08/07/24

Padre del liberalismo, faro de los pueblos y una misión que mantiene cuatro siglos de vigencia

JOHN LOCKE EL FARO DE LOS PUEBLOS LIBRES.

                                                “El gobierno no tiene otro fin que la preservación de la propiedad”

Nació en Wrington, Somerset, 29 de agosto de 1632 y falleció en Essex, 28 de octubre de 1704, fue médico, filósofo, siendo uno de los primeros empiristas británicos.

Proviene de una familia puritana, su padre (abogado) perteneció a las fuerzas parlamentarias en la guerra civil de inglesa.

Siendo médico, tuvo la oportunidad de conocer al Conde de Shafterbury (Lord Ashley) quien fue determinante en el pensamiento y en la vida política de Locke. Fue contratado como médico personal de Ashely.

El Conde de Shafterbury fue uno de los precursores del movimiento liberal “wing” adquiriendo un protagonismo gravitante en el momento político que vivía Inglaterra.

Su vínculo con Lord Ashley determinó que en dos oportunidades Locke tuviera que exiliarse, primero a Francia y luego a Holanda.

Está demostrado que Locke escribió “Segundo Ensayo sobre el Gobierno Civil” antes de la “Revolución Gloriosa de 1688” algunos estiman, para justificarla, otros, para argumentar la legitimidad a favor de una “Monarquía Parlamentaria” como una nueva época que se pretendía instaurar.

En la citada obra, Locke   establece las claves sobre el origen del Estado y el régimen político, estas eran la libertad y el consentimiento.

Para entender su teoría que justifica el Estado cabe la pregunta,¿ por qué usar la propia libertad para someterla a sujeción política?.

Arranca su trabajo esbozando sobre el Estado de Naturaleza como punto de partida para llegar a la constitución del cuerpo político organizado.

En este Estado de Naturaleza (ficción) el individuo vive en paz y en armonía, extrayendo de la propia razón aquellas normas para conducir su vida libremente, autopreservarse y preservar a sus semejantes, exento de toda sujeción terrenal.

“Nacimos libres en la medida que nacimos racionales” entendía.

Pero, los vicios y las pasiones humanas, hacían que el individuo en reiteradas ocasiones se situara fuera de la ley de la razón, violentando los derechos a la vida, la libertad y posesiones de sus semejantes.

Para esta situación de inseguridad proponía un “contrato social” entre todos los individuos a fin de conformar una comunidad política, y al mismo tiempo, establecer un régimen político mediante el cual, se regularía la convivencia de la sociedad política. Este pacto originario sería la Carta Magna de la comunidad, asociándolo con el nacimiento del constitucionalismo

Mediante este acuerdo originario se logra una “metamorfosis” pasándose del derecho natural al derecho positivo.

No solo queda establecido el cuerpo político, además, se define las autoridades representativas de la comunidad.

Se crea un Poder Legislativo, el más importante, sobre quien recae las facultades de sancionar leyes que deberán ser acordes al derecho natural, además, tenía la facultades de asumir el rol de “juez imparcial” quien juzgaría a aquellos que transgredan las normas de la convivencia y que son las que disponen el respeto a la vida, la libertad y posesiones.

Se crea un Poder ejecutivo con un papel más deslucido, y cuya función es la de ejecutar la ley y las sentencias.

Claro, en este contrato social originario, hay una cesión y transferencia permanente e “irrevocable” de los derechos del individuo, pero retiene su “derecho a la rebelión” y que se activa, cuando los poderes constituidos legislan o ejecutan leyes o sentencias contrariando los intereses del pueblo (de cada individuo).

En tal caso, la doctrina de la rebelión para Locke, era deponer a las personas, no al sistema creado en el contrato, para reemplazarlas por otras que  cumplan con el objetivo del “pacto” y que es asegurar la supervivencia y derechos de cada individuo.

 En la misma obra justifica la propiedad privada de manera originaria en función del trabajo, partiendo del concepto de que cada individuo tiene el dominio privado de su cuerpo, y cuando, mediante sus brazos y trabajo, modifique y saque recursos naturales del estado en que la naturaleza la ha producido, se produce una “mezcla” que conduce a que se prolongue su dominio sobre las cosas naturales que lo extrajo.

Así, si sembró la tierra, tornándola productiva con sus brazos, esa parcela de tierra y los frutos de su cosecha serán de su propiedad.

A partir de ella es que se crean más bienes de lo que la propia naturaleza provee. Y con la invención del dinero, se incrementan los intercambios incentivando al hombre a producir más de lo que necesita.

Esta es la contribución de Locke y parte de su concepción de la naturaleza del hombre y el derecho de éste a la “búsqueda de su propia felicidad”, concepto reiterado en varias ocasiones por los “Padres Fundadores de EEUU” cuando lo citaban a Locke.

Esto no es más que la justificación ética de la “primera revolución industrial” que ha sido una consecuencia económica de la “Revolución Gloriosa de 1688” y por el cual el individuo, en el afán de buscar su propio bienestar, mediante su trabajo, perseguía su propia felicidad, en un common wealth donde se le aseguraba el derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada.

Además, Locke publica “Ensayo sobre el entendimiento humano” y “Cartas sobre la Tolerancia” en donde aseguraba al individuo libre la libertad y tolerancia religiosa, abogando por la separación del Estado y la religión.

En suma, el gran aporte intelectual que realiza John Locke a la Inglaterra en que, al mismo tiempo, se gestaba una revolución pacífica (Glorius Revolution), consolidando las libertades individuales y sus garantías, no solo abría las puertas a la primera revolución industrial que traería prosperidad a todo el mundo, sino, además, significó los cimientos de la corriente constitucionalista que impregnó de ideas a la Constitución Nacional de EEUU y tuvo indudable influjo en el pensamiento de Alberdi, inspirador de la Constitución Nacional de 1853.

Por todo ello, la historia, con justicia, lo declaró a John Locke “padre del liberalismo”.   

                                                         

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