24/10/2025

La terapia de choque de Milei cortocircuita al FMI

Con la inflación aún en 30% y el peso sobrevalorado, las elecciones legislativas del domingo pondrán a prueba el milagro libertario de Milei; el FMI y los mercados dudan de un plan que agota reservas y acumula deuda sin corregir la moneda.

El éxito político y la popularidad de Javier Milei están cayendo más rápido que la inflación argentina. La dura disciplina presupuestaria del presidente y su desacertada política de apoyo al peso se pondrán a prueba en las elecciones legislativas del domingo. Es posible que revelen la insensatez de adherirse a la escuela económica austriaca y a las erróneas condiciones de los préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Los financieros mundiales acogieron al inicio con satisfacción a Milei y su milagro libertario. Logró reducir la inflación al 30% en septiembre, desde el 210% de 2023, cuando los pesos impresos por el banco central se duplicaban cada año. Milei y el FMI, que prestó al país otros 20.000 millones de dólares, opinan que las crisis monetarias se deben al exceso de dinero, así que el plan de estabilización se ha centrado en lograr un superávit presupuestario y permitir que el capital fluya más libremente.

Pero, en los países en desarrollo, una moneda muy débil provoca inflación porque las materias primas importadas se encarecen. La espiral persiste, ya que los trabajadores exigen más dinero para recuperar su poder adquisitivo, lo que lleva a imprimir más dinero.

Esto es: la devaluación de Milei empujó la inflación al 290%. A finales de 2024, el tipo de cambio había vuelto a su nivel ajustado a la inflación, según el Banco de Pagos Internacionales, y la base monetaria se expandía más allá del 200% anual. Milei lo califica de “espejismo empírico”, pero desde entonces solo ha permitido pequeñas depreciaciones mensuales del peso.

Cuando se le pregunta por qué la moneda solo se ha debilitado un 15% en términos reales desde que asumió el cargo, Milei invoca la teoría de estilo austriaco de que los precios de equilibrio reales son incognoscibles. Los mercados desmienten tal solipsismo: la desinflación consumió más de una cuarta parte de las reservas de divisas del país antes del rescate de abril.

La exposición del FMI de casi 60.000 millones a Buenos Aires canalizará dólares para pagar una deuda que es poco probable que se reembolse en su totalidad. La línea de swap de 20.000 millones de Estados Unidos también amenaza con fomentar los desventurados caprichos económicos de Milei.

Argentina estaría mejor si trajera dólares a través del comercio, aprovechando sus exportaciones de materias primas y diversificándose hacia industrias más avanzadas. Subir enérgicamente los tipos, como hizo Rusia tras la caída del rublo en 2014, y luego mantener la moneda infravalorada acumulando reservas y controlando el capital y las importaciones, una medida básica en el desarrollo de Corea del Sur y Taiwán, sería una política poco ortodoxa. También tiene más posibilidades de funcionar que acumular deuda y esperar una lenta corrección del peso ajustado a la inflación.

Tal y como están las cosas, la cuenta corriente del país es deficitaria, debido a la sobrevaloración de la moneda y al auge del crédito privado. Los ahorradores nacionales y los inversores extranjeros están justificadamente preo­cupados por una posible devaluación, ya que el valor del dólar se ha fortalecido hasta alcanzar un récord de 1.490 pesos esta semana. El lunes, Argentina podría dejar de ser tan austriaca.

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