28/03/24

«Con la excusa de que somos iguales, creamos un mundo chato y mediocre»


(Por Jorge Fernández Díaz*) Línea de fuego, la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, levanta ampollas en una sociedad fragmentada por dos miradas antitéticas sobre la Guerra Civil española.

Con su flamante libro, Pérez-Reverte se propuso contar la historia de la cruenta guerra desde la trinchera, donde el miedo, el cansancio y el hambre desdibujaban las divisiones entre el bando republicano y la facción nacional.

En diálogo con Jorge Fernández Díaz en Radio Mitre, el escritor señaló que la actualidad española está dominada por una “generación de políticos muy desconectados de la palabra cultura y lectura«

“Se mueven a base de consignas fáciles, tuits, frases elementales y lugares comunes. Cuando una base intelectual sólida que permita un debate político adecuado, se recurre a lugares comunes y a trazos de brocha gorda. En ese sentido, la guerra civil es perfecta. Es de buenos y malos, rojos y azules. O al revés. En los últimos tiempos, se están arrojando la Guerra Civil unos a otros, resucitando los fantasmas más siniestros como elementos de debate político“, sostuvo el novelista.

Bajo su perspectiva, el intercambio de ideas en torno a la sangrienta confrontación que tuvo lugar entre el ’36 y el ’39 “ha quedado en manos solamente ideológicas y de generaciones de políticos de entre 30 y 40 años que ni la conocieron de modo directo ni tampoco tienen el conocimiento intelectual ni histórico suficiente”.

Es por eso que Arturo Pérez-Reverte, polemista magistral, se embarcó en la travesía literaria de narrar la historia de ese descarnado frente de batalla.

“La de los chicos de 17 años, padres de familia, que se vieron envueltos en aquella barbarie y que murieron más en las trincheras que en la retaguardia. Cuando uno lo ve desde afuera y con perspectiva histórica, la Guerra Civil está muy clara: había un bando republicano legítimo y un bando rebelde ilegítimo. Pero cuando te acercas a la zona de combate, solamente ves seres humanos, personas”, apuntó.

En ese sentido, el miembro de la Real Academia Española afirmó que algunos de esos soldados de ambos bandos “tuvieron ideología pero la mayor parte forzados”.

“Entonces esas miradas ya no están tan limpiamente claras en el frente de batalla como en la retaguardia. Más poliédrica, real y confusa de lo que fue realmente la guerra”, destacó.

Ilustración: Miguel Ángel Camprubí López

Durante otro pasaje de la entrevista, el padre del capitán Alatriste contó cómo transitó sus días de aislamiento debido a la pandemia de coronavirus.

“Desde los 18 años nunca había estado un mes sin viajar. Me vi en casa metido meses y meses. Eso me permitió concentrarme, escribir más y aislarme del mundo. Como además un escritor tiene el hábito del confinamiento por defecto, el confinamiento real me ayudó a concentrar mi trabajo y en diez meses resolví lo que hubiera tardado dos años en resolver“, confesó.

Asimismo, Pérez-Reverte se adentró de lleno en un debate que divide aguas en Argentina y el resto del mundo: el ataque a la meritocracia.

“Es un fenómeno me temo europeo y occidental. El mundo está yendo hacia lugares que no me apetecen mucho. A la edad que tengo, ya no es tan importante. Con ese egoísmo de los muchos años, uno empieza a ver las cosas con una especie de serenidad fría y un interés lúdico. Se está sustituyendo el debate intelectual por consignas por tuits y fáciles“, opinó el experimentado periodista.

La sociedad actual debe crear oportunidades para que toda persona con capacidad llegue a donde quiera llegar. Lo que pasa es que no somos todos iguales y todos no puede llegar. En vez de subir el nivel de la gente, están bajando el nivel. Es una especie de coladero en el que el mérito ya no cuenta”, continuó.

Para el best-seller español, educar a los niños en “la ausencia de la necesidad de ser buenos, brillantes y que la brillantez, la inteligencia y el esfuerzo tengan su premio, está condenando a las próximas generaciones a ser todos una especie de papilla homogénea de borregos en manos de cualquier manipulador que venga y les cuente cuatro frases bonitas o tuits eficaces“.

Con el pretexto de que todos somos iguales, estamos creando generaciones de ciudadanos acríticos, capaces de tragarse cualquier discurso de cualquiera. La conciencia, la inteligencia, el talento y la brillantez molestan e incomodan. Generan una especie de rencor social que tiende a acallarlos para que no sobresalgan”, agregó.

A modo de cierre, Arturo Pérez-Reverte manifestó que “en vez de elevar hacia la inteligencia a aquellos que son capaces de llegar, se está bajando a los inteligentes al nivel de los que no lo son”.

“Eso genera un mundo chato, mediocre e indefenso frente a los grandes desafíos del siglo XXI”, concluyó el autor de Línea de fuego.

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