El riesgo de eliminar al Estado en la gestión de educación y salud
En tiempos en que hablar de liberalismo y republicanismo suma puntos, de la mano de un presidente que se declara anarco capitalista, resurgen los postulados de liberales dogmáticos que ubican al Estado como enemigo que debe ser abolido.

Analizada desde ese punto de vista la realidad actual se traslada como el péndulo al extremoopuesto de “el Estado Presente” que hemos vivido en los últimos 20 años. Así, con frecuencia oímos que el
Estado no debe ocuparse de nada que puedan realizar los privados, y en esa línea plantean que la Educación y la Salud deben ser gestionadas íntegramente por empresas privadas y manejarse con “reglas de mercado”, eliminando inclusive a los Ministerios de Educación y Salud.
Sin embargo, traigo aquí una frase que me dijo recientemente un importante empresario, de pensamiento liberal: “Es bueno liberar el tránsito, pero que funcionen los semáforos”; y esto aplica a varios aspectos del orden social en el que nos desempeñamos.
Dos ejemplos claros de esto son la Educación y la Salud.

En estas disciplinas como en otras, se deben trazar objetivos de corto, mediano y largo plazo, fijar prioridades y planificar estrategias para alcanzarlos.
Allí se incluyen los recursos económicos necesarios para tal fin.
De la organización del Estado, que representa los intereses de la Sociedad en su conjunto, deben surgir los planes para llevar adelante esas políticas prioritarias para la
comunidad.
En el caso particular que tratamos son las que van a promover una sociedad sana para alcanzar sus aspiraciones y crecer, gastando sólo racionalmente recursos para la Salud; y las que promoverán el crecimiento cultural y profesional para desempeñarse como una comunidad próspera y equitativa.
Es frecuente ver que el pensamiento liberal es expresado por economistas que para cualquier análisis toman
en cuenta una sola variable: el dinero, y prácticamente se limitan a lo que puede expresarse en una planilla Excel.
Reitero que concordamos que es esencial tener en cuenta el recurso económico, ya que si lo desestimamos probablemente fracase la política que consideramos importante para la sociedad; pero definitivamente, no podemos entregarle a empresarios o corporaciones privadas las decisiones y la planificación relacionadas con la Educación y la Salud.
Más aún: sin ningún ente regulador o responsable de trazar políticas y controlar su ejecución nos cuesta imaginar los alcances que tendría el desorden de la mano de empresarios que decidirían en qué gastar…: sería una catástrofe de dimensiones difíciles de dimensionar y revertir.
Recientemente, hablando de temas de Salud con un economista muy reconocido, que hace estudios de mercado y proyecciones económicas, le expresé: “lo que estas planteando es un análisis financiero”. Y me respondió: “Es que la Salud es eso: un negocio financiero”.
Bien: nada más alejado la realidad. No es este el espacio para analizar Sistemas de Salud, implicancias y requisitos para brindar Salud a la población, lo que requiere la interacción con múltiples áreas: Planificación, Trabajo, Economía y Comercio, Educación, Transporte,
Infraestructura , Salud propiamente dicha, Provincias y Municipios.
No se trata de ver cuánto dinero sobró y de eso qué cantidad puedo dedicarle a Salud o Educación; y menos pensar que se trata de un tema de mercado donde el Ciudadano decidirá. Es un pilar fundamental para el futuro tener una sociedad sana, culta y formada.
Recientemente hablando con un grupo de economistas expertos en finanzas, con posgrados en el exterior, les planteé estos pensamientos que los ponían como protagonistas para decidir sobre prestadores de Salud.
Unánimemente me respondieron que no pueden elegir o decidir sobre algo que no conocen y no entienden; y estamos hablando de la crema mejor formada del mercado: imaginemos lo que ocurriría con los segmentos menos instruidos y más postergados. Serían tremendamente manipulados.
El negocio privado de Salud y Educación aplica, para ser gráfico, a las 20 manzanas de Recoleta y un poquito más. Nos alejamos unos pocos kilómetros de los grandes centros urbanos y no tenemos más que un hospital municipal o una salita mal dotada y una clínica privada. Claro hay escuelas privadas de nivel y grandes prestadores de Salud en los countries y centros que concentran alto poder adquisitivo; pero de todas maneras son de calidad
cuestionable.
Las mejores escuelas privadas de Argentina igualan a las peores europeas; y huelga comentar el deterioro progresivo del Sistema de Salud en los últimos 40 años (y no me refiero al público, que ha sido devastado).
El éxito de los financiadores y prestadores privados de Salud y Educación, en las últimas décadas, inevitablemente se asocia a la destrucción intencional del Sistema Público, con el cual, si estuviera bien manejado,
no podrían competir. Los países más desarrollados del mundo tienen Sistemas de Educación y Salud estatales y de excelente calidad, líderes en el mundo. Algunas Universidades o Centros de Salud privados se destacan en alguna disciplina, pero no lideran o gestionan las políticas del país; y lo hacen bajo las reglas que fija el Estado.
No hemos escuchado de los planes del actual gobierno relacionados a la Salud. En cuanto a educación, el sistema de vouchers parece más bien un slogan o una utopía eventualmente aplicable y de dudoso éxito, en grandes centros urbanos. Insistir en su aplicación, a priori parece basarse en el desconocimiento de la realidad
cultural, económica y geográfica de la Argentina.

