Una de las grandes preguntas al iniciar el 2020 es; ¿hacia dónde va la democracia en el mundo?
La realidad es que la democracia, en términos simples, no es más que un mero concepto. Es un sistema en el cual existe un estado de derecho, un modelo de gobierno que representa efectivamente a la sociedad, y una autoridad que logra proteger y monopolizar la convicción común para con la seguridad de la sociedad. Ahora bien, esta es una escueta y discutible definición que sustancialmente se cumple o no, pero no tiene dinámica en lo absoluto.
Muchas veces nos preguntamos hacia dónde va la democracia, sin preguntarnos qué es lo que la compone, porque en realidad eso lo que determinará su destino. Lo primero que necesita una democracia para existir, son demócratas. Ciudadanos realmente comprometidos con los valores que le permitan convivir de manera prospera con sus conciudadanos. Entonces podemos preguntarnos, ¿hacia dónde van los demócratas?
Lo primero que debemos saber para conocer a dónde van los demócratas es encontrarlos, porque la realidad es que los demócratas son, en política, especies en extinción. Se hace cada vez más común que los lideres y referentes de la política estén dispuestos a modificar las reglas y condiciones, como medio para alcanzar sus fines, lo que convierte a estos últimos en objetivos francamente antidemocráticos.
En Latinoamérica es mucho más evidente, y curioso al mismo tiempo, ya que está llena de democracias conducidas por no demócratas. Kirchner, Chávez, Morales, Correa, Da Silva, y otros aliados gobernaron durante más de una década nuestra región, que contaba con una democracia, gobernada por líderes antidemocráticos, que conducían a este sistema al deterioro más severo posible.
Hoy Venezuela es un claro ejemplo de lo que sucede cuando una democracia elige y permite que un anti demócrata se sostenga en el poder. Mientras que Argentina parece ser el reflejo de que ser demócrata es una característica poco valorada para lograr ganar una elección.
Ahora bien, para conocer hacia dónde va la democracia, debemos conocer hacia dónde van los demócratas, pero nos hemos conseguido con la cruda realidad de que nuestras democracias no son conducidas por lideres que compartan sus ideales. Bajo este supuesto, la democracia se dirige hacia su extinción.
El problema de esta circunstancia no opera sobre la democracia per se, sino sobre los demócratas que perdieron el liderazgo sobre la misma.
La democracia es puesta en tela de juicio porque sus defensores se han ausentado del debate público y no han podido recordarle a la sociedad el esfuerzo y el valor que tuvo su conquista y preservación.
Según Edmund Burke, para que el mal triunfe, solo se necesita que los buenos no hagan nada. Por lo tanto, para que la democracia se extinga, bastará con que los demócratas no hagan nada.
La inoperancia de la democracia no puede atribuírsele al propio sistema, sino que realmente cae en los hombros de sus promotores, mientras que la sociedad ha cometido el grave error de juzgar a la democracia a través del político, y no al revés.
Los ciudadanos se enfrentan actualmente a una epidemia de frustraciones para con la política, que en realidad son frustraciones para con el político, como figura cada vez menos representativa, y al observar a la democracia como el sistema político en el cual habita el burócrata, ha decidido meter todo en la misma bolsa.
El populismo, de izquierda o derecha, viene a capitalizar esta situación, asumiendo el rol de echar a la basura esa bolsa, y la búsqueda de algo “nuevo” permite que el ciudadano común le dé una oportunidad.
La clave para revertir esta situación representa un gran desafío para aquellos que realmente queremos vivir en libertad. Significa que hay que trabajar para conseguir nuevos y mejores demócratas, y no en desechar a la democracia. Debemos dejar de juzgar al sistema por la actitud que asumen sus operarios.
La medicina es una ciencia que nos permite adquirir el conocimiento técnico para intervenir en el cuerpo humano. Ahora bien, esa intervención puede ser un trasplante de corazón, o la extracción forzosa de órganos para el mercado negro. ¿Existe un prejuicio contra la medicina porque el conocimiento que genera permite hacerle mal a la sociedad? No, porque se juzga al médico que ejerce tal hecho, no a la medicina como tal.
Entonces, ¿Por qué se juzga a la democracia por la eficiencia de los políticos?, ¿Por qué culpar a la política por los errores que comete un simple operario del sistema? Son preguntas que debemos reflexionar para realmente tener una idea clara acerca de la sociedad en la cual aspiramos a vivir y el sistema social en el cual esperamos habitar.
En el corto plazo puede existir democracia sin demócratas, pero en el largo plazo será imposible que existan demócratas sin democracia.