19/10/2025

Kicillof, por primera vez en el año, salió a enfrentar a Milei, mientras Cristina Kirchner guardó silencio y Espert se posicionó

El ruido generado por el discurso de Milei en Davos va perdiendo peso y ahora la polémica se centra en el cruce entre el Presidente y el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Ambos escribieron una columna de opinión sobre la economía del país -en La Nación e Infobae respectivamente- y las balas salpicaron por todos lados. Las frases más destacadas de los dos dirigentes y un “soldado” de LLA que se prepara para dar pelea en la Provincia: José Luis Espert, quien trató al Gobernador de “pigmeo mental”.

La columna de opinión de Javier Milei en el diario La Nación, el sábado por la tarde

Toda vez que el tipo de cambio (TCR) real empieza a caer, igual que un disco rayado, los economistas comienzan a dar alarmas de atraso cambiario sin siquiera considerar el caso de una apreciación del peso. Sin embargo, el método que usan tiene una serie de problemas metodológicos graves: (i) nadie puede determinar el vector de precios de equilibrio general intertemporal de donde se deriva la afirmación de que el tipo de cambio está atrasado, ya que su cálculo implica conocer las preferencias, la tecnología y las dotaciones, tanto de la economía local como de la mundial, y no sólo en el presente, sino también para el futuro; (ii) en un intento por corregir esta dificultad, los economistas suelen recurrir a promedios como si existiera un proceso de reversión a la media, lo cual implicaría que los parámetros profundos no cambian en el tiempo, lo cual es obvio que es falso; (iii) aún si el punto anterior se cumpliera, no es trivial el punto de inicio de la serie, donde los adalides del atraso cambiario suelen iniciar la serie desde la salida de la convertibilidad, un período caracterizado por violación de derechos de propiedad que lleva a la depreciación sistemática de la moneda; (iv) por ende, si se considera la convertibilidad, el tipo de cambio real cae; (v) lo anterior conlleva a señalar que durante los períodos de populismo salvaje el tipo de cambio real está por encima del promedio, mientras que en los momentos de confianza lo hace por debajo; y (vi) aun cuando esto último sea tenido en cuenta, y conociendo el vector de precios de equilibrio por medio de “La Acción Divina”, su extrapolación a otro momento del tiempo implica asumir que las condiciones de oferta y demanda de todos los bienes y servicios y en todos los países del mundo son idénticamente iguales a lo largo del tiempo, lo cual es un total disparate.

Si aun así quiere hacer foco sobre el tipo de cambio real, en un artículo reciente en este mismo diario Rafael Di Tella presentó la evidencia empírica sobre el TCR para casos de estabilización exitosos. En los mismo, muestra que lo natural es que el TCR caiga y que cuanta más alta es la inflación de inicio, mayor es la apreciación. Sin embargo, parece que han decidido omitir dicha evidencia, ya que choca con el relato alarmista de consultores y opositores.

Javier Milei

Presidente de Argentina

Si uno mira los proyectos en petróleo, gas, litio, cobre y en el sector agropecuario, debería resultar que, ante semejante oleada de dólares, el país debería ir camino a una moneda mucho más apreciada

Por otra parte, dada la precariedad del análisis basado en el TCR, ello nos empuja a indagar sobre otra metodología que nos permita detectar un problema de atraso cambiario. Así, podríamos señalar la existencia de al menos tres patrones:

  • Patrón Kirchnerista: aquí el origen es el déficit fiscal financiado por emisión monetaria, lo cual, al poner presión sobre el nivel de precios, se intenta corregir fijando el tipo de cambio, cuyo resultado es una pérdida de reservas y que, frente a la intención de no devaluar, deriva en restricciones cambiarias. Por ende, este patrón se caracteriza por déficit fiscal, inflación creciente, brecha cambiaria elevada y creciente y pérdida de reservas.
  • Patrón Cambiemita: aquí persiste el déficit fiscal, pero se lo financia con endeudamiento externo, lo cual, bajo un tipo de cambio flexible, hace caer el precio del dólar y ello atrasa el tipo de cambio. Por ende, este patrón se caracteriza por déficit fiscal, inflación indeterminada y endeudamiento.
  • Patrón Dictadura: aquí el déficit fiscal se lo financia con emisión de dinero y es esterilizado con una tasa de interés creciente en la medida que no se reponga el orden fiscal, cuya contrapartida es un dólar planchado por la mayor tasa de interés, mientras la inflación persiste elevada.