La carencia de representantes (legisladores) en el interior del país, que puedan explicar la realidad de los pequeños pueblos o habitantes alejados de centros urbanos, y la evidente inexperiencia de vida de otros, probablemente lleve a perseverar en el planteo de esta solución teórica.
Nos cuesta imaginar al habitante de un pueblo del interior recurriendo a un voucher para mandar a su hijo a la única escuela estatal de su localidad; y más nos cuesta imaginarlo en el habitante rural que envía a su hijo a lomo de mula a la única escuela a 2 o 3 leguas donde un solo docente enseña a más de un grado. En su mayoría aislados de Internet.
Dejar librada la educación a la decisión de un privado es altamente peligroso. Más aun, en la mayoría de los casos los padres no están en condiciones de discriminar en relación al sistema de educación que recibirán sus hijos y serán fácilmente manipulables. Dado que todo depende de plata, estaremos expuestos a la influencia de los intereses más inimaginables con gran poder económico, nacionales u originados en el exterior, incluido el narcotráfico, lo que implicaría una catástrofe de magnitud difícil de dimensionar y seguramente imposible de
revertir.
Que haya existido una mala gestión desde el Estado o Educación militante, no implica la necesidad de eliminarlo como regulador. Entregarlo a privados, sin control, significará, en breve tener otra militancia impuesta por el dinero. Veamos el ejemple de Alemania: luego del Nazismo, continúa teniendo una fuerte presencia estatal en la educación, que es de nivel muy superior a la nuestra, Idéntica situación se plantea en Salud: ¿Podemos imaginar a un financiador privado organizando la salud de la Provincia de Buenos Aires? ¿Organizará un sistema de emergencias para cubrir las necesidades de los habitantes de pueblos y ciudades alejados de grandes centros urbanos? ¿Invertirá todo los necesario, aun a pérdida, para cubrir la baja, mediana y alta complejidad en todos los centros urbanos de la provincia? ¿Invertirá
lo necesario para organizar un sistema de traslados entre pueblos para brindar Alta Complejidad en tiempo y forma? Hoy no lo hacen; y con la eliminación de un ente regulador y controlador, menos.
Se agrega a esta carencia de ente regulador la concentración de financiadores. Ya actualmente el Sistema Privado presenta una concentración significativa sin control de la competencia.
Pensar que los males actuales son consecuencia de la incapacidad del Estado es simplemente adherir a un pensamiento simplista.
✍✍Cuidar la salud y el trabajo digno es una tarea. Cuidar la democracia, también
El deterioro progresivo de los Sistemas de Educación y Salud responde a políticas deliberadas desde las administraciones de los últimos 50 años por o menos. Menos educación deriva en mayor y más fácil control de individuos vulnerables. Los intereses en Salud pasan más claramente por manejo de grandes masas de dinero, y eliminando al estado queda todo en manos obligadas de privados elegidos.
Brindar Salud en sus dos aspectos (prevención y reparación) y Educación son obligaciones que tiene el Estado para con sus ciudadanos sin distinción de condición económica, raza o credo. El sistema actual, aun con la presencia de una porción estatal gratuita, se ha transformado en marcadamente discriminatorio e inequitativo, reservando la “mejor calidad” para los que tienen plata. Es indiscutible la necesidad de convivencia de distintos estratos socioeconómicos en centros educativos y de salud para garantizar una movilidad social ascendente, como
se vió en la primera mitad del siglo XX. No ocurrió de la mano de Educación y Salud privadas. Debe ser un objetivo recuperarlo.
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