Se define como buscadora de placeres y amante del humor, el amor y la libertad. Una trilogía explosiva para cambiar paradigmas en un mundo estereotipado. Y es provocadora, sin dudas. La mexicana Mónica Soto Icaza desmonta frases hechas con una simpleza y una profundidad irreverente. Defiende el erotismo como un canal de comunicación, asegura que “la panza y las estrías” no tienen ninguna importancia para seducir y ser seducidos, que el sexo “hay que probarlo como se prueba una comida” y que para terminar los prejuicios hay que romper las reglas.
Invitada al panel de Fundación Naumann en México, dentro del ciclo #LibredeSer, la escritora y columnista de Vértigo Político y Playboy descontracturó el panel con algunas definiciones.

Soto Icaza si algo hizo fue, justamente, romper las reglas. Propias y ajenas. Es disruptiva para hablar y también para escribir, quizás porque la génesis de su escritura radica, justamente, en tres demoliciones de su vida personal.
“Yo crecí en los ’80 y en aquellos años me decían la Teleguía, porque era como esas revistas donde estaba toda la programación de TV. Me sabía todo” -evoca la escritora para explicar que el primer pilar que demolió fue, justamente, el de mirar la vida a través de una pantalla. Dejó de creer en las “novelas”.
Cuando leyó “El corazón de Piedraverde”, la históricanovela de Salvador de Madariaga, la vida de Soto Icaza demolió el segundo pilar: “dejé de ser teleguía y me convertí en un ratón de biblioteca”. Cortázar, Verne, todo lo que llegaba a sus manos lo “devoraba. “A los 15 años decidí que quería ser escritora, El mundo me parecía demasiado inhóspito y yo quería crear un mundo mejor”. Su familia lo llamó rebeldía, ella idealismo.
“Quería ser un personaje de leyenda”, evoca en la charla ofrecida vía zoom. Así fue como comenzó a conectarse con su interior y así descubrió el erotismo: “el sexo y los libros es una combinación magnífica”, asegura.

“50 Sombras de Gray sigue una tradición literaria. Es una especie de Cenicienta medio sado”
La tercera demolición personal tuvo que ver con una infidelidad. Se acabó el mito del Príncipe Azul. “Pasé del amor romántico y la dependencia a la libertad. Todavía está muy firme la idea de encontrar la pareja perfecta y yo ya conocí como ocho veces al amor de mi vida”, se ríe.
“En realidad yo no rompi las reglas, las rehice. Fue la forma más valiosa que encontré de utilizar mi libertad”
“Yo siento las mariposas en lugares más interesantes que el estómago”, define la escritora en las redes, donde tiene una prolífica sesión de textos, fotos y mensajes cargados de sensualidad, erotismo y presencia.

Así fue construyendo una nueva mujer. Libre de Ser, justamente, porque encontró en la libertad una forma de expresión. Qué mejor que no estar atado a ningún prejuicio, a ningun cánon social, a ninguna frase hecha. “El cuerpo ayuda a comunicar a los demás, es el vehículo que te lleva por la vida. Por eso, todo lo que sucede en tu interior adquiere una importancia mayor si sabes seducirte a ti misma. Así, crece la confianza y ya no importan las estrías ni la panza”, concluye.
Con lógica, plantea que la violencia está tan normalizada que “a la gente le espanta más una mujer desnuda que un señor sin cabeza”.
Por eso, la escritora apela al erotismo como un arma para vencer la violencia. “Lo hago con fotos porque al final de cuenta, lo que quiero decir es que el erotismo está ahí para que lo usemos”.