Naturalmente, bajo el actual modelo no hay déficit fiscal, por lo que por ello no es necesario emitir para financiar al tesoro, la inflación es decreciente, la brecha está en mínimos históricos y las reservas han aumentado, por lo que no estamos frente al caso kirchnerista. Tampoco estamos frente al caso Cambiemita, ya que la deuda consolidada del Estado Nacional ha caído en más de US$30.000 millones. Finalmente, tampoco es aplicable el patrón de la Dictadura, por el simple hecho de que no se emite dinero para financiar al Tesoro y, por ende, no existe la necesidad de esterilizar el dinero que no se ha creado, al margen de la tendencia decreciente de la tasa. Por ende, bajo este análisis no hay atraso cambiario.

Una forma alternativa de enfocar la cuestión del atraso cambiario es en un modelo de bienes transables y no transables. Así, el tipo de cambio real estaría dado por el cociente entre el precio de los transables sobre el de los no transables. Ahora bien, supongamos que hubiera un shock de oferta negativo en el sector no transables. Dada la demanda inicial, el precio de los bienes no transables sube. Sin embargo, inferir de ello que hay atraso cambiario y que ello se arregla con una devaluación sería un disparate, dado que algo así estaría rompiendo la señal de precios que llama a invertir en el sector no transable. Por otra parte, el mismo modelo señala que cuando el gasto público cae, el precio de los no transables cae y, con ello, dado el nivel de precios internacionales existe una tendencia a la baja del tipo de cambio. Por tanto, bajo este marco, la Argentina tampoco tendría atraso cambiario.

Javier Milei

Presidente de Argentina

Todas las apuestas devaluatorias de los economistas que intentan redimirse de sus malos pronósticos de 2024 están flojas de papeles, mientras que el Gobierno no devaluará para salvarles la ropa a sus clientes a costa del dolor de los argentinos de bien.

Otro modo de ver la cuestión es mirando el PBI/c a paridad del poder de compra (PPP), el cual surge de computar las cantidades producidas por la Argentina a los precios de EE.UU. Así, cuando el PBI/c en dólares corrientes está por encima del de PPP habría atraso cambiario (y viceversa). Acorde al Banco Mundial, el PBI/c de la Argentina a PPP es de US$30.000, mientras que a dólares corrientes es de US$15.000, por ende, no sólo no hay atraso cambiario, sino que además el dólar podría caer hasta los $600. Es más, durante la convertibilidad el dólar era de unos $700 y sin equilibrio fiscal.

A su vez, hoy hay economistas horrorizados con la cuenta corriente. Lo primero que habría que señalar es que la Argentina es acreedor neto del mundo, motivo por el cual el país podría vivir con déficit permanente dentro de su restricción presupuestaria intertemporal. Por otra parte, si uno mira los proyectos en petróleo, gas, litio, cobre y en el sector agropecuario, debería resultar que, ante semejante oleada de dólares, el país debería ir camino a una moneda mucho más apreciada. Es más, dada la caída del riesgo país observada desde que LLA ganó las elecciones, en la medida que la tasa de interés internacional caiga debajo de la doméstica, no debería sorprender que el país vaya a una cuenta corriente negativa. ¿Es de temer? Dado el equilibrio fiscal, no.

Finalmente, si tomamos la dimensión monetaria del tipo de cambio y consideramos que la oferta monetaria se contrae por superávit fiscal (se absorbe más de 6% de la base monetaria por mes), al tiempo que recompone la demanda de dinero y la economía crece, el dólar no sólo no tiene combustible monetario para subir, sino todo lo contrario, ya que de hecho están faltando y faltarán pesos conforme pasen los meses. Por lo tanto, todas las apuestas devaluatorias de los economistas que intentan redimirse de sus malos pronósticos de 2024 están flojas de papeles, mientras que el Gobierno no devaluará para salvarles la ropa a sus clientes a costa del dolor de los argentinos de bien.

