“Primer Jueves Santo sin Cocineros Argentinos. Una buena noticia”. El tweet irónico del cantante Andrés Calamaro puso en palabras lo que los periodistas no nos animamos a decir. La pésima calidad de los contenidos públicos argentinos hartó a todos e hizo a la ciudadanía odiar cualquier medio o producto concebido desde las entrañas del Estado. Costos europeos para productos de calidad subdesarrollada.
Por Mercedes Colombres: ¿Cuál es el fondo de la cuestión que tocó Calamaro y que ha tocado el Gobierno de Javier Milei al reducir el financiamiento de los medios y de los periodistas? Vamos a tratar de resumirla en breve.
- 1- Aunque siempre Argentina se jactó de querer imitar a la BBC, la reina madre de los medios estatales, los medios del Estado siempre fueron un aparato de propaganda y nido para profesionales amigos. A veces salieron buenos productos, pero sin dejar de ser un kiosco. Pasó con Perón, pasó con los militares, pasó con los Kirchner y pasó con Macri. No hace falta volver a probar con el verso de “Esta vez vamos a hacerlo bien”.
- 2- Porque nunca seremos Inglaterra, el sistema de medios públicos nunca produjo maravillas como The Hollow Crown, la fabulosa recreación de las tragedias shakespereanas de la BBC, o los especiales del cheff Jamie Oliver. Salvo alguna producción de los 80, los medios estatales se especializaron en programas con recetas de dudoso gusto y calidad, dibujitos animados entronizando a Néstor o a Rosas, noticieros donde se invitaban periodistas de columnistas para pagarles algo en recompensa de magros sueldos del sector privado y evitar el predominio de medios K (Gestión Macri).
- 3- Adicionalmente y atado a la concepción pública de los medios, el sistema de pauta oficial canalizado por Télam se convirtió en un subsidiador de ineficientes, a un alto costo, y terminó narcotizando instintos de venta de eficientes como los Big Four (Clarín, Nación, Cronista o Infobae).
Vamos a analizar estos tres puntos y aportando datos, probar que tanto el sistema de medios públicos como la pauta oficial han hecho más daño y déficit que otra cosa.
Punto uno: Cocineros berretas y otras yerbas
Me causa gracia leer en los foros periodísticos la defensa apasionada de Cocineros Argentinos y compañía ante su levantamiento. Periodistas que pelean contra la realidad con 4 o 5 trabajos del sector privado lloran por sus colegas que ganan el doble con la mitad de sus exigencias. No me alegro por lo que perdieron su ingreso, pero no se me ocurriría salir a militar que mis amigos de Télam recuperen sus vacaciones estrafalarias y sus salarios fuera de mercado siendo yo una ex empleada de La Nación, donde trabajábamos de sol a sol y nunca emparejábamos la inflación.
Es como que los ahorcados militen las sogas. Adicionalmente, tenemos que dejar los sentimientos de lado y ver los números. Según Silvana Giúdice, el último informe de la AGN sobre RTA afirma que en 2020, la Televisión Pública recibió 4352 Millones del Tesoro. Sumados a los 1100 millones que percibió en 2020 a través de ENACOM, por Ley 26522. Esto significa que los medios públicos cuestan 5.452 millones de pesos anuales. En el mismo período, RTA realizó ventas por 353 millones para el año 2020. Como el costo de esas ventas, o sea los recursos necesarios para generar los productos y servicios que se vendieron, fue de más de cinco mil millones, significa que el costo de producción de RTA es 1430% o sea 14 veces más caro que el valor del producto que vende. La planta de personal de la televisión pública es 1.065 empleados, la de Radio Nacional 1.308, en total RTA tiene 2373 empleados, eso explica, en parte, el subsidio que el tesoro debe hacerle a la empresa pública para pagar los sueldos, que además, son mucho más altos que los del promedio del empleado estatal de otras dependencias.
Esto lo dice Silvana Giúdice, que puede ser señalada por muchas cosas, pero no por libertaria ni fanática del ajuste a lo Chicago, y hace seguimiento de los medios una especialidad de su carrera política. La idolatrada BBC, santo altar de los periodistas argentinos adoradores del Estado, declaró en 2023 ingresos récord de 5.700 millones de libras (7.200 millones de dólares) en el periodo 2022/23, con un déficit de 120 millones de libras. Si queremos copiar la BBC, podríamos empezar por ser racionales en el gasto, además de producir dramas históricos de calidad y no sesgados.
Cocineros Argentinos, el programa que los creyentes del Estado lloran, tuvo un promedio de 0.7 puntos de rating. Menos de 100.000 personas de audiencia. Por citar sólo un caso, Paulina Cocina llega a tener 360.000 personas visualizando sus producciones por Youtube, sin la parafernalia de tener un canal de tv. Y sólo estoy nombrando una de las miles de chefs que deslumbran en las redes sociales.
En la era Internet, el sistema de medios, Paka Paka, los contenidos, las instalaciones y los empleados no tienen más sentido. Salvo que los abone un privado, a su propio riesgo.
Punto dos: El Netflix peronista
Las producciones de los medios estatales dejaron de ser buenas hace rato, si es que alguna vez lo fueron. Recordemos que buena parte del sistema de medios, como el popular ATC, nacieron al calor del General Perón, un fanático de Mussolini y su sistema de propaganda. Desde su propio nacimiento el sistema de medios local parece haber perdido la virginidad, aunque muchos prefieren no reconocerlo.
