Decálogo para entender el fracaso económico alemán

Por Christian Eulerich. La imagen arriba es parte de la tapa de un libro que acaba de publicarse, trata la decadencia económica alemana; KAPUT, W. Münchau, 2024. Este asunto me interpela, ya que conozco la cultura germana, viví en ella y soy descendiente. Además, a ellos se les recuerda seguido en Latinoamérica, como ejemplo de puntualidad, excelencia, desarrollo y otros.

Sin embargo, no todo parece ser color de rosa en mi añorada Alemania.


Esto me recuerda a Chile, una especie de Alemania en América del Sur a finales del 90 y los 2000, que acabó en una implosión social. Este libro, al igual que tantos otros análisis leídos sobre países que fracasan, se centra exclusivamente en componentes que resultan de dinámicas sociopolíticas y socioeconómicas, precisamente las más sencillas de visibilizar. Apunta a aspectos fácticos, factores técnicos asociados a interpretaciones reduccionistas de la gestión pública. En este libro parece que el autor cita varios ejemplos asociados a acciones racionales equívocas, es decir, Angela Merkel que pudo haber manejado las cosas distinto y no lo hizo.

No pude aún leer el libro, pero sí el artículo de la BBC, el cual despertó mi curiosidad. Es una entrevista al autor y en ella él resalta aspectos relevantes de su libro. Leyendo sus respuestas, la forma de aproximarse al fracaso alemán en su obra, creo ni siquiera tiene que ver con el autor, sino con formas preestablecidas de antaño para evaluar lo que no funciona en los sistemas que involucran personas; empresas, mercados, partidos políticos y detrás el progreso de nuestras naciones. Leer la entrevista fue extraño para mí, pues años atrás hubiera corrido a una tienda a comprar el libro y lo hubiera leído, atrapado en la simplicidad de los hechos; simples causas y efectos que llevaron a un país de 84 000 000 de habitantes (esperanzas) a estar como hoy está. Algo así me ocurrió con el libro, Por qué Fracasan los Países, (2012). Este sí leí sus 550 páginas hace 10 años y hoy no lo volvería a hacer. Lastimosamente no es tan sencillo como la descripción mecánica de los hechos que llevan al fracaso a un país. El ser humano cruza la Economía y en especial algunos lo hacemos más que otros. Por qué Fracasan los Países trata la fiebre, los dolores, incluso la infección, pero no el virus; la conducta humana detrás, su complejidad.

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No estoy en desacuerdo con desagregar elementos políticos y economicistas, como parte de los factores que se juegan y expresarlos en lenguaje econométrico, causal-conductual, lineal, binario. El libro, Por qué Fracasan los Países afirma algo así; «La potencialidad de las instituciones económicas para aprovechar las ventajas de los mercados inclusivos, estimular la innovación tecnológica y la inversión en las personas son críticos para el crecimiento económico». Esta es parte de una reseña extraída de un sitio web y dice ser el tema central del libro y yo lo recuerdo vagamente. Sin embargo hoy me pregunto;

1. ¿Quiénes definen como potenciar que cosas?

2. ¿Qué sucede cuando potenciar algo es denigrante para otros?

3. ¿Cómo se cuida a las personas cuando se invierte en ellas?

4. ¿Quiénes deciden cómo hacerlo y sobre cuales acuerdos?

5. ¿Inclusivo para quiénes y cuáles son los límites de cuáles inclusiones?

Y puedo seguir preguntando y preguntando sobre los criterios para semejante afirmación sobre el Progreso de los Seres Humanos, que probablemente en el año del la publicación del libro (2012), Alemania era buen ejemplo de inclusión. Me pregunto, ¿que sucedió entonces?

Empleados de Volkswagen protestan ante una reunión de directivos, en Wolfsburg, contra el anuncio de cierre de despidos y cierre de plantas en Alemania

Este tipo de análisis son necesarios, pero definitivamente no son suficientes. Creo que no son las únicas posibilidades y por sobre todo, no es grato ni responsable con el 90% de la humanidad seguir haciéndolo así. Creo no podemos continuar necios analizando las realidades económicas, centrados en las ideologías que cada grupo, colegiado, empresa prefiere. Además, la Economía no es la única ciencia social apta para el rigor que un análisis tan complejo como es el fracaso de una nación. Tranquilamente podríamos sumar a antropólogos, sociólogos, psicólogos, historiadores, filósofos y –dependiendo de las corrientes de pensamientos y sus practicantes– nos sorprenderían con sus voces acerca del porqué del fracaso alemán y de tantas Economías fallidas que se citan y tratan.