La respuesta del gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, en el diario Infobae el domingo por la madrugada

Para mi sorpresa y tal vez por primera vez, coincido en algo con Milei: el concepto de “tipo de cambio real de equilibrio” es decididamente esotérico. Sin embargo, como es habitual entre los economistas de su orientación, al análisis se le escapa algo esencial: la realidad.

La evidencia que Milei falsifica o esconde.

  1. Empecemos por la Provincia de Buenos Aires. Recorrí el viernes varios municipios. En Villarino, se cultiva cebolla para la exportación y, por el valor del dólar de Milei, los productores tienen que descartar buena parte de la cosecha que se volvió no rentable. Esto mismo ocurre con otros productos exportables, incluidos cultivos en los que Argentina es especialmente competitiva.
  2. Basta con ir a cualquier frontera argentina para observar que TODOS los productos son sustancialmente más baratos en el extranjero que en nuestro país. 
  3. Por caso, el famoso -aunque poco riguroso- “índice Big Mac”, elaborado por la revista The Economist, que desde 1986 compara el precio de la hamburguesa en numerosos países para evaluar justamente el nivel de apreciación de las monedas, coloca a la Argentina en el segundo lugar de una lista de 40 países. 
  4. Por el absurdo: si el tipo de cambio no estuviera apreciado, Milei podría sacar el cepo, dejar de intervenir en el mercado cambiario y dejar flotar la moneda. Por algo no lo hace.
  5. Dicen que “a confesión de parte, relevo de pruebas”. Caputo sostuvo que “el dólar no está atrasado, sino que los precios están adelantados”. Ajá.

Axel Kicillof

Gobernador de la Provincia de Buenos Aires

“Nada producido en Argentina es rentable, el negocio pasa por importar y timbear. El resultado es un país primarizado, precarizado, y mucho más desigual. Endeudamiento, fuga de capitales y quiebra

Podríamos seguir con los ejemplos. Pero lo que preocupa no es que el presidente mienta sobre estos temas, como lo hace en casi todo. Lo que más preocupa es cómo se sostiene el súper peso que tenemos hoy o, lo que es lo mismo, el dólar barato. La Argentina cuenta con amplia experiencia en las consecuencias y la fragilidad de los esquemas como éste que, con distintos matices y en distintos contextos, ya se aplicó y fracasó estrepitosamente varias veces en Argentina.

Para sostener un dólar artificialmente barato, hace falta que el Estado ofrezca dólares en abundancia a un precio falso. Durante el 1 a 1 de la convertibilidad, se recurrió al endeudamiento externo y a la venta de activos públicos (privatizaciones) a precio vil. En el caso de Milei, la tarea es algo más sencilla, porque el cepo limita la demanda. Entonces, utiliza reservas para intervenir en los paralelos. Los dólares que se patinó hasta ahora provinieron del blanqueo, algo de endeudamiento externo, la liquidación de la cosecha que fue récord tras la sequía de 2023 y la mejora de la balanza comercial energética. Esta mejora está ocasionada por el menor consumo interno que genera la malaria económica a la que nos somete el plan motosierra y por el boom de vaca muerta que se inicia con la recuperación de YPF.

Lo que por estos días desespera a Milei es que se le están acabando los dólares de esos orígenes. Entonces, hace unas semanas, instaló en los medios que, con el triunfo de Trump, el FMI iba a cerrar el acuerdo con Argentina e inyectar entre 10 y 20 mil millones de dólares frescos. Esta información fue plantada por el propio gobierno en varios medios. Después de todo, si Trump le dio a Macri 45 mil millones dólares (que Toto Caputo quemó en poco tiempo) por qué no habría de darle algo a Milei que se convirtió en su groupie, olfa e instrumento. Pero resulta que Caputo volvió de urgencia de Washington con las manos vacías y todo indica que el acuerdo y el desembolso se complicaron. ¿Qué pasó entonces? Toto anunció con desesperación no una baja de retenciones, sino un “dólar soja” (bajar las retenciones por unos meses) para acelerar la liquidación de las cerealeras. Y ahora anda buscando y prometiendo endeudamiento privado, hipotecar el oro argentino y un Repo. ¿Dónde hay un dólar?

