28/03/24

Cuando se evaden las ideas, queda la violencia: la impotencia de Perú frente a las protestas sin propuestas

Protestas sin Propuestas

 Parece que fue ayer, cuando un presidente elegido democráticamente dio un golpe de Estado efímero. Todas las fuerzas políticas del Perú, que aún creen en la democracia y la idea de república, sin excepción, condenaron formalmente dicho acto como atroz, pero muy en el fondo aún quedó el fetiche de “yo me debo a mis intereses políticos”. En otras palabras, “para mis amigos todo, para mis enemigos la ley”.

La situación no se ha salido de control. La violencia que vivimos hoy es la promesa cumplida de un partido político como Perú Libre que nunca creyó en la democracia, mucho menos en la idea de República como ideales políticos; sino por el contrario, como medios para instaurar la dictadura del proletariado.

¿Acaso se nokolvida su manifiesto comunista abiertamente declarado en su plan de gobierno? ¿Acaso no vimos cómo la izquierda supuestamente democrática, hizo cuanto pudo para maquillar a un confeso comunista (Pedro Castillo Terrones)? ¿Vamos a seguir engañándonos? ¿Vamos a ceder al chantaje de las viejas promesas de una izquierda que, políticamente no es capaz de deslindar coherentemente de la violencia que hoy vemos?

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La realidad política que hoy vemos en el Perú no es otra que la vieja disputa entre una derecha agonizante premoderna y una izquierda arcaica guerrillera. Ambas posiciones llenas de conceptos vagos e imprecisos para defender su cuota de poder. Y, los llamados centristas perdidos en sus propias definiciones flotantes, pues dejan de ser lo que dicen ser cuando sienten a la derecha como amenaza política, ya que, por convicción casi siempre, ejemplifican la vieja fábula de la rana y el escorpión (la rana quiere creer en la promesa del escorpión, y al final muere porque el escorpión es un escorpión).

Ese es el panorama de las fuerzas políticas que hoy por hoy están en el desprestigiado congreso. ¿De ese escenario podría salir algo constructivo a favor de la democracia y la república? Bien difícil.

No tengo esperanzas en la política tradicional peruana, tal como es ahora. Porque independientemente de los ideales de un partido político determinado, al final son las acciones de sus políticos las que dejan huellas. Y en los últimos 30 años, al menos, los únicos que han incrementado su patrimonio notoriamente han sido la casta política, y los que se sirven de ella, porque no pueden generar ingresos sin las ayudas de sus políticos de turno.

Muchos jóvenes indignados salieron, tiempo atrás, a las calles de forma pacífica a quejarse del Estado y su propuesta de solución fue pedir más Estado, ¿más Estado para qué? ¿No se han dado cuenta que el Estado es el problema? ¿No se tuvo suficiente con las viejas políticas estatistas de los años 80 que multiplicó la pobreza? Y frente a la posición estatista, empezó a surgir una tenue simpatía por el mercado, el concepto de libre mercado casi que era pronunciado abiertamente en los escenarios académicos, pero no caló lo suficiente como para ser entendido en su total dimensión por las personas que en el día a día viven de los beneficios del libre mercado.

Y es que la palabra capitalismo laissez faire como tal, aún sigue siendo en el Perú un mal en sí mismo. El bulo de la izquierda más la indiferencia de la derecha ha contribuido al desprestigio de dicha palabra. En específico, la superioridad moral del capitalismo no se ha entendido plenamente en este país, que en los hechos es capitalista como toda sociedad pacífica.

Otro mal evidente: un Estado Peruano cada vez más anti libre mercado. A un político, independientemente de la ideología política que profese, le conviene los mercados cautivos, donde el gobernante de turno pueda decidir a su antojo quien o quienes se benefician del mercado y quienes no. Así obtiene financiación para su partido político (y todos sus allegados, que viven de la política como una única opción). Luego la estrategia política es culpar de todos los males a los privados (pequeños y grandes empresarios) que no quieren someterse a sus caprichos políticos. ¿Hay algún interés ciudadano por defender los mercados libres de sus principales enemigos? Mientras tanto en el Perú, el cuento político sigue siendo el mismo: la izquierda es buena porque sí, y la derecha es malvada porque sí. ¿Acaso no estamos cansados del mismo dramatismo político donde nos presentan una víctima y un culpable, cual telenovela?

El descontento del Perú profundo no es otro que un mal causado por el mismo Estado. Desde el Estado se ha hecho todo lo posible para perseguir al pequeño comerciante, casi que podría afirmar que existen leyes para desincentivar al buen comerciante y promocionar la informalidad, y hasta la ilegalidad.

¿Con un sector privado en la informalidad o al margen de la ley, se puede mejorar las oportunidades de progreso y crecimiento económico? ¿Acaso no son los enemigos del comercio los responsables de ello? También, desde el Estado se ha hecho de la educación un botín ideológico a diestra y siniestra para supuestamente educar según intereses políticos ideológicos, ¿usted cree que con una educación pública anti libre mercado, anticomercial, anticapitalista se va a generar una oportunidad de mejora para el ser humano que vive en las zonas rurales del Perú profundo?

Escribo estas líneas porque me cansé de ver la doble moral en la toma de decisiones políticas. Me cansé de que se use el sufrimiento y dolor como insumo político para manipular a las personas y para instalar agendas políticas personales a conveniencia. Y porque firmemente estoy en contra de toda política de izquierda y/o de derecha que se opone a que el sector privado ofrezca opciones para generar las mejores oportunidades para que todo peruano tenga la libertad de construir su propio destino.

Cuando las ideas son evadidas, solo queda la violencia. Lo podemos ver ahora, no hace falta hacer una revisión minuciosa de la historia, solo hace falta ver la realidad.  Apelando a la razón y a la honestidad de cada persona, me parece oportuno sugerir no quedarse atrapado en el titular de una noticia o repitiendo la opinión del periodista tal o cual; sino atreverse a leer o escuchar al que piensa diferente. Un simple ejercicio que puede ayudarle a ser más protagonista de ese cambio que siempre hemos querido en este país. Más apertura a la reflexión, al diálogo, al debate de ideas; menos violencia.

Finalmente, aún tengo esperanzas, a pesar de lo que estamos viviendo hoy en día, porque existen personas que quieren ver su negocio crecer o quieren desarrollarse profesionalmente o quieren lograr ese ambicioso sueño aquí y ahora. Ellos son los héroes de este país.

Fuente: Fundación Internacional Bases

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