La Economía como ciencia social debería alinearse al supuesto ontológico que la coordina; la tremenda complejidad humana, algo que creo es innegable. Estos son los motivos intrínsecos de nuestra conducta asociada a las lógicas económicas y políticas que no se hablan, que se pasan por alto, una y otra vez, cuando son fundamento nuclear de todas las ciencias sociales. Por eso sospecho que no hay solo causas, no somos cálculos geométricos, artificios flotantes, puntos a citar en un listado de razones intelegibles. En los fracasos estudiados, siempre aparecen los gobiernos de turno, el poder. Hablar de malas decisiones tomadas, sin explorar y recrear ontológica, epistemológica y hermenéuticamente el acto de decidir junto a las relaciones de poder que las constituyen –y esto en el marco de Democracias que se han regido siempre por factores geopolíticos y otros poco democráticos– es para mí un despropósito intelectual imperdonable; es presentar algo complicado cuando realmente es desde siempre inabarcable.

Christian, la ontología del poder y las decisiones sería algo así como, ¿qué significa decidir en el contexto de las relaciones de poder? ¿Cómo influye la naturaleza, la historia de cada ser en su poder? ¿Cómo las estructuras sociales afectan la percepción de alternativas?, por ejemplo la clases social del que decide para los que existen en otra clase social. La epistemología sería, ¿cómo se construye el conocimiento necesario para tomar decisiones? ¿Qué sesgos, narrativas y mecanismos limitan hace siglos la capacidad de imaginar un futuro diferente, útil para todos, cuando algunos eligen los caminos a seguir?

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Tomemos 78 años de Democracia alemana ininterrumpida –hoy con partidos de extrema derecha a todo vapor, en el poder y cada vez con más votos– y asociémosla a su historia de ilustres pensadores en varias ciencias y en el arte. A mi esto arrostra, que no le ha sido del todo útil para una vida paulatinamente mejor de los alemanes. La Economía y los gobiernos electos deberían ser partes de algo cada vez más valioso para las personas, habitantes, ciudadanos, padres, madres, hijos. Les comparto otro ejemplo; la famosa Reunificación Alemana (1989) no ha sido hasta hoy un proceso plenamente social, colectivo entre los alemanes, sino un derrumbe físico, la caída del muro en Berlín.

Definitivamente las Democracias junto a sus Economías no están siendo representativas de las mayorías en el mundo, del ciudadano común; no están resolviendo viejas demandas sociales, la cotidianeidad del que trabaja, el que va a hacer sus compras, la que requiere cobertura médica o realiza simples gestiones enfrentando situaciones que no fueron previamente acordadas con ellas y ellos. Tal vez por eso los empleos y los partidos políticos no son hace buen tiempo, respuestas válidas para las esperanzas de los ciudadanos, cualquiera sea nuestra nacionalidad y lugar en el mundo.

Y tal vez por eso terminamos votando cualquier cosa, cualquier candidato. Interesante el fenómeno Trump en este contexto que mencionas.

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Me gustaría compartir, tratar rápidamente dos de los variados argumentos que el autor comenta en su entrevista, como causas de la caída de esta potencia. Tal vez estoy equivocado con mis interpretaciones de la entrevista, no lo sé.

Dice el autor: “La Alemania de hoy tiene una de las peores redes de telefonía móvil de Europa. El fax sigue reinando en el ejército y en los consultorios médicos. Y hay muchos comercios que todavía sólo aceptan dinero en efectivo”.

Las redes celulares alemanas son fácilmente 10 veces mejores en cobertura y velocidad (datos) que la de mi país, Paraguay. Pero considerando que pudieran ser lentas y poco confiables para el primer mundo, pregunto ingenuamente, ¿cómo incide y determina realmente la calidad de señal celular o el poder pagar servicios con medios electrónicos, las siguientes circunstancias?