Adicionalmente, otra de las fuentes principales de la oferta de dólares que mantiene al tipo de cambio en niveles relativamente bajos es el llamado “dólar blend”, es decir, las divisas que los exportadores no están obligados a liquidar. Cuando se salga del cepo, esa fuente desaparecerá y, a no ser que intervengan a lo loco, ocurrirá una devaluación del tipo de cambio. Entonces Milei y Caputo están afirmando dos cosas que son contradictorias entre sí: que no devaluarán y que saldrán del cepo. Alguna de las dos promesas es necesariamente falsa.

En primer lugar, al estabilizar el dólar, la inflación se calma, tal y como pasó durante la convertibilidad. Sin embargo, Argentina se encarece en dólares y el exterior se hace barato en pesos. Entonces, como ocurrió en la convertibilidad, las importaciones también baratas van destruyendo el tejido industrial. Hemos visto cómo comenzaron, a un ritmo cada vez mayor, a cerrar empresas y a perderse empleos porque los bienes importados van sustituyendo a la producción nacional. No sólo padece la industria, sino que aparecen en las góndolas hasta tomates, frutas, verduras, y otros bienes primarios del exterior, destruyendo la producción local y, por tanto, el empleo. Se perdieron ya cerca de 200 mil empleos formales. El industricidio avanza a toda marcha. Pero también, como en la convertibilidad, sufre el “campo” tradicional. Los productos se venden a un dólar barato y los costos crecen en esa moneda. Y, así, la producción no rinde.

Recordemos que la década de los 90 terminó con 13 millones de hectáreas hipotecadas, y los dueños y dueñas encadenados a las tranqueras de los campos para que no se los remataran (y no había retenciones ni cepo cambiario).

Axel Kicillof

Gobernador de la Provincia de Buenos Aires

Milei y Caputo están afirmando dos cosas que son contradictorias entre sí: que no devaluarán y que saldrán del cepo. Alguna de las dos promesas es necesariamente falsa.

Los sectores que producen, pierden. Pero no todos pierden. Como ocurrió en la convertibilidad y en la “tablita” de Martínez de Hoz, el esquema cambiario genera un negocio financiero extraordinario. Funciona así: entran dólares, se cambian a pesos y se ponen a altas tasas de interés que, gracias al dólar quieto, luego se vuelven a cambiar por dólares. Entonces, ese alto rendimiento en pesos se convierte en un alto rendimiento en dólares. Posteriormente, se retiran los fondos con la ganancia en dólares más grande del mundo. Justamente esto es lo que le recomendó al sector agropecuario el ministro Caputo y el secretario de Agricultura: vendan la soja y que entren a la bicicleta financiera (elegantemente llamada carry trade).

También se extienden los beneficios al extractivismo: recursos naturales, minerales, petróleo y gas producen altas ganancias sin ningún valor agregado y con un costo laboral lo más bajo posible, sin que se le cobre ningún impuesto, y con la posibilidad de importar la totalidad de los equipos. Un verdadero saqueo.

Como si esto fuera poco, para contribuir a que no suba la inflación (y las ganancias de 4 vivos), tanto en la convertibilidad como ahora, se plancharon además del dólar los ingresos populares: salarios y jubilaciones. La demanda interna se desploma porque la plata no alcanza y así se agrega otro factor de desindustrialización y miseria.

Conclusión: nada producido en Argentina es rentable, el negocio pasa por importar y timbear. El resultado es un país primarizado, precarizado, y mucho más desigual. Endeudamiento, fuga de capitales y quiebra.

Depende de cuántos dólares consigan para sostenerlo. La tablita duró 3 años; la Convertibilidad, casi 11. Dejaron al país más endeudado, al tejido productivo destruido, y a nuestro pueblo hipotecado. Ah, y a algunos bolsillos bien llenos.

Para nuestra Provincia de Buenos Aires, motor productivo del país, este modelo fue, es y será la peste. Por eso, desde el Gobierno provincial, utilizamos todos los instrumentos que tenemos para aliviar sus efectos sobre nuestro pueblo. Y, al mismo tiempo, nos organizamos para construir una alternativa bien amplia, con justicia social, soberanía y desarrollo.

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