18/05/24

Gracias, papá Estado, pero mejor me cuido solo: libertad y responsabilidad van de la mano

Gracias papá estado, pero podemos cuidarnos solos.

Casi podemos decir que en nuestros días esta generalmente aceptado que ciertas actividades susceptibles de representar un riesgo para la salud sean “desalentadas” imponiéndoseles tributos extraordinarios. Se argumenta para ello que el eventual deterioro en la salud habrá de generar costos adicionales sobre el sistema de salud público. En esta tónica, pues, una importante mayoría de la población apoya, por ejemplo, que los productos vinculados con el consumo de tabaco o bebidas gaseosas sufran tales cargas impositivas.

Ahora bien, ¿qué se esconde tras este pensamiento estatista, incorporado “de facto” a la psiquis de las sociedades modernas?

Pues ni más ni menos que la idea de que el Estado es guardián de las conductas, que como tal es su misión natural “tomar medidas” para que no nos desviemos por el camino del vicio, y que por ende nada corresponde cuestionar sobre su poder de castigar, por ahora afortunadamente solo de modo económico pero con indudable beneficio para sí mismo, nuestros “pecados humeantes” o bien “azucarados”.

Se me ocurre al respecto recordar esa cita de F.A Hayek cuando afirmaba; “Libertad no significa solamente que el individuo tiene tanto la oportunidad como la carga de la elección; también significa que debe soportar las consecuencias de sus acciones. Libertad y responsabilidad son inseparables”.

Tremenda frase. La libertad siempre irá de la mano de la responsabilidad individual. Pero a lo largo de las últimas décadas hemos generado una sociedad de víctimas, y no de protagonistas.

Puestos a razonar un instante, casi todas las decisiones que tomamos en el día a día pueden afectar nuestra salud. Y si seguimos consistentemente esa línea de “tributación” que a estas horas parece indiscutible sobre cigarrillos o gaseosas, ¿por qué acaso no imaginar un impuesto al sedentarismo, a la comida chatarra, a la cantidad de kilómetros recorridos por la calle (con el incremento del riesgo de accidentes de tránsito) o al uso de la patineta?

La distopía que esta exacerbación del principio implica nos conduce a advertir de qué manera tras la tributación diferencial se están en verdad cercenando libertades individuales so pretexto de cuidado de la salud. Por supuesto, al Estado no le importa “la gente”. Lo único que pasa por la mente de los gobernantes es recaudar para seguir disfrutando de las mieles de la renta pública. Y en cuanto se den cuenta de que, cual mansas ovejitas, estamos aceptando que “nos cuida”, allí vendrán los cánones adicionales para quienes prefieran apoltronarse en su sofá en vez de hacer las cuarenta cuadras de caminata diaria controladas por una app obligatoria.    

Los liberales somos consistentes. El respeto al proyecto de vida del otro es un principio elemental, más allá de las coincidencias o discrepancias sobre el modo como nuestros semejantes decidan vivir sus vidas

Entre las decisiones que todos nosotros tomamos todos los días hay sin duda muchas que tal vez ponen en peligro la vida o la salud (incluyendo llegar tarde a casa y arriesgarnos a que nos roben y maten en esta Argentina glamorosa que estamos viviendo). La libertad va de la mano de la responsabilidad. Entendamos eso de una vez por todas.

Compartir:

Más publicaciones