1. Alemanes que puedan conversar telefónicamente largo y distendidos sobre aspectos que no se visibilizan de su Economía. O los desacuerdos en las políticas de inmigración, ¿depende de la calidad de la señal celular que ellas y ellos conversen o podría estar más relacionado con la reciente historia alemana (1939-1945), el silencio que reina en asuntos relacionados con la gestión de los asilados políticos, el extranjero y otros asuntos que lo alemanes callan, no exteriorizan, no hablan?

2. Alemanes que eligen reunirse siempre con los mismos alemanes, porque no pueden hacerlo con otros, debido al miedo o la culpa que sienten cuando exteriorizan su forma de pensar mientras comprenden su país a su manera.

Me pregunto si conversar sobre este fenómeno social, ¿podría tener un impacto más fuerte en la convivencia alemana que los medios de pagos electrónicos?

3. Marianne, un supervisora de Volkswagen –gigante de la automotriz alemana actualmente también con serias dificultades– no se anima a llamar a Wolfsburg para interpelar a uno de sus superiores sentado en esa ciudad, la sede central de VW. Marianne desea compartir cómo se siente siendo parte fundamental de una de las fábricas que ahora desean cerrar. Esta ansiosa por conversar su desacuerdo con las desiciones en las cuales ella no participó, pero ahora sí le afecta a su familia. Preguntó, ¿se debe a una cuestión de calidad de señal celular que ellos no conversan? O es Angela Merkel también responsable de esta incomunicación. ¿O son nuestra ideologías de antaño basadas en las dicotomía Empleado/Empleador. Tal vez seguimos con modelos de gestión organizacional obsoletos que perpetúan el silencio, el liderazgo, el miedo a relacionarse con la alta gerencia sentada en la central sea Wolfsburg, Nueva York o Asunción.

Dice el autor; “Alemania no tiene prácticamente ninguna representación en materia de inteligencia artificial. No ha realizado estas inversiones. Y ese es el problema de una economía que tiene que especializarse demasiado”

1. Por años a Alemania le fue muy útil su especialización y puedo dar ejemplos de varias industrias. Ahora China está conquistando el mundo y no solamente por sus capacidad de copiar, su especialización. Sospechamos de cómo sostiene su estructura, la que está detrás de esas capacidades productivas no siempre transparentes en los mercados. Pregunto, ¿tiene que ver solamente con la incapacidad alemana o Asia está afectando al mundo entero y nosotros tremendos consumidores detrás?

2. Se sabe suficientemente lo que implica ofrecer productos y servicios innovadores, especializados para estar en la bendita carrera del mejor. Amazon es ejemplo de innovación para la mayoría, pero en la misma Alemania ha tenido serios problemas laborales por explotar a sus trabajadores. Pregunto, ¿qué se mantiene oculto en esta maldita carrera por ser todo el tiempo el más innovador, el más eficiente, el más esto, el más lo otro? Pregunto, invertir en IA, ¿acaso es ejemplo de estar mejor?, cuando Alemania ha invertido como ningún otro país en tecnologías claves del pasado y miren cómo está hoy?

No discuto que la situación que viven mis ancestros y la de mi país tiene algo que ver con lo que comenta el autor, pero estos se relacionan también a estadios anteriores a nosotros, del ser humano haciendo cosas con otros, presentes y anteriores. Es urgente empezar a hablar del modelo que nos guía y nos destruye, ahora desde otros lugares. Hablar del conjunto de ideas que lleva a algunos a creer que son mejores que otros. Creer que nos hacemos a nosotros mismos, siendo sujetos, políticos, empresarios auto-producidos. Esta perspectiva yo también la tenía y es la que me permitió por años una extraña noción de mis privilegios. Estos como un elemento profundamente relacionado con todo lo que no expresa Marianne, Angela Merkel, lo que no logra Alemania y en especial Paraguay que quiere imitar a los grandes.

