La extracción de litio para las baterías de ordenadores, teléfonos y coches eléctricos explota gran parte de los escasos recursos hídricos del norte argentino y pone en peligro, entre otras cosas, a la fauna.
En un informe realizado por la Agencia de noticias de Francia (AFP) se pone en contexto los métodos y sueldos, así como las causas y consecuencias que genera la extracción de litio en Argentina. No es para menos: la mitad de los 89 millones de toneladas de recursos de este ‘oro blanco’ identificados en el mundo se encuentran en el “Triangulo del Litio” que conforma el país junto a Chile y Bolivia.
Los jóvenes jujeños advierten que el ‘boom’ del litio “no va a durar para siempre” y que “antes se podía encontrar agua a dos o tres metros, ahora hay que cavar cada vez más profundo”. De fondo, dos empresas, una francesa y otra china, continúan expandiendo sus negocios multimillonarios bien al norte.
¿Es negocio para la Argentina?

Anahí, de 23 años, trabaja en una empresa de extracción de litio en Argentina y gana cuatro veces el salario de un trabajador del gobierno local de su pueblo, Susques. Y aunque acoge con satisfacción el ingreso de alrededor de 1.700 dólares por mes –una fortuna para la mayoría en una Argentina plagada de crisis económica– lamenta el impacto sobre los recursos hídricos críticos de su ciudad y de la provincia de Jujuy en general.
“El litio es bueno y malo al mismo tiempo”, comentó Anahí a la agencia de noticias internacional AFP. “El tema del agua es perjudicial para nosotros, pero (el litio) es bueno para la gente que tiene empleo”, agregó.
El litio es un ingrediente esencial en las baterías de los automóviles eléctricos y crucial para el abandono global de los combustibles fósiles.
Sin embargo, existe una creciente preocupación por el impacto sobre las fuentes de agua subterránea en regiones ya propensas a sequías prolongadas, ya que la extracción de litio requiere millones de litros de agua por planta por día.
Susques, con una población de menos de 4.000 habitantes, es uno de los asentamientos más cercanos al salar de Olaroz, que alberga dos de las cuatro plantas de producción de litio de Argentina.
Junto con sus vecinos Chile y Bolivia, Argentina forma el llamado “triángulo del litio” de América Latina, donde el metal apodado “oro blanco” se encuentra en cantidades mayores que en cualquier otro lugar de la Tierra. Alrededor del 56% de los 89 millones de toneladas de recursos de litio identificados en el mundo se encuentran en la región, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

De hecho, Argentina es el cuarto mayor productor mundial del metal. En un país donde casi la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza, las preocupaciones ambientales pueden quedar relegadas a un segundo plano frente a necesidades más inmediatas.
“Es muy difícil rechazar” el impulso del litio, afirmó Anahí más adelante en la entrevista que brindó a AFP. Antes de la llegada de la planta, relató, las jóvenes como ella no tenían otra opción que mudarse a la capital provincial para trabajar como empleadas domésticas por una miseria.
Entre las casas de barro de Susques han empezado a aparecer edificios de hormigón y ladrillo a medida que la economía local ha visto cómo se filtraba algo de dinero gracias al auge del litio. Sin embargo, la comunidad aún carece de sistemas adecuados de alcantarillado o de infraestructura de gas.
Algunos residentes, muchos de ellos indígenas, han utilizado sus ahorros de años de trabajo en plantas de litio para iniciar sus propias empresas, gestionando el transporte de los trabajadores o abriendo pequeños hoteles. El representante municipal de Susques, Benjamín Vázquez, explicó a la AFP que el 60% de la población trabaja en el litio. Pero no es una perspectiva estable.
Es que el precio de una tonelada de litio cayó de casi 70.000 dólares en 2022 a poco más de 12.000 dólares este año, el tipo de fluctuación dramática que genera pérdidas masivas de empleos. “La mayoría de los chicos aquí dicen: ‘Terminaré la secundaria y me iré a trabajar en la minería'”, sostuvo Camila Cruz, de 19 años, quien vive en Susques y estudia medicina en línea.
“No se dan cuenta de que la minería no es un trabajo que va a durar para siempre. Generarás ingresos pero una vez que termine, si no has estudiado, no tendrás a dónde ir”, explica a la AFP.

A diferencia de Australia, que extrae el metal de la roca, en América del Sur se obtiene de salares, o salinas, donde el agua salada que contiene litio se lleva desde lagos salobres subterráneos a la superficie para evaporarse. En proyectos como Olaroz, por cada tonelada de litio se evaporan entre uno y dos millones de litros de agua salada y se necesitan otros 140.000 litros de agua dulce para limpiar el metal extraído, según la Cámara de Empresarios Ambientales CEMA de Argentina.
Natividad Bautista Sarapura, de 59 años y residente en Susques, manifestó a la AFP que en la zona rural donde cría ganado como agricultora de subsistencia “no hay agua”. “Antes se podía encontrar agua a dos o tres metros, ahora (hay que cavar) cada vez más profundo”, explicó.

Por cada tonelada de litio se evaporan entre uno y dos millones de litros de agua salada y se necesitan otros 140.000 litros de agua dulce para limpiar el metal extraído
En su Informe sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo de 2024, la ONU afirmó que la extracción de litio de los salares “tiene importantes impactos en las aguas subterráneas y en las vidas de las comunidades locales, así como en el medio ambiente”. El grupo minero francés Eramet y la china Tsingshan inauguraron recientemente una nueva planta de producción de litio en Argentina.
Estas empresas informaron que utilizarán un “método de extracción directa” menos dañino para producir hasta 24.000 toneladas de carbonato de litio de grado batería por año a plena capacidad, suficiente para 600.000 baterías de vehículos eléctricos.



