Iniciamos el viaje por este ensayo con una declaración, una aseveración que no es tenida en cuenta debido a las denuncias constantes, devaluación de la palabra y los valores fundamentales de las libertades individuales, la profesión de administrador de consorcios es inherentemente liberal.
En actual contexto urbano contemporáneo, los consorcios de propietarios juegan un papel crucial en la administración de edificios y comunidades residenciales (llámese Country, club de campo, etc.).
El administrador de consorcios, como figura central en esta estructura, tiene una responsabilidad que trasciende la mera gestión operativa. Desde una perspectiva liberal, su rol social puede ser entendido como una función que impulsa la autonomía, la eficiencia económica y la armonía comunitaria a través de los principios fundados por John Locke a fines del SXIIV de libertad y responsabilidad personal.
La doctrina liberal propugna profundamente la autonomía y la responsabilidad individual. En este sentido, el administrador de consorcios debe empoderar a los propietarios, brindándoles la información y las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas sobre su comunidad. Esto implica una gestión transparente y la facilitación de procesos democráticos dentro del consorcio (las asambleas y reuniones generales de deliberación), donde cada propietario tenga voz y voto en las decisiones que afectan su entorno.
El administrador debe fomentar un ambiente donde los propietarios se sientan responsables de sus decisiones y acciones. Es decir, bajo este concepto son los individuos los mejores jueces de sus propios intereses y, por ende, deben tener la libertad de decidir sobre aspectos cruciales de la gestión de su propiedad. La implementación de políticas que incentiven la participación activa de los propietarios en las asambleas y comisiones es esencial para alcanzar este objetivo.
La óptica liberal en la eficiencia económica es conocida y fundamental. El administrador de consorcios debe gestionar prudentemente los recursos, asegurando que los fondos de la comunidad se utilicen de manera eficaz y transparente. Esto incluye la selección competitiva de proveedores, la supervisión rigurosa de los contratos de mantenimiento y servicios, y la implementación de prácticas que reduzcan costos sin comprometer o elevar la calidad de vida de los residentes, conforme Adam Smith sostiene en su obra magna de la “Riqueza de las Naciones”.
Además, la administración liberal implica promover la competencia y la innovación. El administrador debe estar abierto a nuevas tecnologías y métodos de gestión que puedan mejorar la eficiencia y la satisfacción de los propietarios. Esto podría incluir la adopción de sistemas digitales, la comunicación y la resolución de problemas, optimizando así el tiempo y los recursos de la comunidad.
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La implementación de inteligencia artificial (IA) en la administración de consorcios abre un potencial abanico de oportunidades significativas para mejorar la eficiencia y la calidad del servicio, siempre desde una óptica que priorice la libertad y responsabilidad personal. La IA puede automatizar tareas rutinarias, como la gestión de pagos y facturas, liberando tiempo para que los administradores se concentren en aspectos estratégicos y en la interacción con los propietarios.
Las herramientas basadas en IA pueden proporcionar análisis predictivos que anticipen necesidades de mantenimiento y reparaciones, optimizando así los recursos y evitando costos innecesarios. Esto se alinea con la eficiencia económica, garantizando que los fondos de la comunidad se utilicen de manera más inteligente y transparente.
Además, la IA puede mejorar la comunicación entre los propietarios y la administración mediante chatbots y sistemas de atención automatizados que están disponibles 24/7, proporcionando respuestas rápidas y precisas a consultas comunes. Esta mejora en la comunicación empodera a los propietarios, dándoles acceso inmediato a la información que necesitan para tomar decisiones informadas, en línea con la promoción de la autonomía individual.
Por otro lado, la IA puede facilitar la toma de decisiones democráticas a través de plataformas que recojan y analicen la opinión de los propietarios de manera eficiente, asegurando que todas las voces sean escuchadas y consideradas. Esto fortalece la transparencia y la equidad en la gestión del consorcio, principios fundamentales en una administración liberal (el economista liberal Agustín Etchebarne – Director de la Fundación Libertad y Progreso denomina este fenómeno como la “singularidad”).
Uno de los principales desafíos del administrador de consorcios es el de equilibrar las necesidades y deseos individuales con el bienestar colectivo. Esto requiere habilidades diplomáticas y de mediación para resolver conflictos de manera justa y equitativa, respetando siempre los derechos y libertades individuales.
La promoción de una cultura de respeto mutuo y colaboración es vital.
El administrador debe fomentar un ambiente donde se valoren la diversidad de opiniones y estilos de vida, y donde las normas comunitarias sean el resultado de un consenso amplio y respetuoso. En este sentido, la educación continua y la comunicación efectiva juegan roles fundamentales para mantener la cohesión social sin sacrificar la libertad individual.
Palabras finales, el administrador de consorcios se ha convertido en una figura controversial (seguramente con asidero), pero se debe recordar que es mayormente un facilitador de soluciones, un educador nato de la convivencia sana y democrática, un integrador del derecho propio con el deber comunitario.
La comunicadora social Mercedes Colombres, ha definido al administrador como el primero en idear formas para solucionar y mejorar la vida de las personas.