Me refiero a la posibilidad que algunos alemanes, paraguayos tenemos de detentar, o no, ciertos capitales (social, cultural, simbólico), porque nacimos en determinados lugares, asistimos a determinadas universidades, somos hombres y no mujeres, tenemos un color de piel, un apellido y no otro. Estos son aspectos que los naturalizamos, es decir, desconocemos el funcionamiento de las relaciones que nos constituyen como lo que somos y nos permiten estar en los lugares donde estamos, por encima de otros en ciertas circunstancias. Esto ocurre inconscientemente, porque lo vemos como natural desde que nacimos, evidente, parte de nosotros. Entonces tenemos políticos y empresarios como yo, que abrimos la boca y creemos enunciar la verdad sobre el futuro, porque creemos conocernos perfectamente a nosotros mismos, porque creemos saber mejor que otros. Somos los que tenemos éxito, porque somos más capaces y resilientes que otros, porque nos lo merecemos, porque nos esforzamos más que la mayoría, porque nos levantamos temprano y por eso estoy sentado en el directorio de mi empresa y otros no.

Hablar de esto que comparto es ser un aguafiestas y lo comprendo. Lastimosamente son estas nociones, estas perspectivas tan íntimas las que refuerzan conductas que nunca promueven lo colectivo ni en Alemania ni en Paraguay. Esta forma de comprender el mundo nos está llevando al fracaso, envuelto siempre en buenas intenciones democráticas, surgidas desde el fondo de nuestros corazones y teorías; esto es al menos lo que yo considero, lo que veo.

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No era conscientes de estos aspectos, aunque los sociólogos, psicólogos podrían hablar cómodamente de ello. Prueben algo tan simple como decidir desde lo bueno pero unilateralmente con uno de sus hijos; recreen esta situación a la edad de 21 años con cualquiera de ellos, apuesto que la decisión no les va funcionar. O bien funcionará como en Alemania, bien hasta que el hijo o hija tome la decisión de hacerlo como a él siempre le pareció mejor, pues antes nadie le preguntó.

Para algunos que ya están imaginando ubicarme en alguno lugar ideológico… No estoy proponiendo ni por si acaso, que cada uno haga lo que le parece, que todos ganen lo mismo y que algunos regalen a otros; NO.

¿Para mí? Recién hace algunos años la entiendo como lo que siempre ha sido, una ciencia social. Sucede que la teoría de la acción racional viene dominando la Economía de occidente hace siglos, desconociendo que toda relación económica, de intercambio de bienes, está siempre mediada por relaciones de sentido. Por lo que pensamos del otro, de nosotros mismos, de mi liderazgo frente a los que no son como yo, de certificaciones que me convencen que estoy haciendo bien, mejor. Creer que nos conocemos en estos espacios mercantiles, que somos buenas personas y que por eso tomamos decisiones racionales en la Economía y la Política. Ojo, no significa que seamos irracionales, no estoy diciendo eso. Lo que proponen las ciencias sociales –no todos sus practicantes– es que al ser yo un Empresario o Angela Merkel una primera ministra, primero somos sujetos puramente relacionales, nos hemos producido a través de la internalización de lo que nos antecedió, somos historia cumulada y lo que siento no vino conmigo, sino lo incorporé de otros. No es desde adentro sino es lo que adquirí de afuera lo que me lleva a sentir, decidir determinadas cosas que luego otros 10 años después lo desaprueban, como el autor. Imaginen todo lo que la señora Merkel tuvo que evolucionar en sus pensamientos, siendo ella una mujer nacida en la DDR (Deutsche Demokratische Republik), ex Alemania comunista.

Es cierto que las demás ciencias sociales no han sabido posicionarse con lenguajes matemáticos, rimbombantes como lo hizo la Economía y que tampoco se las premia con algún Nobel*. No por eso ellas no existen. Existen, están disponibles y pueden colaborarnos un montón para buscar nuevas posibilidades, pues si una potencia mundial como Alemania no supo capitalizar lo alcanzado, no sé de que estamos hablando.

Basta de explicar mecánicamente los fenómenos sociales; aquello que no nos gusta de la convivencia humana será siempre algo complejo y con una de sus principales características; nadie posee toda la información necesaria del sistema, el que permanentemente intentamos describir, teorizar y cambiar.

Ojalá estos y otros aspectos estén considerados, tratados minuciosamente en el libro Kaput, pues de ser así, iré volando a comprarlo.

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