Aún suponiendo que el peronismo, los militares o los gobiernos de dudosa calidad institucional de los 30 hayan hecho algo culturalmente elevado y bueno, ese tiempo murió hace rato. La producción periodística estatal perdió calidad hace rato. En el kirchnerismo fue usada para defender a Néstor, las Madres y el modelo, ya sea usando recetas, dibujitos animados o documentales históricos sesgados. En el macrismo fue tomado por el ala de las palomas, que decidieron mantener cierta línea discursiva progre y tolerancia a los resabios del kirchnerismo en la planta de personal. Ya sabemos que eso terminó mal.
La lección más importante de este período donde los medios fueron usados para glorificar la religión peronista es que Argentina no tiene los resortes institucionales, ni las instituciones de medios, ni una academia fuerte para hacer de contrapeso a la concepción de usar los medios estatales para favorecer al gobierno. Con el sistema de medios se cumplió el sueño del “Netflix peroncho”.
En las dos décadas de kirchnerismo pocas veces vimos una oposición fuerte de los zares de los medios, la Academia de Periodismo, Fopea, o Adepa, al uso del aparato estatal para hacer propaganda al gobierno de turno. Hubo algunas quejas, pero no lo suficientemente fuertes para hacer asustar a ninguno de los Goebbels locales. Y la explicación de eso quizás resida en el tercer punto, la pauta.
Un datito más: a los que elogian las supuestas virtudes de las producciones estatales, a los del otro lado nos encantaría ver esas estadísticas de exportaciones de programas que supuestamente hay. Tengo datos de las exportaciones de contenidos de la BBC, pero no encuentro datos de la producción del sistema local. Hasta lo que sé, Argentina fue exitosa exportando muchos programas, pero fueron producidos por el sector privado (Polka, Cris Morena, etc)
Punto tres: Pauta mata galán
El propio presidente de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas, Daniel Dessein, me dijo en 2023 que en 2020 y con la pandemia la pauta privada de los medios había caído un 80%. Al poco tiempo, mi ex jefe y gran eminencia del periodismo José Claudio Escribano, dijo en un foro de dueños de medios que “si los medios seguimos acostandonos en la pauta oficial y no damos servicios nos vamos a terminar muriendo”.
Veremos si con el corte de la pauta por la crisis presupuestaria la predicción de Escribano se cumple.
Volviendo al tema: ¿Que pasó en la pandemia? Lo que pasó con muchos integrantes del sector privado. Las empresas salieron a pedir la escupidera a los gobiernos. La Secretaria de Medios, el gobierno municipal de CABA, los gobernadores, Kicillof, descubrieron que lindo era financiar los medios con la nuestra y evitarse así un montón de controles. Afortunadamente grandes periodistas agremiados en Fopea y consorcios de periodistas como RUIDO y otros decidieron echar luz sobre estas prácticas y contarnos que los medios se estaban financiando con el Estado. Y afortunadamente el Estado compró medios pero no a sus empleados, ya que no mermaron las investigaciones y figuras brillantes como Cabot, Guadalupe Vázquez, Mariela Arias, Irene Benito, el equipo de La Voz, Alconada y tantos otros siguieron investigando y publicando los lados B de los gobernantes que financian el sistema privado de medios. Al colega José Crettaz le debemos el prolijo seguimiento del despilfarro del Estado en la pauta.
El periodismo no se calló pese a la dependencia de los dueños.
“El gobierno de Alberto Fernández gastó $40.244 millones en publicidad oficial en los diez meses finales de gestión….Si se comparan las gestiones en términos de gastos totales durante los cuatro años de ejecución de presupuestos publicitarios, se encuentra que la gestión Fernández redujo un 20% el gasto en relación a la de Mauricio Macri medida en dólares corrientes. Pasó de US$ 486 millones entre 2016 y 2019 a US$ 402 millones entre 2020 y 2023. Si se contemplase la inflación en dólares, la diferencia sería mayor. Otro rasgo que diferencia las gestiones es la cantidad (y diversidad) de medios alcanzados por la distribución de la publicidad: de 1400 en el último año de gestión de Macri a 3800 en 2023.
El ranking de grupos y empresas que recibieron dinero de publicidad nacional en 2023 es encabezado por el Grupo Clarín, que con más de $4.100 millones de pesos casi duplica al segundo (Indalo) y al tercero (Octubre) y lo logra con el cuarto de la lista (América). Sólo si se suma lo que facturaron Indalo y Octubre se supera -por poco- al líder, Clarín. Entre los primeros 10 grupos siguen Crónica, La Nación, Paramount (el de capitales extranjeros que más dinero recibió), Perfil, Google y El Destape (la empresa más pequeña dentro del top ten). Casi todas ellas percibieron en el año más de $1.000 millones. Es decir, los grupos y empresas de medios más beneficiados por este reparto son los más grandes y los más importantes. A un lado y otro de las definiciones de oficialismo y oposición”, señaló el informe de Diario.AR.
“En términos individuales, 2023 presenta una novedad: por primera vez el destinatario que más publicidad recibió no es un medio tradicional. YouTube con $1.079 millones es individualmente el más pautado. El podio lo completan Telefe de Buenos Aires ($907 millones) e Infobae ($876 millones)”, dijo el relevamiento firmado por Agustín Espada y Santiago Marino, que vale la pena repasar.
¡Qué gran noticia que el gobierno nacional y popular que glorifica lo público subsidia a Larry Page de Google! ¡Cosas veredes Sancho!