Economistas analizan el repunte del consumo tras la crisis de 2023, impulsado por una menor percepción de riesgo y la caída de la pobreza, aunque persisten desafíos estructurales. La opinión de Marcos Falcone (Fundación Libertad), Aldo Abram (Libertad y Progreso), Eduardo Fracchia y Laura Testa.

En mayo de 2025, el consumo en Argentina mostró señales mixtas, con un crecimiento interanual en supermercados del 6,1% y una caída mensual del 1,2%, según datos del INDEC. En los autoservicios mayoristas, las ventas cayeron un 4,9% interanual, pero registraron una leve recuperación mensual del 0,7%. Este escenario dispar refleja un consumo masivo que, si bien da indicios de recuperación, no logra consolidarse plenamente.
En junio, la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) reportó un crecimiento interanual del consumo de bienes y servicios del 4%, con un aumento desestacionalizado del 2,9% respecto a mayo, destacando el desempeño de rubros como indumentaria y calzado (+15,9%) y transporte y vehículos (+10,7%).
El economista Aldo Abram, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso, ofrece una explicación para este fenómeno: “Cuando se aproxima una crisis, como la que gestaba en 2023 la gestión Fernández-Massa, los argentinos empiezan a ahorrar en dólares para protegerse. Para ello, no dejan de comer o bajan consumos básicos, sino los prescindibles. Cuando ven que no va a haber crisis, dejan de ahorrar y empiezan a hacer esos consumos que abandonaron por temor. O sea, se van de vacaciones, comen afuera, compran electrodomésticos o celulares, cambian el auto o arreglan la casa. Si miran ahí, verán el aumento del consumo. En supermercados, sólo verán suba porque está cayendo fuertemente la pobreza y pueden aumentar sus consumos básicos”.
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Perspectivas de otros economistas
Otros especialistas coinciden en que la reducción de la incertidumbre tras la crisis de 2023, marcada por una inflación del 211,4% y una profunda recesión, ha impulsado el consumo de bienes durables y servicios no esenciales. Marcos Falcone, politólogo e investigador de la Fundación Libertad, señala que “la inflación se convirtió en el problema número uno. Si el Gobierno logra controlarla, la gente puede planificar su vida cotidiana, lo que explica el repunte en el consumo”. Gastón Jamui, fundador de Ganadería Sustentable, destaca que “hasta principios de 2025, el plan económico generó un microclima de estabilidad, manteniendo expectativas optimistas”.
Sin embargo, no todos los análisis son optimistas. Laura Testa, de Paridad en la Macro, reconoce la desaceleración inflacionaria como un logro, pero advierte que “la interpretación oficial de los datos puede ser engañosa, ya que el consumo masivo sigue afectado por la situación salarial, especialmente en el sector informal”. Eduardo Fracchia, en el Informe Económico Mensual de IAE Business School, subraya que “el consumo es heterogéneo: los bienes durables se dinamizan por el crédito, pero el consumo masivo sufre por la situación salarial”.

Contexto económico y desafíos pendientes
La gestión Fernández-Massa en 2023 dejó una economía en crisis, con una inflación desbocada y un Banco Central virtualmente quebrado, según Abram. La recesión iniciada en el segundo trimestre de ese año llevó a los argentinos a reducir consumos prescindibles y ahorrar en dólares como refugio. La mejora en 2025, con una inflación que cayó al 117,8% en 2024, permitió una recuperación parcial del poder adquisitivo y un aumento en el consumo de bienes durables, como automóviles, cuyo patentamiento creció un 85% interanual en junio.
No obstante, los economistas advierten sobre riesgos estructurales. Fracchia señala un déficit en la cuenta corriente de 15.000 millones de dólares por el turismo emisivo y un tipo de cambio retrasado en un 25%, según el FMI. Abram enfatiza la necesidad de reformas estructurales: “Sin un plan creíble de reformas, como la del Estado o la laboral, el crecimiento no será sostenible”. Diego Piccardo, también de Libertad y Progreso, agrega que “la inflación sigue impactando a los sectores de menores ingresos, y sin reformas, la pobreza volverá a niveles cercanos al 40%”.
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Un repunte con claroscuros
El aumento del consumo en 2025 refleja una menor percepción de crisis y una caída en la pobreza, que permite a los hogares destinar más recursos a consumos básicos y no esenciales. Sin embargo, la heterogeneidad en los indicadores y las advertencias de los economistas sugieren que la recuperación es frágil. Mientras rubros como indumentaria y vehículos muestran dinamismo, el consumo masivo en supermercados y mayoristas enfrenta limitaciones por la debilidad salarial y el impacto de la inflación acumulada. Para consolidar el crecimiento, los especialistas coinciden en la necesidad de abordar los problemas estructurales de la economía argentina, desde la presión tributaria hasta la falta de competitividad, para evitar que el repunte actual sea solo un alivio temporal.