudo para proteger a los más vulnerables y por otro, un instrumento para legitimar el abuso, el autoritarismo y la exclusión con la excusa de búsqueda de la justicia.

Frente a esta ambigüedad estructural del Derecho, el pensamiento liberal propuso una transformación radical: someter la ley a la razón y a la previsibilidad, limitando de esta forma la arbitrariedad de los gobiernos. Estas situaciones en las obras de Locke, Montesquieu o Madison, se encuentran un brillante precursor en Gottfried Wilhelm Leibniz, cuya proyección de un Derecho racional y calculable anticipa los actuales desarrollos del LegalTech.

Leibniz (1646-1716), era filosofo matemático, lógico, jurista y diplomático, que representa una de las mentes más prodigiosas del pensamiento moderno. Su propuesta no fue especificativamente jurídica ni matemática, sino de civilización para construir una sociedad regida por principios racionales, donde el conflicto pudiera resolverse mediante el entendimiento y no por la fuerza o la coerción. Este ideal lo llevó a formular una idea revolucionaria para su tiempo que la justicia pudiera calcularse como la matemática, que en estos tiempos es posible de acuerdo a la era digital que vivimos en el mundo.

En su obra De Arte Combinatoria, Leibniz planteó una visión en la que los desacuerdos podrían ser mediante una especie de cálculo lógico-jurídico. “Calculemos, y dejemos de disputar” fue su célebre fórmula. Si se lograba reducir los argumentos jurídicos a formas lógicas universales, se podrían eliminar disputas innecesarias y garantizar la coherencia y la imparcialidad del Derecho. Leibniz soñó incluso con una lengua universal, un lenguaje simbólico que permitiera representar conceptos jurídicos, éticos y científicos con precisión matemática. No se trataba de mecanizar la justicia, sino de racionalizarla y sustraerla de las realidades de conflicto humanas. En palabras actuales, Leibniz anticipó una forma primitiva de lo que hoy llamaríamos LegalTech.

II. De los códigos impresos a los algoritmos – democratización del derecho. –

Durante siglos, el Derecho fue un saber hermético, restringido a élites ilustradas o profesionales con acceso a bibliotecas jurídicas y redes de poder. En muchos países, como Bolivia, esta exclusión continúa afectando a millones de personas. Sin embargo, a fines del siglo XX, la tecnología comenzó a romper esa barrera. En 1987, el jurista canadiense Hugh Lawford creó QUIC/Law, una base de datos digital que facilitaba la búsqueda de jurisprudencia y normativa. Este fue el embrión de Quicklaw, al que siguieron otras plataformas como LexisNexis o Westlaw, que consolidaron grandes acervos jurídicos para profesionales, universidades y tribunales. Aunque su acceso era limitado, marcaron el inicio de una nueva era en la investigación legal.

La verdadera revolución llegó con la masificación de internet. Plataformas como:

  • LegalZoom (2001), plataforma que permite generar contratos y documentos legales personalizados sin intervención directa de un abogado.
  • Rocket Lawyer, plataforma que ofrece asesoría legal remota mediante suscripciones.
  • Avvo, plataforma que democratiza el acceso a información legal y opiniones sobre abogados.

Estas plataformas tecnologicas representaron un salto cualitativo el derecho dejó de ser exclusivamente institucional y comenzó a ser ciudadano. Ya no se trata solo de leer leyes, sino de poder usarlas activamente para proteger derechos, resolver conflictos o tomar decisiones informadas.

Como advierte Lawrence Lessig (1999), en la era digital El Código es Ley, el diseño de estas plataformas tecnológicas define lo que es posible o no hacer en el ciberespacio. Esta afirmación adquiere un nuevo sentido cuando los algoritmos comienzan a organizar también el ejercicio del Derecho.

III. Conclusiones:

La incorporación de las plataformas de tecnología como la inteligencia artificial (IA) ha abierto un mundo jurídico de una nueva frontera. Hoy existen sistemas que predicen el desenlace probable de un litigio con base en miles de sentencias pasadas (Katz, 2013). Asimismo, elaboran contratos en segundos, sin errores de redacción, identificando inconsistencias normativas o jurisprudenciales mediante análisis de texto masivo. Y hasta ofrecen atención legal automatizada a través de chatbots jurídicos.

