29/03/24

El tercer sexo en la Polinesia, el poder Mahu y el homenaje a la diversidad que hoy perdura

Cuenta la leyenda que, en las bellísimas islas de la Polinesia, llegaron cierta vez cuatro personajes procedentes de Tahití: Kapaemahu, Kahaloa, Kapuni y Kinohi. No eran, fisonómicamente, ni hombres ni mujeres; poseían maneras suaves y hablar dulce. Los mahus pronto se hicieron querer por sus habilidades en el arte de curar, ya que diagnosticaban con clarividencia, imponían las manos y conocían los secretos de las plantas tradicionales.

La sociedad aceptó su presencia con la misma naturalidad en la que convivían con un paisaje único en el mundo, la Polinesia de las mil islas que se encienden en el Pacífico, desde las Islas Cook a la de Pascua, pasando por Samoa o las Marquesas hasta Hawaii.

Los Mahus no son hombres ni mujeres: son el tercer género que sintetiza lo femenino y lo masculino, el que supera las diferencias sexuales.

A ellos la fundación Friedrich Naumann dedica un excelente trabajo audiovisual para destacar que hay sociedades que no solo no discriminan sino que valoran la diversidad sexual y la naturalidad de cada género, más allá de lo femenino y lo masculino.

Tanto es así que en las playas de Waikiki es posible observar hoy un monumento de tipo megalítico formado por cuatro mahus, los legendarios seres que transformaron la sociedad con sus dones. En un video de cuatro minutos ilustra el homenaje que los nativos les hicieron a través de un elaborado ritual, donde transfirieron a las piedras sus poderes sanadores.

Mahu es, justamente, el nombre con que en la isla se identifica a quienes pertenecen a esta especial categoría que no es del todo hombre ni del todo mujer.  

La entrega de Fundación Naumann es un testimonio de libertad. Refleja, a través de una leyenda legendaria, la transformación que produce en una sociedad la aceptación de lo diferente y el respeto a la diversidad .

Las cuatro piedras de la playa de Waikiki son así tal vez el primer monumento creado a la memoria de seres transgénero. Con la colonización occidental fueron olvidadas, e incluso llegaron a quedar sepultadas bajo una moderna cancha de bolos. Pero una vez redescubiertas, fueron puestas nuevamente en valor. Se las reubicó proveyendo al conjunto de una plataforma y una reja protectora, se agregó una leyenda explicativa y se incorporaron varios conjuntos de plantas medicinales, que evocan los poderes de aquellos sanadores legendarios.

Ya desde el siglo XIX, a partir de la colonización occidental, la Polinesia atrajo a un número significativo de viajeros y artistas. Entre ellos, Herman Melville, que relato su viaje por las Marquesas en su obra Typee, de 1846, y Robert Louis Stevenson, autor de ese clásico de la literatura de viajes que es el libro “En los mares del sur”, de 1888.

Los mahus de la Polinesia francesa se presentaron ya en su momento a la civilización occidental a través de los cuadros que Paul Gauguin enviaba regularmente a sus marchands en la capital francesa. Entre ellos, Pape Moe, que representa un ser de sexo deliberadamente ambiguo bebiendo de una pequeña cascada, o el Hechicero de Iva Oha, una explosión de azul cobalto y naranja papaya que convoca a mirar de frente la diversidad

Otros representantes del tercer género en la antropología polinesia:

Culmina el video:

Si algo nos enseña la antropología es a abrazar la individualidad y a respetar la diversidad. Y también a tener presente que, a poco que exploremos el mundo con un espíritu abierto, podremos encontrar muchas cosas capaces de interpelarnos profundamente, así tengan la sencillez de cuatro grandes piedras en una playa de Waikiki. 

MIRA EL VIDEO COMPLETO A CONTINUACIÓN

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