Aunque el estilo y los mensajes de Trump chocan con la mentalidad del europeo medio, sin embargo, ha sabido conectar con amplios sectores de la sociedad estadounidense a los que el Partido Demócrata no ha sabido dar respuestas.
A menos de un mes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la situación no podría ser más incierta. La campaña ha estado marcada por la polémica y los ataques personales, especialmente contra Donald Trump, quien ha sido objeto de fuertes críticas. Y al que se ha comparado con personajes históricos abominables.
Por otro lado, su rival Kamala Harris, nominada directamente por el Comité del Partido Demócrata, sin pasar por primarias, enfrenta sus propios desafíos. Entre ellos, la gestión del actual gobierno y la falta de experiencia en política exterior. Con una ventaja en las encuestas que ronda el 1,5%, Harris lidera la contienda, pero esta cifra es menor a la de elecciones anteriores. Y algunos observadores sugieren que las estimaciones podrían estar sobrevalorando su apoyo real.
La trayectoria de Trump y sus logros en la Casa Blanca
Analizando el período 2016-2020 de Trump en la Casa Blanca, se puede concluir que no fue tan desastroso como sus detractores predijeron. Durante su mandato, la economía estadounidense mostró buenos resultados en términos de crecimiento y empleo. Y su enfoque en política exterior le alejó de los conflictos armados. La administración Trump negoció acuerdos de paz en Oriente Medio, como los Pactos de Abraham. Y centró su estrategia en la confrontación política con China y Rusia, evitando, sin embargo, conflictos directos. Esta postura contrasta con las tensiones y crisis que han caracterizado la etapa de Joe Biden, especialmente en escenarios como Ucrania.
Acuerdo de Abraham, el comienzo de la estabilidad en Oriente Medio
A pesar de las controversias, Trump logró evitar nuevas guerras, priorizando la estabilidad. En cambio, con la actual administración, los conflictos internacionales han ganado protagonismo y la incertidumbre geopolítica ha aumentado.
La demonización de Trump, con frecuentes comparaciones con figuras como Hitler, es una exageración que desvía la atención de una evaluación objetiva de su gestión. Una comparación disparatada, y que no conduce más que a blanquear los delitos históricos de los nazis.
El desafío de Kamala Harris
Por su parte, Kamala Harris es vista como una incógnita, especialmente en política exterior, un ámbito en el que los presidentes estadounidenses tienen amplias competencias. Durante su etapa como vicepresidenta, Harris se ha centrado en temas como el derecho al aborto y la defensa de los derechos de las minorías, sin mostrar un enfoque claro en asuntos de política internacional.
En cuestiones internas, ha adoptado posturas de activismo que han suscitado críticas, como su apoyo a la campaña para reducir los fondos a la policía. Este posicionamiento suyo generó una gran controversia en el contexto de los disturbios raciales.
A pesar de la imagen optimista y dinámica que proyecta, Harris arrastra la pesada carga de la gestión del gobierno actual, con políticas económicas y sociales cuestionadas. La falta de claridad en su programa y la indefinición en temas clave, como la economía y la política exterior, han generado preocupación sobre su capacidad para liderar en tiempos difíciles.
La situación económica y la política demócrata
La economía estadounidense se enfrenta a un panorama complejo, marcado por un déficit fiscal cercano al 10% del PIB y un gasto expansivo sin precedentes. La política fiscal del actual gobierno ha disparado la deuda pública a niveles insostenibles, generando preocupación sobre la solvencia del país, especialmente en un entorno global incierto. Las dificultades económicas se ven agravadas por la inflación, que ha reducido el poder adquisitivo de los ciudadanos.
El programa económico de Harris sigue centrado en un intervencionismo que aumenta las subvenciones y los controles de precios. Además, promueve reducciones fiscales para las grandes corporaciones. Sin embargo, persisten preguntas sobre cómo financiará su ambicioso gasto social si el Congreso, de mayoría republicana, bloquea los aumentos de impuestos. La falta de respuestas claras en cuanto a la estrategia económica y fiscal de Harris genera inquietud sobre su capacidad para impulsar el crecimiento y revertir el deterioro económico actual.
El debate de los candidatos a la vicepresidencia
El reciente debate de los candidatos a la vicepresidencia proporcionó un espacio más constructivo que el primer enfrentamiento entre Trump y Harris, caracterizado por los intercambios agresivos. En este debate, JD Vance, el candidato republicano, proyectó una imagen más conciliadora del “trumpismo”. Se centro en criticar la política migratoria y exterior del gobierno demócrata, incluyendo la retirada caótica de Afganistán y el masivo apoyo financiero a la guerra en Ucrania.
Vance argumentó que la administración Biden-Harris ha descuidado las preocupaciones del estadounidense medio, afectado por el aumento del coste de la vida y la inseguridad económica. Incluso sectores de la prensa, crítica con los republicanos, reconocieron que Vance ofreció una visión coherente y atractiva para aquellos que se sienten decepcionados con la gestión demócrata.
El futuro de las relaciones transatlánticas
Las implicaciones de estas elecciones para Europa son significativas, ya que ambos candidatos parecen dispuestos a aplicar políticas proteccionistas y arancelarias que podrían afectar el comercio internacional. La guerra en Ucrania y las tensiones en Oriente Medio también son factores que condicionan la política exterior estadounidense. Y, por tanto, la relación con los aliados europeos.
El interés de Europa radica en la búsqueda de la estabilidad y la resolución de conflictos, especialmente en Ucrania. Muchos analistas consideran que Trump podría ofrecer un enfoque más pragmático y una mayor disposición a negociar un fin al conflicto. Frente a la postura más intervencionista que ha caracterizado a la administración Biden-Harris.
Reflexiones finales
Ningún candidato es perfecto, y las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos presentan desafíos y riesgos para ambos bandos. Sin embargo, demonizar a Donald Trump e idealizar a los demócratas puede ser un error que distorsiona la comprensión de la compleja realidad política y económica. Las elecciones se decidirán en unos pocos estados clave, como Michigan, Pensilvania y Georgia, donde la ventaja de Harris es menor de lo que se esperaba. Un resultado favorable para Trump en alguno de estos estados podría inclinar la balanza a su favor, y permitirle volver a la Casa Blanca.
Para Europa, el pragmatismo debe prevalecer sobre la simpatía hacia un candidato o partido. Defender los intereses propios, abogando por una mayor estabilidad internacional y una política exterior menos intervencionista, será crucial. Sobre todo, en el contexto de una política estadounidense que, independientemente del vencedor, seguirá influyendo en la dinámica global. Aunque el estilo y los mensajes de Trump chocan con la mentalidad del europeo medio, no se le debe minusvalorar. Ha conectado con amplios sectores de la sociedad estadounidense a los que el Partido Demócrata no ha sabido dar respuestas.