Estos avances tienen un enorme alcance para hacer más eficiente y accesible el sistema legal. Sin embargo, también nos plantean dilemas éticos, filosóficos y jurídicos de gran relevancia.

Lo que se podrá advertir a través de las siguientes preguntas.

  • ¿Es posible que una máquina pueda interpretar el espíritu de la ley? El Derecho no es solo norma escrita; es historia, valores, contexto. Aunque una IA pueda replicar patrones, difícilmente puede captar la intención moral de una disposición legal o sus efectos sociales e acuerdo a la realidad. El riesgo de convertir el Derecho en mera técnica sin humanidad es real.
  • ¿Qué pasaría con la privacidad y los datos personales? Las plataformas de LegalTech manejan grandes cantidades de datos sensibles. La protección de la intimidad, el consentimiento informado y la seguridad de la información son principios que deben ser garantizados por diseño.
  • ¿La tecnología igualara o profundizara desigualdades? Si las herramientas legales digitales solo están disponibles para quienes tienen conexión estable o dispositivos modernos, entonces la brecha digital se convierte en una nueva forma de exclusión jurídica. El desafío no es solo innovar, sino hacerlo para todos.

En esta línea, Bryan Caplan (2007) alerta sobre la irracionalidad de ciertos actores sociales, incluso en sistemas democráticos. La automatización del Derecho no resuelve este problema: puede incluso amplificarlo si las decisiones se delegan a algoritmos no comprendidos por los ciudadanos. Más de tres siglos después de Leibniz, estamos más cerca que nunca de realizar el sueño que tenía de que sea un Derecho ordenado por la razón, transparente, verificable y al alcance de todos. Sin embargo, como toda herramienta poderosa, la tecnología legal no es buena ni mala en sí misma su valor
dependerá de cómo la utilicemos.

El LegalTech no viene a sustituir al abogado, sino a transformar su rol: de ser custodio exclusivo del saber legal, a convertirse en guía, facilitador y defensor de la ciudadanía. Se trata de pasar de un derecho que se impone desde arriba,
a uno que se construye desde abajo, con participación, transparencia y propósito.

Como diría F. A. Hayek (1960), la libertad no puede mantenerse si el marco legal que la protege se torna incomprensible o inaccesible para la mayoría. La tecnología puede y debe contribuir a preservar esa claridad. Al mismo tiempo, el ideal de una razón pública tal como la describe John Rawls (1993) exige que el Derecho no sea simplemente eficiente, sino también
legítimo, razonable y aceptable para una ciudadanía plural.

Se concluye como en el sueño de Leibniz, debemos aspirar a un sistema legal donde las controversias no se resuelvan por imposición, sino por argumentación; donde el acceso al derecho no dependa del poder adquisitivo, sino de la voluntad de comprender y ejercer la libertad. La tecnología es un medio, no un fin. Y si bien los algoritmos pueden ayudarnos a ordenar la ley, solo los seres humanos pueden dotarla de justicia.

Así, entre líneas de código y principios jurídicos, se perfila una nueva etapa de civilización del Derecho, donde gracias a la razón, al cálculo y a la libertad pueda finalmente ser, no un campo de batalla, sino un espacio común de convivencia digna.

Bibliografía:

  • Caplan, B. (2007). El mito del votante racional. Princeton University Press.
  • Hayek, F. A. (1960). La constitución de la libertad. University of Chicago Press.
  • Katz, D. M. (2013). Quantitative Legal Prediction. University of Illinois Law Review.
  • Lessig, L. (1999). Code and Other Laws of Cyberspace. Basic Books.
  • .Susskind, R. (2013). Tomorrow’s Lawyers: An Introduction to Your Future. Oxford University Press.
  • Legaltech News. (2023). Global LegalTech Report 2023.

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